Yoongi está harto de su matrimonio, de sus hijos, de su vida, pero, por suerte, siempre habrá un lugar al que pueda escapar para reemplazar los gritos de su mujer por los deliciosos gemidos de Kim Taehyung.
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Para la sociedad, la familia del presidente Min es completamente envidiable, formada por el dueño del prestigioso estudio cinematográfico, Min Yoongi; la galardonada actriz Shin Suran y sus dos pequeños hijos mellizos Min Moon-Dae y Min Myongdae, actualmente la actriz ya esperando al tercero.
Son el claro ejemplo de una familia perfecta, Yoongi amando incondicionalmente a su esposa, y viceversa, Suran siendo la mujer ideal dedicada no sólo a sus hijos y esposo, sino también con su carrera, continuando siendo la mejor actriz que Corea del Sur haya podido tener.
Todo un ícono.
O eso hacen creer delante de toda cámara y persona que se les cruza por enfrente, pues, al cerrar las puertas, los niños salen de los brazos de su padre, para correr a encerrarse a su habitación, no queriendo escuchar a sus progenitores pelear, mucho menos acercarse a ellos quienes en realidad son tan indiferentes con ambos infantes.
Una vez la puerta del último piso se escucha azotar, Shin le da la espalda a Yoongi, y éste último se prepara para el reclamo por alguna estupidez que él ni siquiera recuerda haber cometido.
Camina al bar de su mansión, toma una copa y en ella vierte lo que será un gran trago de whisky, sabiendo que necesitaría más que eso para seguir soportando a su mujer, quién en ningún momento ha dejado de seguir sus pasos.
—¿A qué hora planeas comenzar con tu mierda? –pregunta Yoongi después de terminar su copa de whisky.
—¿Mi mierda? –la mujer ríe incrédula. –¿Ahora es mierda mía tener que aguantar que me toques frente a las cámaras? ¡Estoy harta de ti, Min Yoongi!
—Deja de decir estupideces, Suran. –Yoongi responde con hartazgo. –Te abracé y te di un beso en la mejilla, no te follé frente a las cámaras.
—Ni siquiera soporto tus manos encima de mí, mucho menos tus asquerosos labios. –gruñe la mujer.
—¿Y por qué mierda sigues aquí? –menciona Yoongi, con una calma que aumenta la ira de su esposa. –¡Oh! Es verdad, tengo que esperar a que en algún momento decidas asesinarme para cobrar el seguro de vida que he dejado a nombre de mis hijos antes de que sean mayores de edad, ¿no?
—He soportado tu mierda desde que mi madre me obligó a casarme contigo, merezco más esos doscientos millones de dólares que tus malditos engendros. –suelta Suran con veneno.
—Tal vez necesites esforzarte un poco más, jodida loca. –sonríe Yoongi con cizaña.
—¡Estoy cansada de tí, Min Yoongi! –grita la mujer furiosa.
—No pienses que estoy feliz a tu lado, Suran, hago esto por mi empresa. –Yoongi comienza a levantar la voz, dejando que la ira se apodere de él. –¡Si estuviera en mis putas manos ahora mismo estarías en la calle maldita perra!
