Capítulo único.

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Por enésima vez en los últimos diez minutos Marcy releyó el párrafo sin lograr traducir adecuadamente su contenido.

Inconscientemente frunció el ceño y su distraída mente rebuscó sin éxito en su vocabulario de runas antiguas, las frases de aquel libro.

Frustrada cerró de golpe el epítome y se puso de pie dejando caer el libro en la mesa de roble, haciendo un sonido hueco en consecuencia.

Uno, dos, tres, cuatro pasos dió hasta que logró llegar a una de las enormes y viejas estanterías repletas de libros y paseó su mano por los lomos.

Su vista viajó por toda la habitación antes de caer nuevamente sobre su libro.

No tenía el más mínimo interés por seguir intentando descifrar su contenido.

Y eso era inaudito viniendo de alguien como ella.

Después de todo Marcy Wu solía ser extremadamente diligente con sus lecciones diarias, usualmente prestaba mucha atención a todos y cada unos de los versículos que el maestro recitaba religiosamente desde las 6:30 de la mañana hasta más allá del mediodía y después solía subir a la biblioteca ubicada en los últimos pisos de la torre de astronomía para continuar estudiando y memorizando un sinnúmero de libros y pergaminos por cuenta propia.

A veces era desgastante.

Pero estaba totalmente convencida de que valía la pena.

¿Quién dijo que la formación para volverse hechicero del imperio era algo fácil?

Sin embargo, su concentración no parecía ser la misma desde hace algunos días.

Girando sobre las puntas de sus pies la pelinegra volvió hacia la mesa y de nuevo levantó el libro que había estado intentando leer.

Marcy era amante del estudio, le encantaban los enormes libros como ese, las historias e información dentro de sus páginas eran tan interesantes que casi nada lograba distraerla de su búsqueda de conocimiento.

Una serie de sonidos metálicos llegaron débilmente a sus oídos y la morena apartó inmediatamente la vista del libro entre sus manos para dirigirse hacia la ventana, casi cayéndose en el último segundo.

Casi nada lograba distraerla, excepto una cosa.

O mejor dicho, una persona.

Su corazón dió un vuelco dentro de su pecho mientras sus ojos oscuros buscaban aquella silueta que se había grabado a fuego en su alma desde el primer día que la conoció.

Una sonrisa se formó inmediatamente en su rostro al encontrar a la chica haciendo un sparring en el campo de entrenamiento con otro cadete.

Anne Boonchuy.

En todo su gallardo esplendor.

La piel de bronce y esos rulos cobrizos atrapados firmemente en una trenza desgarbada  contrastaban con el cyan del uniforme para entrenamiento de los cadetes del imperio.

Su altura y la anchura de su espalda eran notablemente más pequeños que la de los demás estudiantes, lo que la hacía más rápida y ligera, definitivamente Garrett Jansen estaba teniendo problemas para derribarla.

Sus ojos eran como pequeñas almendras, un poco rasgados y curvados hacia el final, una característica usual de las personas de oriente como ellas.

No importaba cuántas veces la haya visto ya, siempre encontraba un nuevo rasgo atractivo en ese rostro.

Ojalá pudiera verlo de cerca alguna vez.

Anne golpeó con la punta de espada la parte posterior de los talones de su oponente haciéndolo caer.

Sorceress x Knight [Marcanne]Where stories live. Discover now