Fantasías románticas y el talento.

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Aquella noche que Iria decidió acabar con nuestra horrible relación me dijo que "veía demasiadas películas". Lo que Iria no se podía imaginar es que esas películas se reproducían en mi mente sin yo poder controlarlo. Y además, que nublaban por completo mi percepción de la realidad. Aunque ella no supiera eso, sí suponía que yo era incapaz de controlar ese carácter y decidió sentir lástima por mí una buena temporada más hasta que terminó por dejarme por completo.
Siete años después continúo con esas visiones siendo las mas comunes las románticas y sexuales. De hecho, la satisfacción sexual me pone bastante los pies en la tierra, pero a penas me acerco a ella. Sin ir más lejos, antes de ponerme a escribir estas líneas, llevaba un buen rato en cama imaginándome una historia plausible en la que termine volviendo con mi expareja y teniendo hijos con ella. El problema es que esa posibilidad suena tan remota que la historia en sí me quedó completamente descabellada tratando de hacerla deseable. Y créanme que soy un chico con bastante imaginación cuando se trata de fantasear con ella, pero hoy no se me ocurrió nada mejor. No me malinterpreten, no es que Aida no quiera volver conmigo, sino que acaba de dar a luz esta semana a su primer hijo y si no la quise cuando estaba soltera, ahora que tiene pareja y niño mucho menos.
En mi fantasía yo regresaba a la adolescencia pero "sabiendo lo que sé ahora". Parece la idea de una película de instituto americana pero es así. Y renunciaba a continuar con los estudios para pedir trabajo en el centro residencial donde actualmente ejerzo. Más adelante, y sin sentirme satisfecho todavía, me visioné ligándome a una Aida de 18 años y dejándola embarazada convenciendo a sus padres y a los míos para apoyarnos en sacar adelante al bebé. Que la fantasía es una paja mental lo descubrí tras mi "descarga sexual " porque la historia en sí comenzó a resultarme increíblemente aburrida lo que me hizo recordar una frase que leí en La sabiduría del eneagrama de Richard Hudson donde el autor aconseja a los individuos con este tipo de tendencias fantasiosas a dejar de ensimismarse y tratar de materializar sus fantasias en el mundo real. Lo he estado tratando de aplicar primero cantando una canción del recientemente difunto Pablo Milanés con mi guitarra, con un resultado bastante deficiente, y ahora con este ensayo.
En esa obra, aclaran que el objetivo de esta práctica es descubrir los talentos de la persona, pues en este tipo de personalidades tan emocionales y fantaseosas, si sanan, puede nacer un individuo creativo y sensible. Aunque alertan que por ponerse a practicar un día un poco, aunque sí ayude, no te va a convertir en absoluto en artista ni mucho menos en alguien feliz. Y que para ello generalmente es necesario un esfuerzo que no todas las personas están dispuestas a asumir. Para pena de mis queridos lectores, yo no practico mucho.
Tras la música y la escritura me queda un tercer as bajo la manga, lo que me lleva a mi otra motivación a la hora de iniciar esta publicación quitando mi recuerdo sobre La sabiduría del eneagrama que no es otra que la de la dulcísima búsqueda de vuestra atención, por ejemplo en forma de mensaje. Es una pena que por escribir tres párrafos no te conviertas en un buen escritor, ni tampoco al menos en uno que sea capaz de reconquistar a su ex maravillándola con literatura. Ni siquiera para revivir el idilio como pueden ver tampoco me ha sido necesario ponerme a escribir.

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