—Lo imagino ¿Y él? ¿Se acuerda de algo?

—Pues sinceramente, no lo sé. No es que hayamos hablado mucho del tema, la verdad. Cuando nos despertamos al día siguiente en el Montecito, dijo que no recordaba nada. Se cabreó muchísimo al ver el anillo colocado en su dedo, así que, imagino que no mentía. Ya ves, una noche de locura y desenfreno, y ahora tengo que compartir mi vida con él durante treinta días Ni se te ocurra casarte en Las Vegas estando borracha, Jenny, o ya sabes a lo que te expones.

—No sé por qué pones esa cara de espanto. Ese hombre está buenísimo, Sheila, aprovecha estos días y haz con él lo que quieras. Al fin y al cabo, es tu marido, ¿no?

—Ojalá fuera tan sencillo como eso —suspiró.

—¿A qué tienes miedo?

—A enamorarme —reconoció.

—Y eso sería un problema porque

—Porque yo no quiero enamorarme. Nunca.

—Pero eso es imposible, cielo. El amor llega cuando menos te lo esperas y, con la persona que menos imaginas. El amor es un sentimiento muy bonito, amiga, no entiendo por qué te niegas a vivirlo, a sentirlo

—Hace tiempo alguien de quien estuve muy enamorada me hizo mucho daño, Jenny, psicológica y físicamente. Me costó mucho recuperarme de aquella historia. Me costó mucho desintoxicarme de aquel amor enfermizo. Por eso mismo me prometí a mí misma que jamás ningún hombre tendría tanto poder sobre mí. Y la única manera de cumplir esa promesa, es no enamorándome, ¿entiendes?

—Ese tío, ¿te te maltrataba? —preguntó con cautela. Aquel era un tema muy delicado.

—Psicológicamente, mucho. Físicamente, sólo una vez. Pero esa vez casi me cuesta la vida. Aún tengo pesadillas de vez en cuando, ¿sabes?

—Oh, cielo, lo siento tanto —dijo abrazándola—. ¿Quieres contármelo? Hablar de ello podría ayudarte.

—Gracias, pero lo que de verdad quiero es olvidarlo y no acabo de conseguirlo. —Los psicólogos también le habían dicho que hablar de ello sería bueno, pero no era capaz de hacerlo. Aún no.

—Sheila, no todos los hombres son unos desalmados hijos de puta. Entiendo perfectamente cómo te sientes, pero esa determinación de no enamorarte nunca es una tontería. Una no elije cuándo enamorarse ni de quién. ¿Y si el guaperas es el amor de tu vida? ¿No te gustaría descubrirlo?

—Es imposible que sea el amor de mi vida, Jenny. Él también lleva a cuestas la historia de un desamor. También ha sufrido por ese sentimiento que tú te empeñas en hacerme creer que es tan bonito. Da la casualidad de que ninguno de los dos cree en cupido. Así que ya ves nuestra historia es imposible.

—No estoy de acuerdo. En esta vida, nada es imposible. ¿Quién te dice a ti que no habéis pasado por todo eso con un fin común? No me mires como si estuviera loca —protestó—. ¿No crees en el destino? Porque yo sí creo en él. Y algo me dice que el rubiales, como tú lo llamas, es tu destino, amiga. Deja que los dioses, los astros, o lo que sea que haya allá arriba, muevan sus hilos. Si ellos han decido que él es tu amor, no tienes nada que hacer. Bueno sí, romper tus barreras y vivirlo con todas tus fuerzas. Eso es lo único que tienes que hacer.

—Gracias, puede que tengas razón, pero yo no pienso como tú.

—Bueno, tú sólo déjate llevar. Vive el momento. Lo que tenga que ser, será. Te lo aseguro.

—Ya veremos ¿Te apetece que demos una vuelta? —Necesitaba salir a la calle y respirar. Aquella conversación la había dejado sin aire. Su amiga asintió y diez minutos después, caminaban cogidas del brazo en dirección a Central Park.

Lust 2 (Oliver Hamilton)Where stories live. Discover now