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Después de conducir durante horas, paro en una gasolinera para hacer mis necesidades y luego comprar algo de comida. Me detengo, estaciono en un lugar frente a la puerta y salgo. Todo el lugar se ve viejo y lúgubre. La puerta de vidrio se abre con un fuerte sonido que hace que el hombre que alguna vez estuvo dormido recupere la conciencia.
Era un hombre flaco con rastas naturales y una camiseta de banda holgada, probablemente un marihuanero. Parece de mi edad, pero las bolsas de sus ojos pesados hacen que sea un poco difícil saberlo.
"¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?" El hombre tartamudea sentado erguido. Lo despido con una sonrisa.
"No será necesario". Mis ojos gravitan hacia las esquinas en busca de un letrero de baño. En el extremo izquierdo encuentro un pedazo de papel verde neón con el baño garabateado con un rotulador probablemente seco.
Me acerco a la esquina y encuentro el baño de mujeres. Esperaba que fuera asqueroso y sucio, pero estaba sorprendentemente bien cuidado.
Después de terminar mi negocio tomé dulces que quería de los estantes. Sour Patch Kids, Dr Pepper, una bolsa de Ruffles y té verde. Me acerqué al mostrador con todas mis cosas y las puse sobre la mesa.
El hippie y yo hacemos contacto visual y le doy una sonrisa amable que hace que desvíe la mirada al instante.
"¿Eso es todo?" Preguntó mansamente.
"¡Sí, eso es todo!"
"Está bien, serán 15,50". Saco la billetera de Mickey de mi bolsillo y saco un billete de veinte y lo pongo en el mostrador.
"Quédate con el cambio." Cogí mis mercancías en bolsas ignorando las protestas del hippie que me llamaba para que me llevara los 4,50 extra.
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Habían pasado horas hasta que encontré un lugar algo no extremadamente inseguro para pasar la noche. Aparqué el vehículo rojo oxidado frente al motel antes de entrar.
"¡Hola señorita!" Un joven, unos años mayor que yo, sonrió cortésmente. Me sorprendió un poco el gesto, ya que todos en un radio de 30 millas eran enfermos mentales o drogadictos.
"Hola, me gustaría reservar una habitación para pasar la noche". Le doy al hombre una sonrisa.
"Por supuesto, ¿necesitas ayuda con tu equipaje?" El hombre de voz suave ofrece.
"No es necesario, no tengo ninguno". Lo despido. Inmediatamente después de agarrar rápidamente las llaves, se vuelve hacia mí con una expresión confundida.
"¿Por qué es eso, señorita?" Inclina la cabeza lentamente entregándome las llaves.
"Por favor, llámame, Quinn". Parpadeo desviando la conversación de mi ausencia de equipaje.
"Oh, bueno, es un placer conocerte, Quinn. Puedes llamarme, Norman". Él sonríe una vez más. Siento que mi rostro se suaviza ante su amabilidad. Cojo las llaves y justo cuando estaba a punto de girar me interrumpen.
"¿Estás segura de que no necesitas una mano con nada?" Me giro y veo a Norman mirándome con sus suaves ojos color chocolate que hacen florecer incluso un corazón marchito como el mío.
"¡Qué caballero! Pero no, estoy muy bien, gracias por tu generosidad". Giro sobre mis talones y me dirijo a la puerta. Justo cuando estaba a punto de cerrarla, me volví hacia Norman, que todavía me miraba. "Que tengas buena noche". Saludo antes de cerrar la puerta.
"Tú también."
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La habitación no estaba tan mal considerando todas las cosas. Norman parecía dulce, bien educado, a diferencia de la mayoría de los hombres en mi vida. Me río para mis adentros ante la idea.
Probablemente debería pedir la dirección de regreso a... donde sea que estuve antes.
Salgo de mi habitación para ir a buscar a Norman. Compruebo la recepción, pero veo que las luces están apagadas y que Norman no está por ningún lado. La única luz que iluminaba la habitación eran las tenues luces rojas de un reloj colocado en el mostrador que decía "3:27". Entro en la habitación mirando la puerta trasera.
"¿Norman?" Llamo pero me responden con silencio. Oigo un crujido detrás de mí. Suspiro dramáticamente en derrota y me doy la vuelta para salir.
Crack
"¡Jesús! ¿¡Qué diablos!?" Le grito sorprendida al hombre que está parado frente a mí, como si no supiera que estaba allí en el momento en que entró.
"¡Oh! Lo siento mucho, señorita. No fue mi intención asustarla". Norman se disculpa profusamente ayudándome a calmarme.
"Está bien, simplemente no sigas acercándote sigilosamente a las chicas en la oscuridad". Me río. Las mejillas de Norman se oscurecen a un suave tono rojo.
"E-Entonces, ¿qué necesitabas?" Norman pregunta tímidamente.
"Oh, claro, me preguntaba si tenías un mapa o algo para llevarme de regreso a Windsor". Sonrío cortésmente.
"Oh, por supuesto, toma". Norman saca un mapa de debajo de su escritorio y lo pone sobre el mostrador alisándolo. "Estamos justo aquí, y Windsor está por aquí". Norman desliza su dedo por el papel a poco más de un pie de distancia.
"¿Y qué tan lejos es eso?" Pregunto aparentemente preocupada.
"Um, alrededor de 4 horas". Gimo hundiendo la cabeza. Enderezo la espalda para mirar a Norman.
"¿Te importa si tomo eso?" Señalo el mapa.
"No, por supuesto que no, por favor tómalo, tengo más". Él se ríe.
"Muchas gracias, Norman". Sonrío pasando el papel. Le doy un beso amistoso en la mejilla antes de salir y regresar a mi habitación.
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Mi sueño apacible fue bruscamente interrumpido por el sol, que me dio directamente en los ojos.
Momentos como estos me hacen anhelar el dulce abrazo de la muerte.
No importa, me levanté de la cama y salí de la habitación con lo único que tenía en mi poder: la llave de la habitación y las llaves del coche. Voy a la recepción y veo que Norman está allí. Me nota y sonríe.
"Espero que haya disfrutado su estadía, señorita". Dice mientras pongo la llave en el mostrador.
"Te dije que me llamaras, Quinn, ¿recuerdas?" sonrío.
"O-Oh cierto... Espero que hayas disfrutado tu estadía, Quinn." El moreno murmura tímidamente rascándose el cuello.
"Lo hice, gracias por tu generosidad, Norman. Espero que nos volvamos a ver". Saludo con la mano cuando estaba a medio camino de la puerta.
