—¿Y todavía no aparece?

—No, y Víktor no quiere que ninguno entre a las habitaciones hasta que alguien de seguridad las haya registrado todas. No es que dude de los seguros, pero es mejor prevenir que lamentar. Sabes el tipo de personas de las que se rodea esa Aysel, no me sorprendería que encuentre cómo abrir las puertas.

—¿Y si ella no está aquí?

—Si no aparece para cuando los de seguridad hayan registrado toda la mansión, podrán volver a las habitaciones tranquilos y ya será problema de Dain.

Sinaí frunció el ceño y miró a Axer de reojo.

—¿Por qué ella haría eso de escabullirse así de su esposo?

—Tal vez estaba disfrutando de la fiesta —sugirió Axer, pero su tono no parecía indicar que creyera eso.

Diana siguió su camino en cuanto la pareja entró nuevamente a la sala que ya parecía una disco. Las personas estaban despeinadas, algunos empapados y desvestidos por haber salido de la piscina directo a la pista de baile donde sonaba Gatubela de Karol G.

Verónika misma estaba descalza y con el cabello mojado, aunque podría ser por el sudor, ya que estaba bailando con una mujer delante y otra detrás firmemente anclada de manos a sus caderas, todas bañadas de las luces de colores.

Axer resopló y tomó a Sinaí del brazo para sacarla hacia el área de la piscina donde había una legión de genios desacatados tanto en el agua, fuera y en las sillas de playa.

—No se puede hablar adentro con ese escándalo —explicó Axer a Sina, apenado por la manera en que la tomó del brazo.

—No te preocupes —contestó ella con su alma atestada de brillitos. ¿Cómo pudo haber estado tan ciega? Ese hombre se desvivía por su bienestar, y no solo no quería presionarlo sino estaba bien con todo eso de aquel modo en que habían pactado, pues era la proximidad más sana que habían tenido hasta entonces.

Sinaí se fijó en las personas que estaban sentadas en círculo girando una botella y besándose entre ellos.

—¿Tu padre permite esas cosas en su casa?

Axer se encogió de hombros.

—Es el turno de Verónika, él no puede interferir en eso.

Sinaí recordó al mirarlos una fiesta en el pasado cuando ambos habían jugado verdad o reto sin siquiera conocerse. Cuando Sina ni sabía que Verónika era hermana de Axer.

Sonrió a acordarse de las veces que María le envió el sticker de "Hoy follo".

Ojalá María estuviese bien, sin importar dónde.

El tiempo llevó a Sina a entender los matices de la amistad, y cómo era de diferente a un simple compinche y podía manifestarse en la medida en que Sinaí deseaba lo mejor para María sin necesidad de estar presente.

—¿Quieres sentarte? —le preguntó Axer de pronto.

—No hay espacio —señaló ella mirando las sillas ocupadas—. A menos que te quieras sentar en el piso.

Axer la miró con mala cara.

—Preferiría pasar la noche sentado en mi inodoro, con toda probabilidad estará más limpio.

El ruso recorrió el lugar con una mirada despectiva notando el piso manchado de agua, huellas y alcohol.

—No —corrigió—, me refería a sentarnos en una de esas sillas. Es mi casa, Nazareth. Si les digo que vacíen la piscina porque mi novia quiere nadar sola, tendrán que hacerlo.

Nerd 3: rey del tablero [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora