Silogismos de amargura

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Disclaimer: Ni Evangelion ni sus personajes me pertenecen.

Silogismos de amargura

Pensativa, guardando absoluto silencio, como si no quisiese que nadie supiese que existía, Asuka se miraba a sí misma en el espejo que colgaba frente a ella en un angosto vestidor lejos de Misato y Shinji. Hacía menos de una hora, al encontrarse sumergida en un infierno líquido, la muerte, por muy poco, estuvo a punto de llevársela de este mundo al propinarle un final horrendo al morir carbonizada.

Habiéndose vista sofocada por aquellas extremas temperaturas, Soryu, apeteciendo lanzarse a una piscina de agua helada, vio aquel deseo truncarse al ser sorprendida por las extrañas ideas de Misato, que, para Asuka, carecían de toda lógica y sentido. Una vez se terminó la misión en el volcán, Misato, llevando a Asuka y Shinji en su automóvil, se enrumbó directamente a un balneario de aguas termales.

Durante los treinta minutos que duró el recorrido en la carretera, Asuka, completamente quieta, ni siquiera atreviéndose a hablar o a mirar a sus acompañantes, no podía sacar de sus pensamientos el miedo que experimentó al creer que moriría. Desde que fue seleccionada como la piloto del Eva 02, presumiendo su valentía, Asuka solía vanagloriarse de su bravura y su temple al momento de pilotear.

Sin embargo, empezando a derrumbarse la fachada de invencibilidad y supremacía que había construido sobre sí misma, Soryu, con impotencia, comenzó a darse cuenta que las cosas en el campo de batalla, no se parecían, ni remotamente, a los simulacros y entrenamientos que realizó en Alemania. Cada ángel era distinto al anterior, por lo tanto, no era posible derrotarlos empleando la misma estrategia o táctica.

Lo cual, consecuentemente, implicaba también el necesitar de ayuda para ganar y sobrevivir.

– Sigo viva, pero no gracias a mí misma.

Luego de permanecer estática observando su propio reflejo por una eternidad, Asuka, sabiendo que no contaba con mucho tiempo antes que notaran su ausencia, empezó a desvestirse. Colocándolas en una canasta de mimbre junto a ella, una pieza de ropa a la vez, la germana fue desnudándose hasta quedar sin ninguna prenda de vestir que la cubriese; empero, con rapidez, tomó una toalla para envolverse.

A pesar que su madre era japonesa y que en sus propias venas corría sangre nipona, Asuka, sintiéndose más identificada con su lado europeo y alemán, simplemente no llegaba a entender ni a sentirse parte de muchas de las costumbres y hábitos que conformaban el diario vivir de los japoneses. Dormir en el suelo, usar palillos para comer y utilizar un sistema de escritura tan complicado, eran ejemplos de ello.

Y en este caso en particular, estar totalmente desnuda con desconocidos rodeándola, no era algo de su agrado. No obstante, no pudiendo permitir que su reputación de ser una chica tenaz y temeraria se viera más mancillada, Asuka, recurriendo a su arrogancia, tragó saliva antes de correr la cortina que la separaba del exterior. Así pues, con un tirón, Asuka sintió la luz del sol golpeándola de lleno en su faz.

Tratándose de un sitio turístico muy tradicional y antiguo, las construcciones estaban elaboradas en su totalidad con madera, lo cual, al comenzar a caminar hacia las afueras, le dio la impresión a Asuka de haber retrocedido varios siglos en el tiempo. Aunque, robándose un detalle su atención por completo, sintiéndose aliviada y afortunada, Soryu se percató que era la única persona a la vista en aquel sitio.

A unos diez metros de distancia, rodeada de plantas decorativas y frondosos árboles, se hallaba la orilla de las pozas con aguas termales que, emanando una etérea y delicada neblina de vapor, ponía de manifiesto lo calientes que se encontraban. Una pared edificada con bambú, partiendo esa gran área a la mitad, impedía que los hombres y las mujeres se vieran desnudos entre sí al flotar en las albercas.

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