Capítulo 10

533 32 1
                                    

—Caray, Ambrose se ha superado esta vez, Ann —me dice Carrie, una semana después.

Estaciono mi Opel en el parqueo del hotel y al bajar, miro a mi hermana junto a Charlotte y Lisa en la entrada. Hoy es su despedida de soltera no despedida.

Bueno, dicho así suena ridículo.

Ambrose, como regalo de no sé de qué, le ha dado una de sus tarjetas y Sophie ha creído buena idea pagar una suite y pasarlo aquí con nosotras mientras Ambrose se va de fiesta con sus amigos para celebrar que está comprometido. Ambos le han llamada a esto su primera despedida de solteros. Ofrecí mi apartamento de primera mano, e incluso Carrie ofreció el suyo ya que su casera es mucho menos molesta que la mía en cuanto al ruido, pero vamos, nadie querría pasar su noche de chicas en un complejo ridículamente hogareño. En mi defensa, lo hice antes de que Ambrose le diera la tarjeta. Dudo mucho que la despedida de soltero de Ambrose sea tan costosa, pero si mi hermana quiere hacer una pijamada en una enorme habitación de hotel, supongo que no puedo negarme.

Tampoco parece un plan tan malo.

Sophie nos saluda rápidamente antes de que entremos y haga lo que tenga que hacer en recepción. Dice que ha pedido comida a la habitación y tres botellas de champán. Supongo que quiere perder la conciencia esta noche, porque todas traemos, como mínimo, dos botellas de algún licor en el bolso. Carrie ha traído wisky. Su primera opción fue cerveza, pero tomando en cuenta que es de Sophie de quien estamos hablando, preferiría tomar agua antes que cerveza barata. Yo he traído bourbon. Lo tenía en mi apartamento desde hacía un rato y me ha parecido buena idea gastarlo hoy, así que mi cartera sigue intacta, y eso siempre es bueno.

Sea como sea, al menos la mitad de nosotras va a acabar muy mal.

—Qué suerte tienes, Sophie —escucho jadear a Lisa una vez estamos dentro. Definitivamente es su primera vez en una suite. Gira sobre sus propios pies con la boca abierta, admirando el lugar.

Es una chica preciosa con rasgos asiáticos y un cabello tan envidiablemente lacio que no necesito tocarlo para confirmar que es perfecto.

A mi lado, Carrie dice. —También estoy impresionada, pero vamos, no voy a demostrarlo. Nadie necesita saber que soy tan pobre que no puedo darme estos lujos.

No puedo evitar reír. Al cabo de unos cinco minutos de inspección y que nosotras nos encontremos en el comedor sirviéndonos unos tragos mientras Charlotte, Lisa y Sophie están hablando en la cama, Carrie vuelve a hablar.

—¿Sabes, Ann? Yo iba a ser rica —se encoje de hombros, llevándose la copa hacia los labios—, sólo que no sé qué pasó.

Luego de dar un trago, Carrie deja la copa en la isleta, junta las manos mientras mira al cielo en lo que yo sigo riendo de lo que acaba de decir.

—Por favor, Dios, déjame demostrarte que seguiré siendo una buena persona incluso con un sueldo de cinco millones.

—Creo que así no funciona.

Carrie chasquea la lengua. No puedo evitar que el gesto me recuerde Conrad, pero tan rápido como pienso en él, borro el recuerdo de mi mente.

—No, definitivamente no funciona así. Comenzaré a jugar lotería o qué sé yo.

—¿Hay algo para mí? —Lisa entra en el comedor. Han puesto música de alguna boy band en el parlante que Carrie nos ha prestado— ¿Eso es bourbon?

Asiento. —¿Quieres?

—Demonios, sí —toma mi copa, la cual le he tendido y lo prueba. Suelta un gemido a pesar de que el trago es ligeramente amargo—. Papá no me deja tomar. Tiene de estos en la vitrina de licores de la casa, pero nada es para mí. Soy la bebé.

Todas esas cosas que nunca me atreví a decirحيث تعيش القصص. اكتشف الآن