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Quería hacer esto específicamente con dottore porque, ¿Quién no quiere a este desquiciado?
Así que voy a escribir guiándome de cómo creo que seria Dottore y también de otras personas que leí pero solo por como serian sus reacciones, solo por e...
Las cosas tomaron el camino que la Zarina decidió, Fatui por Fatui haría la dieta dictada de consumirla, seria de gran ventaja más allá de las habilidades dadas por sus máscaras.
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Los días pasaban con lentitud y el trabajo se volvía más pesado con el tiempo. Pero las cartas que recibías por tu amado te hacían el trabajo más ligero y más motivado.
Debido a la ausencia de Dottore tu ibas a las reuniones que habían entre los Heraldos y la Zarina. Hacías todo lo que el por lo que fue normal para los Heraldos verte.
Mayormente no hablabas, permanecias callado escuchando atento los debates. Alguna que otra vez dijiste algo aportando y opinando porque en gran parte te incumbia en tu trabajo.
Hoy había una reunión y como ya era habitual desde hace más de dos meses, escuchaste como opinaban al respecto de Natral, debido a que Capitano debía ir nuevamente a aquella nación.
Te interezo más su conversación cuando tenían la intención de averiguar a fondo sobre Murata, La diosa de la guerra. Gobernante de aquella ardiente nación.
Precionabas tus dientes mirando de mala gana la nada al recordar tus encuentros con dicha mujer. Ellos seguían hablando hasta que escuchaste tu nombre.
— Xion. Dijiste que naciste en Natlan, no hay información alguna de su diosa, tienes idea de porqué? — Cuestionó tu amigo.
Volteaste a verlo disolviendo tu mala mirada. Pensaste por unos instantes, haciando memoria de lo horrorosa que fue tu vida allí. Todos notaron el disgusto en tu rostro.
— No. — Negaste mirando cualquier otro lado.
Nadie dijo nada más al respecto, este tema debía investigarse a fondo. Por la desgraciada ausencia permanente de Signora era un trabajo agobiante ya que era quien empezó a encsrfanse de la toma de Gnosis y la imbestigacion completa de lo que se debía saber para tenerla.
La reunión siguió por un largo rato, como en cualquier otra, apenas todo se resolvió o se llego a una solución todos se retiraban.
Estabas de mal humor. De no ser por un autocontrol habrias matado a los Fatui que se te cruzaron en el camino. Odiar era poco ante lo que sentías por tal diosa.
Casi pateando la puerta de tu habitación que compartías con tu novio, entraste refunfuñando.
Estabas tan sumido en tus pensamientos que lo único que hisiste fue tirarte a la cama boca abajo. Seguiste gruñendo y quejándote por un rato golpeando con tus manos las frazadas.
Sin fuerza o ganas alzaste la cabeza pensando, tus pupilas de forma inconsiente fueron hacia todas las cartas que te envío tu novio.
Desde la primera carta con su arete y ahora tu broche. El siguió enviandote varias más, aseguraba su bien estar y sus exitosos proyectos.
A su vez, te regalaba una que otra cosa pequeña que atesorabas. Suspiraste despejando tus sentimientos, te removiste de la cama sentándote.
Con una sonrisa dulce y los ojos cansados tomaste una de las cartas mirándola y moviendo tu pulgar ligeramente sobre ella.
De tan solo pensar en el todo se nubló, todo era calidez y dulzura. Una gran felicidad, calma y preocupación. Tantos sentimientos que te cegaban que terminaste por tomar varias cartas y abrazarlas precionaldolas sobre tu pecho.
Luego de un gran y delicado abrazo volviste a dejarlas sobre la cama, recordaste que debías responder la carta que había mandado esta mañana.
Te levantaste buscando las cosas necesarias, te dirigirte al escritorio y sin dudar al tomar la pluma escribiste sin pesarlo mucho.
Con el pasar de los versos escribías lo mucho que lo extrañabas y deseabas que volviera. Querías dormir junto a él como acostumbrabas, sentir su aroma, que experimentará contigo y te hiciera más masoquista con cada travesía.
Moririas con tal de poder sentir su fría piel, sus manos sobre ti, sus celos y sonrisa sádica. Sus palabras filosas y rara vez sutiles. Sus besos que llegaban a ser los más tiernos a los más bruzcos y desesperados.
Todo de él, lo extrañabas tanto que tu propia conciencia te hacia querer correr hacia su clones, pero sabias que por iguales que fueran no era el original.
En las lejanías de el gran palacio tras mandar tu carta hasta los grandes bosques de Sumeru.
Dottore reia y se deleitaba con cada verso, cada palabra que leía en tu carta. Al igual que tu el quería volver y no dejarte más, estaba ansioso de verte, de tan solo pensar tu rostro emocionado al verlo que a su vez podría llorar por la angustia que de forma constante que te daba.
El tiempo pasó con normalidad para el, pero era eternamente lento su reencuentro contigo. Varias veses había pasado a esta altura que torturaba de forma repulsiva por su impaciencia.
Nuevamente al tranquilo momento en el que leía tu carta, sentado en un gran sillón con un brazo apoyado en este y su ligeramente tocando su rostro.
— Solo unas pocas semanas más, pronto volverás a mis brazos, Xin — Sonrió.
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Insanidad
Voy a terminar muerto si no logro encontrar la forma de que me convezcan las historias. :)
Awevo! Agradezco los votos y el ( apoyo?) Agradecido, agradecido la verda gente SJAJSHAJ ;b
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