Al otro lado de tu ventana.

Uno.

-Hola Naomi.

¿Qué lees?

Por cierto, mi nombre es Alex.

-Hola Alex.

Leo El chico de las malteadas.

Disculpa, ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Te he visto en algún lado?

-Oh, eso... Creo haberte visto por las escaleras.

- ¿No te parece extraño que un desconocido sepa tu nombre?

-Me parece más extraño que tires piedritas por mi ventana. Espera, ¿Estas son piedritas de peceras? La pecera de mi pez tiene unas iguales.

-Buen punto. Sí bueno... No tenía nada más que lanzar.

-Jajaja, tal vez simplemente me hubieras saludado, ¿Sabes? Ni siquiera sé qué hago aquí arrodillada y lanzándote piedras.

- ¿Realmente no quieres saber quién soy?

- No, si te conocí y no te recuerdo es porque probablemente no causaste una buena impresión en mí.

Bueno... solo te hablo porque vi que mi mamá te abrazó.

- Perdona, pero ya que no nos conocemos tenemos que pasar por la desagradable presentación.

Mucho gusto señorita, me llamo Eric.

-Mentiroso, me habías dicho que te llamabas Alex.

Oh por tu sonrisa diabólica ya entendí a qué juegas.

Bueno. Mucho gusto señor Eric, me llamo Flor.

-¿En serio, Flor? ¿No podías inventarte un nombre que combinara con Eric?

- Flor está bien. ¿Para qué quieres que combinen?

- Oh, eso... nada.

- ¿Alex estás sonrojado?