Historia I: Lost in my mind

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Sentí una fuerte brisa la cual corría por mis pies hasta llegar a mi cara, ese fue el detonante para que mis ojos se abrieran de par en par dándome una vista de lo que tenía en frente.

Me encontraba acostado mientras observaba la copa de los árboles que me rodeaban, eran enormes y parecían antiguos, daban una oscuridad espesa aunque yo sabía perfectamente que era de día pero ahí dentro era casi imposible saberlo. Me senté y empecé a observar a mi alrededor, árboles gigantes y pequeños arbustos llenaban el lugar y entre toda la oscuridad que albergaba ese bosque vi una luz, tenía que seguir esa luz, salir de este sombrío lugar.

Así puse como objetivo salir de ahí. Me dispuse a pararme. Ya de pie empecé a andar en esa dirección, no parecía estar lejos pero mientras caminaba sentía como si me observaran, me giré varias veces para así poder ver a quién me observaba pero no veía a nadie, seguí caminando pero ya el miedo recorría cada parte de mi ser, solo bastó con escuchar como una rama se rompía detrás de mí para que mis pies echaran a correr por propio impulso.

La luz cada vez se hacía más grande y visible, hasta que llegué afuera. Era hermoso, me encontraba encima de una gran colina y a mis pies un bellísimo prado verde brillante se sernia hasta el horizonte con un lago azul en el centro en donde debían de habitar muchos peces. La vista era bella, decidí sentarme a varios pasos del bosque del cual había salido. Las mariposas volaban libremente por el prado, el cielo de su azul tan impecable bañado por nubes que le daban el toque perfecto, ver todo esto llenaba de paz a cualquier persona.

Mire a la izquierda y vi la silueta de una persona, una mujer, mientras se iba acercando más me daba cuenta de lo hermosa que era, ella era la mujer más hermosa que mis ojos hallan profanado alguna vez. Se estaba acercando tal vez yo le gustaba, su cara me parecía familiar, como si ya la hubiera visto antes, pero no la reconocía, me atreveré y le diré algo para impresionarla, solo debo esperar a que se acerque más. Mientras se seguía acercando el cielo se iba nublando con enormes nubes grises, no importa, así este lugar se ve bonito igual y seguiré teniendo oportunidad de hablarle. Cuando ya estaba tan cerca levanté la mano y aunque la vergüenza me recorrió el cuerpo dije:

-Hola, eres de por aquí guapa --que mierda he hecho, dije lo único que me imaginé, estoy acabado-.

-Hola -su voz, su voz sí que vuelve a este lugar
algo realmente interesante- no,
no soy de aquí pero me gusta venir y observar.

Cuando acabó de decir eso se acercó, me sentí único en ese momento, que podía con todo, de pronto una de sus manos subió a mi hombro derecho, en cuanto miré donde puso su mano sentí una gran punzada en el hombro izquierdo. En cuestión de milésimas de segundo todo se había puesto negro y mi car restregaba el maldito piso.

Volví a abrir mis ojos, lo hice con pesar, mis párpados pesaban tanto, esta vez me encontraba en un cuarto blanco, bastante pequeño, donde habían cuatro cosas, un espejo, un pozo considerablemente grande con referencia al cuarto, una cama y yo tumbado encima de la cama. Me sentía preso, tal vez fuera mi ropa, pero también me sentía mareado, con náuseas.

Me puse de pie de inmediato, me puse de frente al espejo aunque el pozo estuviera en medio y no pudiera acercarme más, ese pelo castaño perfectamente peinado con solo una pequeño flequillo rebelde era mío sin duda, al igual que esos ojos color café, esa nariz considerablemente grande pero que en mi cara se ve perfecta junto a mi boca rosada. Si, era yo.

El pozo me daba un poco más temor, me acerqué lento pero seguro, estaba muy oscuro, intenté mirar el fondo pero todo era tan oscuro. De pronto se iba haciendo claro el fondo, se encontraba un muchacho parado mirando hacia abajo, miraba sus manos, tenía el pelo revuelto, tal vez quería ayuda pero antes de poder decirle nada mire a su alrededor y vi cuatro cuerpos a su lado, no podía distinguirlos pero poco a poco me di cuenta de quienes eran. Casi me da algo cuando lo descubrí, mis cuerpo entero empezó a sudar intensamente y regresaron las náuseas.

Uno de los cuerpos era grande, bastante maduro, pelo negro como azabache pero con destellos de la vejez, ese era mi padre, otro cuerpo un poco más pequeño tenía el pelo corto, sobre sus hombros y era de color castaño como el mío, su rostro fue lo primero que vi al nacer era perfecto, esa era mi madre, los otros dos cuerpos eran de mis hermanos mayores, eran casi idénticos pero todos estaban muertos.

Volví a mirar al centro en busca del chico pero no estaba, mire debajo de mi y su cara estaba a centímetro de la mía causando un gran espasmo al ver quién era el chico.

Tenía el pelo revuelto, sus ojos parecían estar inyectados con rabia y su boca estaba reseca y cuartiada, pero sin lugar a dudas era yo. Mire al espejo y era la misma cara que había acabado de ver, era yo.

Desperté, lo primero que vi fue a la chica de la colina enfrente mío, estaba vestida de blanco, como una enfermera, rápido mire a todos lados y vi paredes blancas acolchonadas, sin ningún avistamiento de ventanas o algo similar.

Miré mi cuerpo y entendí porque me sentía atrapado, un traje blanco y ajustado que me impedía moverme estaba puesto en mi cuerpo.

-Hola -dice ella mientras en su boca se escurre una sonrisa triste- lamento que el día que se suponía fuera el más feliz de este año para ti sea el más triste y más a tu pesar, el día que llegaste a este mundo es el día en que te vas.

Entendí a la perfección lo que dijo. No se lo que me pasó pero cuando tenía 17 asesiné a mi familia entera, alguien me dijo que lo hiciera pero nunca llegue a entender con claridad que ese alguien había sido mi propia mente.

Hoy cumplo 18 y estoy condenado a muerte.

Pero tal vez mi familia no sea a las únicas personas que lleve conmigo cuando hay una enfermera tan hermosa cerca de algo tan peligroso como yo...

Los Pasajes De Mi MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora