Eclesiastés 3:1

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Reina-Valera 1960
Eclesiastés 3:1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Vivimos en el siglo de lo instantáneo, en un mundo donde las personas corren por la vida sin mucho tiempo. La humanidad se ha resuelto simplificar su vida para hacerla más sencilla y lograr grandes metas con menos esfuerzos y, aunque todo esto es muy bueno, no podemos negar que nos ha acomodado hasta crear en nosotros un profundo sentimiento por lo instantáneo.
Hoy en día, cuando tienes hambre, abres un paquete de refresco y de manera intantánea ya está, al igual que para resolver una cuenta matemática, basta con usar tu calculadora y listo, o para hacer una compra solo basta pedirlo por internet y esperar que llegue en unos minutos. El mundo se está modernizando, y esperamos que las maneras de buscar a Dios, y sus respuestas a nuestras oraciones, se modernicen también.
Date cuenta que mientras más instantáneo se vuelve el mundo, más impacientes se vuelven sus habitantes. Los creyentes en Cristo queremos que la voz de Dios y su respuesta se mueva a la velocidad del mundo, sin entender que la paciencia nos hace movernos a la velocidad de la eternidad. Debemos ser pacientes y esperar la respuesta de Dios, y no tomar una acción sin antes haber sido guiados por Él, no importa cuánto demore esa respuesta.
Hace mucho tiempo entendí que una bendición fuera de tiempo se vuelve en una maldición. Lo que quiero decir  es que cuando tratas de trabajar las promesas de Dios a la fuerza, a perseguir las bendiciones a tu manera, en lugar de esperar en Dios, en verdad verás resultados, pero luego verás consecuencias.
Por impaciencia Abraham engendró a Ismael. Por impaciencia Saúl ofreció sacrificios a Dios sin tener que hacerlo, y fue desechado. Por impaciencia Esaú vendió su primogenitura a Jacob, y así encontrarás muchos más ejemplos a lo largo de la Biblia, de personas que por causa de no tener paciencia afrontaron duras consecuencias.
Una verdad eterna es esta: TODO TIENE SU TIEMPO. De nada sirve que trates de hacerlo a tu manera. No te apresures a tomar una promesa de Dios sin la dirección de Dios, poniendo como excusa: si no lo hago ahora, alguien se me adelantará y me lo quitará. El mismo Dios que hizo la promesa es el mismo Dios que te entrará en la tierra prometida.
Se paciente. Espera en Dios y Él hará.

¡DIOS TE BENDIGA!

Versículos Bíblicos vol.2Where stories live. Discover now