Parte 29.

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-Papá, voy al baño. -Mi padre asintió, y por fin pude despegarme de su lado.

Vale, habitación 309. Afiancé el agarre en mi bolso y comencé a andar hacia allí. Cerciorándome de que nadie me veía.

Giré la cabeza una vez más hacia atrás antes de girar a la derecha, y vi a mi padre hablando con una enfermera. Ella no paraba de tocarse el pelo, y mi padre parecía estar en la conversación más aburrida de su vida.

Larry, uno de los nuevos compañeros de mi padre, custodiaba la famosa puerta de la habitación 309. Numerosos periodistas, fans y admiradores habían querido cruzarla para tener unos minutos de gloria con el hombre más temido del momento.

Ashton Frederick.

Sabía que Larry le tenía miedo a mi padre, por lo que no sería complicado deshacerme de él.

Me acerqué y le sonreí.

-¡Beca! Cuanto tiempo.

-¡Larry! ¿Todo bien?

-Hombre, estar seis horas diarias delante de esta puerta me pasa factura. -Dijo, acariciándose la zona de la espalda. -Pero sí, en general todo bien.

-No quiero pensar lo que es estar en tu lugar. -Me sonrió. -A propósito, te llama mi padre. He avisado a Nolan para que haga guardia. -Mentira. -Pero tardará en llegar unos minutos, parece importante, puedo quedarme yo.

-Eh... Claro. -No se lo pensó ni un segundo.

Salió despavorido en la dirección que le indiqué, y yo aproveché para colarme en la habitación. Ashton giró la cabeza nada más oír la puerta, pero no pudo hacer nada más debido a que estaba atado de manos y pies.

No lo dudé un segundo y saqué la pistola, apuntando en su dirección.

-Eres un capullo.

-¿Piensas matarme? Creo que estamos en desigualdad. -Se miró las correas.

-Por tu culpa no puedo vivir tranquila, no puedo ir a ningún sitio con más de cien personas, porque comienzo a ponerme nerviosa. -Tomé aire. -He dejado de ir al cine, a conciertos, a cualquier cosa que implicase contacto con mucha gente por tu culpa.

-¿Qué tendré que ver yo ahí?

-No puedo estar tranquila, sin pensar que me están observando, o que cualquiera de los presentes eres tú o alguno de tus jodidos secuaces. -Esbozó una sonrisa. Yo me acerqué y puse la pistola en su sien, tal y cómo me habían hecho a mí. -No te rías, hijo de puta.

-Venga, mátame. Finaliza lo que el asqueroso de tu padre no fue capaz de hacer.

-¿Por qué te empeñaste en jodernos la vida?  Nosotros no te hemos hecho nada.

-¿Que no me habéis hecho nada? -Soltó una carcajada. -No sabes lo que han sido estos veinte años en la cárcel para mí.

-¿Acaso han sido mejor para mi padre? Todavía se asusta al escuchar una puerta abrirse bruscamente. -Las lágrimas comenzaron a salir inevitablemente. -Nos jodiste la vida, y tienes que pagar por tus actos.

-¿Crees en Dios? -Alcé una ceja.

-¿A qué cojones viene eso?

-Dios perdona.

-Mi Dios es vengativo. -La puerta se abrió de repente, pero yo no fui capaz de moverme.

-Suelta la pistola. -La voz de Larry me inundó los oídos. -Rebeca, por favor.

-Larry, baja la pistola que es mi puta hija.

-Que bajes la pistola.

-Como le dispares, te entierro una bala en la sien. -Me giré a mirar a mi padre, que respiraba con dificultad. -Beca cielo, suelta eso.

-Lo odio.

-Lo sé.

-Me secuestró. -Las lágrimas no paraban de salir.

-Lo sé cariño. Sé que se merece mucho más que estar aquí postrado con tres comidas diarias y una tele. Pero, si le matas, te condenarán por asesinato.

-La vida es injusta. -Contesté.

-Lo sé amor, pero no queda otra. -Me bajó la pistola, y Larry me puso unas esposas.

-Quedas detenida por intento de asesinato. -Mi padre negó con la cabeza, y paró las intenciones de Larry.

-Larry, déjame hablar con ella. Sin esposas. -El chico se apresuró a quitarlas. -Si dices una sola palabra, te mato. -Mi padre le sonrió y le dio un par de palmaditas en la espalda.

Cuando Larry se fue, mi padre me miró y nos indicó que fuésemos a algún lugar lejos de allí.

Al sentarnos en unos bancos fuera del hospital, rompí a llorar de nuevo. Mi padre me estuvo consolando, pero apenas pudimos hablar. Mason llegó al momento y casi le da un infarto al verme así.

Mi padre le contó lo que había pasado, y me dejó con él.

-Nena...

-Es un capullo. -Mason besó mi frente.

-Lo sé, pero no puedes hacer esas cosas.

-Lo siento. -Me hizo mirarle.

-No pidas perdón. Cielo, ahora mismo no estás bien. -Me pegué a él, que me rodeó con sus brazos.

-Siento que tengas que pasar por esto. -Me obligó a mirarle de nuevo.

-Eh, no vuelvas a decir eso. Desde pequeños sabes que estaré contigo en las buenas y en las malas. -Me quitó un mechón de pelo de la cara. -Beca, si estás mal sabes que voy a estar ahí.

-¿Siempre? -Me dio un leve beso en los labios.

-Siempre mi niña.

Aquel primer día (Cs2) RESUBIENDOWhere stories live. Discover now