Un amor para siempre (Completa✔️)

JADE

Sus ojos negros y brillantes observaban desde el suelo del baño. Su cabeza estaba apoyada sobre sus patitas delanteras sin intención de levantarla para ver quien había llegado a interrumpir su descanso.

Era una bola de pelos negros, solo se veía el alma de ángel a través de su mirada, pero por el poco interés que demostró en la persona que estaba de pie junto a la puerta daba a entender que su bienestar estaba primero antes que nada; que la vinieran a adoptar significaba que se iría de aquella casa que le daban de comer.

Allí podía disfrutar del frío piso de la habitación donde los humanos se echaban agua de una fuente con pequeños agujeros que nombraron como ducha, o se quedaban horas sentados en el sanitario, pero para ella solo era un instrumento con una boca grande que podía ver cuando la señora María la llevaba en brazos.

Por tanto no percibía para nada atractiva la idea de salir de aquel lugar, ¿quién le aseguraba que la nueva dueña no sería peor que la anterior? Aún así no podría opinar, al parecer los humanos no habían desarrollado la capacidad de entender lo que quería decir con sus quejidos, todavía era pequeña para ladrar como había oído a su madre(lo más importante que extrañaría al marcharse).
De todos modos intentó hacerle comprender a la nueva humana que no le gustaba la nueva casa. Se quejó toda la noche de que la cobija era fea, que el olor de su madre no estaba por ahí. Lloró porque el suelo no era como el del antiguo baño, luego porque tenía hambre y entonces al extrañar todavía más a su madre.

La nueva dueña no pudo dormir ese día, decidió llevar una mascota a la casa a pesar de que su padre le advirtió que tendría que hacerse responsable, tendría que llevarla al veterinario y recoger todas las suciedades que a este animal se le antojara hacer. Por eso se levantó en la madrugada al escuchar los gritos de angustia de la perrita, le echó un poco de leche en un plato pensando que tendría hambre, pero después de que vio que se la tomó sin dejar gota y luego volvió a llorar como un bebé pequeño, no supo cómo calmarla. La solución que halló fue meterla en la cama con ella para que el calor la mantuviera callada. Funcionó.

—Te llamarás Jade—dijo un día la nueva dueña—. Es un nombre raro, pero eres especial como las piedras preciosas, así que debes llamarte como una—sentenció.

La bola de pelos estaba olisqueando la hierba que crecía en el patio cuando escuchó su nuevo nombre, al principio no le entusiasmó demasiado, pero entendió que ser llamada como una piedra preciosa era realmente especial, en un final era mejor que ¨Bola de pelos¨ como la llamaban anteriormente. Contenta de que la nueva dueña la veía tan hermosa se dirigió al salón donde los humanos de la casa se sentaban a reírse frente a una pantalla luminosa y se agachó junto al sillón para hacer pis, así demostraría que estaba amando su nuevo hogar.

Hubo mucha bronca por este motivo, pero la nueva dueña dio razones con bases fuertes para quedarse con la perra. Sin olvidarse de decir que la salud del corazón humano era mucho mejor con un miembro canino en la casa. Por suerte finalmente ganó la batalla.

Después de varias semanas la perrita tenía ganas de jugar por lo feliz que estaba, solo que se salieron las cosas de control al no tener nadie en casa que la regañara; usó para divertirse las medias de su nueva dueña que estaban sobre una silla frente a la cama. Las mordió con fiereza como toda una gran pastora y se dio cuenta que además de ser divertido la ayudaban a calmar la comezón en las encías.

Se quedó dormida hasta que a media mañana llegó la nueva dueña y fue testigo de todo el desastre, la regañó tan fuerte que creyó que le pegaría como su antigua ama, se sintió mal por hacer enojar a la nueva dueña y se encogió en un rincón con miedo a ser agredida. Sin embargo, la nueva dueña le dijo que no le haría daño, que por muy enojada que estuviera no la golpearía jamás.
Jade salió poco a poco ante las palabras de ternura y sobre todo por la sinceridad que vio en los ojos de la nueva dueña.