taste like blood

━━ ; DOS.

¿Qué era ese sonido?

Primero se siente frío, luego tu mente se nubla.

Cuando creas estar demente es porque ella está cerca.

Nayeon era demasiado curiosa, algo que le traía problemas con sus padres. Mientras ellos excusaban su miedo en sus creencias religiosas, Nayeon prefería dejarse llevar en lo desconocido.

Muchas veces era una sensación difícil de manejar, tanto así que, en el fondo, ella creía ser única contra los demás. Nunca consiguió que alguien más pensara como ella, nadie era tan curioso y sin miedo como Nayeon.

Después de escuchar la historia de Jung, comenzó a creer firmemente en que ella tenía que descubrirlo por su propia cuenta. Sus padres no aceptarían esto, lo sabía, porque eran cobardes creyentes en que Dios les protegería de cualquier cosa si se mantenían fieles a él. Pero Nayeon fue diferente desde siempre, nunca pensó en algo tan loco como un ser todopoderoso al que jamás vió.

La primera y única vez que enfrentó a su familia ella la pasó mal, siendo castigada de forma horrible por ello. Aún tiene cicatrices en la espalda.

Demasiado para una niña que sólo tenía nueve años.

Eso le sirvió de lección pero una muy contraria a la que sus padres querían. Nayeon se dió cuenta de que tendría que vivir con su curiosidad ella sola, tendría que mantener sus pensamientos lejos de ellos, de los demás que tenían miedo.

Bien recuerda una noche hace un tiempo cuando habían llegado al pueblo, esos susurros incomprensibles en su oído y el frío en todo su cuerpo, comenzó a sudar y se despertó de golpe. Tenía la respiración agitada y su corazón latía más fuerte que nunca. Nayeon no durmió bien por días, era como un demonio invisible viviendo con ella y dándole sustos por diversión. Jamás se lo contó a nadie, no tenía gente de confianza.

Por eso ella sentía una conexión con el bosque y la historia de Jung, no había nada que la llamara más que eso.

A veces sentía sangre en su boca y la escupía, viendo ese líquido de un rojo tan oscuro que casi no parecía de ella. Nada de eso la asustaba, Nayeon no le tenía miedo a lo desconocido.

Tampoco le tenía miedo a la muerte.

—¿Qué piensas?

Volvió a la realidad, dándose cuenta de que estaban en el bar del pueblo. Su familia había salido para pasar una buena noche con la gente, quienes les querían tanto. Los Im eran demasiado bondadosos con las personas, demasiado queridos.

Miró a Jihyo quien esperaba una respuesta.

—Nada importante—contestó negando con la cabeza.

—Lo parecía, he estado hablando mucho y no me decías absolutamente nada.

—Lo siento, Jihyo. La verdad es que todavía me cuesta adaptarme al pueblo, son todos muy interesantes pero suelo ser tímida–por supuesto que estaba mintiendo, ella no le diría que pensaba en las posibilidades de ver en persona a lo que llamaban "el diablo".

—Tranquila, podemos ser buenas amigas—sonrió amablemente y la empujó un poco con el hombro de forma amistosa—. Mañana habrá algo así como una despedida, mi amiga Jeongyeon se va del pueblo por un tiempo. Es curiosa, así que se va a otros pueblos a conocer un poco más. Está loca, si me lo preguntas a mí. Jamás saldría de aquí aunque me dieran cien vacas por ello, es el único lugar seguro que conozco.

Nayeon se quedó pensando en sus palabras, Jeongyeon parecía ser alguien que podría tener la misma curiosidad que ella. ¿Podría finalmente haber encontrado a alguien en quien confiar sus pensamientos? La idea no le desagradaba incluso si siempre estuvo ella sola.

—Podrías venir, será divertido—terminó Jihyo.

Nayeon no pensó mucho y dijo: —Por supuesto.

Ella no sabía en lo que se estaba metiendo.