Capítulo 3: Pensando en ti/Un día (One day)

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Anna lo deslumbró. Ella era como una bella muñeca rusa, con facciones delicadas y un carácter risueño, algo que Gabo no esperaría de una mujer rusa.

Por mucho que quisiera no aceptarlo, que quisiera borrarlo para al menos tener una mínima esperanza de volver con Lorenzo, esa era la verdad. Por mucho que su arrepentimiento creciera con cada día que pasara, no podía cambiar el pasado. Si tuviese una sola oportunidad, lo haría sin pensarlo dos veces. Pero, lo hecho ya estaba hecho. Había creído que una simple atracción era mucho más grande e importante que el amor que, ilusamente, había creído se había estancado.

Había cometido el grave error de compararlos, y en ese momento de destello, la balanza se inclinó hacia Anna, y olvidó todo lo que Lorenzo significaba para él, lo que había ocurrido entre ellos, lo que probablemente jamás iba a volver a tener.

Dejó ir a Lorenzo tan fácil, como si todo lo que construyeron en los años que salieron no tuviese importancia. Y Anna no tenía nada de culpa, todo recaía en él. No comprendía cómo tuvo el valor de terminar con Lorenzo, de desecharlo para comenzar una relación con Anna, la cual ni siquiera llegó a florecer. No podía besarla porque su cuerpo no podía borrar a Lorenzo así de simple como creyó. Para hacerlo peor, Anna entendió y se despidió de él con una sonrisa y le dió esperanza. Hubiese preferido una bofetada, maldiciones, una mirada gélida.

Y no hubo día en el que no se recriminó lo estúpido que fue al cambiar a Lorenzo. Cada día, trataba de buscar una manera de que Lorenzo regresara a su vida. Pero, solo se estaba engañando a sí mismo, pues aún si lograba el perdón de Lorenzo, no sería lo mismo, y todo por su estupidez. Tal vez, se merecía estar sin Lorenzo hasta el fin de sus días, se merecía ver a alguien más haciendo feliz a la persona que él dañó.

☆☆☆◇☆☆☆♧☆☆☆♤☆☆☆

Gabo no iba a darse por vencido, no podía y no quería. Recuperaría a Lorenzo de una forma u otra. Pero, Lorenzo se había desvanecido. Diego no le permitió entrar a la casa en la que había pasado mucho tiempo, esa casa que ya era su segundo hogar. No llamaría buena a la relación que compartía con el padre de Lorenzo. Se soportaban porque Lorenzo estaba en medio. Y aunque el señor Diego pareciera tener sentimientos de piedra, Gabo sabía que se preocupaba por su hijo y lo quería a su manera. No tenía duda de que si Lorenzo no le dijo acerca del rompimiento, él lo dedujo. Ahora tenía una razón para correrlo de su casa y no sentir remordimiento. Gabo había vuelto día a día. Rogándole al hombre que le permitiera hablar con su hijo, pero cada día, Diego le negaba la entrada. 

—Entiende, muchacho. Se fue a México con su mamá. Ya no está aquí.

Al principio creyó que era una mentira. Pensó que Lorenzo le había pedido que le dijera eso para que desistiera. Gabo no llamó porque sabía que Lorenzo no iba a contestar. Decidió mandarle mensajes por las redes sociales. Había pensado que Lorenzo iba a bloquearlo o eliminarlo, pero no. Sus mensajes no tenían respuesta, y parecía que Lorenzo no se conectaba, y si lo hacía, Gabo no se daba cuenta.

Deseaba verlo, tocarlo, escuchar su voz. Deseaba que todo volviera a cómo era antes, pero eso jamás iba a suceder. 

Los primeros días, Gabo estaba en negación. Aún tenía la oportunidad de recuperar a Lorenzo, de retractarse de lo que había dicho, pero el tiempo no iba a detenerse. Aceptó que Lorenzo ya no estaba en Argentina cuando él subió una foto de su madre, con la descripción: Lejos. No era una mentira. Pero él lo sabía, porque ya no veía a Lorenzo en la universidad, y Ezequiel no dudaba en reclamarle que su amigo tuvo que irse porque no podía soportar el dolor que le había causado. 

El hábito de fumar se hizo presente, y se volvió una adicción. Fumaba para no pensar, para relajarse y poder dormir. Comenzó a usar la ropa que Lorenzo había dejado, pero no era suficiente. Gabo se perdía en los recuerdos, en las sensaciones fantasmales que Gabo deseaba volver a tener, en esas memorias que quería volver a vivir. Era una esclavo del pasado. Llegó a convertirse en un estorbo para Felipe y su abuela. Le había dejado su responsabilidad a Felipe, además, estaba a punto de ser expulsado de la universidad por la cantidad de faltas. Gabo había dejado de funcionar como debería.

Out of LoveWhere stories live. Discover now