Capítulo 2: Mi compañero de piso

64 12 14
                                    


Lo primero que hago nada más llegar a casa, después de soltar mi mochila de malas formas en la entrada, es llamar a mi mejor amiga para avisarle de que me he ido antes de tiempo de la feria del libro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo primero que hago nada más llegar a casa, después de soltar mi mochila de malas formas en la entrada, es llamar a mi mejor amiga para avisarle de que me he ido antes de tiempo de la feria del libro. Habíamos quedado allí y yo había llegado antes de tiempo, pero me era imposible aguantar un minuto más escuchando a niñatas hormonadas esperando para comprar un ridículo libro. ¿Cómo puede tener ese tío más visitas que yo en la misma web? ¡Venga ya! Para colmo, esta mañana antes de irme comprobé si alguien más me había leído, me alegré al ver que lo habían hecho hasta que descubrí que era yo al entrar a comprobarlo.

―¿Oli? ―digo tras coger mi móvil y llamar a mi mejor amiga.

―¿Dónde estás? ¡Menuda se ha liado en un rato! Menos mal que he cogido el paraguas justo antes de salir de casa.

―Menos mal. Estoy en casa ―me disculpo.

―¿Ya te has vuelto a casa o no has salido aún? Aunque eso segundo sería bastante raro en ti...

―Me he vuelto, lo siento. Es que he visto la caseta donde vendían los libros de ese...

Me muerdo la lengua para evitar continuar hablando. A Olivia le encanta ese chico anónimo y no quiero discutir con ella.

―¡No me jorobes, Eloy! ¿En serio te has vuelto por una rabieta cuando habíamos quedado? Es tan fácil como no comprarte el libro. Cualquiera diría que tienes veintidós años.

―Ya sé que a veces aparento más pero...

―No es precisamente eso lo que te estoy diciendo, Eloy. En fin, que estoy con mis amigas y en un rato llego a tu casa a comer. ¿Tengo que llevar el pan o algo?

―No, nada de nada ―confirmo entrando a la cocina para corroborar que la barra de pan se encuentra en la panera―. Ya lo ha comprado Jero.

Jero es mi compañero de piso. En realidad no tenemos una gran relación pero nos llevamos bien. La mayoría de las veces, solemos comer juntos. Tenemos acordado que unas veces cocina él y otras yo. Solemos hacer la comida para ambos y si uno no almuerza en casa, se le guarda la comida. No hemos tenido ningún problema en la división de tareas del hogar ni tampoco a la hora de hacer la compra. En el salón tenemos una caja plástico, que compramos en el bazar que hay debajo de casa, que hace las veces de adorno cuando en realidad guardamos en ella los fondos comunes. Lo poco que sé de él lo resumo en que es buen chico. Nuestra relación es cordial y respetamos nuestros espacios. Él suele ser un alma solitaria, como suelo decirle a Olivia. Y es que el chico suele pasar gran parte del tiempo en su habitación. Debe de tener mi edad aunque tampoco es que se lo haya preguntado nunca.

―¿Qué vamos a comer?

―Canelones y ensalada ―le comento tras echar un vistazo en el frigorífico.

―¿De carne y verdura?

Por el tono de voz de Olivia, me la imagino relamiéndose los labios al pensar en ellos y me es inevitable sonreír.

―Sería de mala educación por mi parte hincarles el diente para comprobarlo. Jero es muy majo pero no creo que le haga gracia descubrir que he asaltado la comida antes de tiempo ―bromeo haciendo que mi amiga se ría.

―Bueno, feo, en un ratito estoy ahí. Intentaré darme prisa que ya se me ha hecho la boca agua de pensar en los canelones. Un besito.

―Otro para ti ―me despido antes de colgar la llamada.

Mientras espero a que llegue mi amiga y que mi compañero salga de su habitación, vuelvo a abrir el frigorífico. No tengo intenciones de comprobar con qué canelones va a deleitar nuestras papilas gustativas, lo que hago es sacar una lata de cerveza y otra de aceitunas sin hueso.

Cojo un cuenco y vacío la mitad en él. La otra mitad va a parar a un bote que guardo en el lugar donde antes se encontraba la lata. Llevo mi cerveza y mis aceitunas al salón y me acomodo en el sofá mientras pongo la tele. En la mesita que hay frente al sofá coloco lo que he traído de la cocina. Tras un sorbo a la lata comienzo a cambiar de canal buscando alguno interesante o que al menos no sea soberanamente aburrido. Por desgracia me topo con bastantes programas donde lo único que hacen es hablar sobre la vida amorosa de los famosos.

―Aburrido, anuncios, aburrido, más anuncios...

Las noticias aún no han empezado y me temo que voy a toparme todo el rato con lo mismo. Dejo una cadena al azar pero la pongo en mute porque no tengo ganas de ponerme a ver sus interminables anuncios. Mientras me como varias aceitunas decido que lo mejor que puedo hacer es leer un rato el libro que me he comprado. Una vez lo saco de la mochila lo abro por una página al azar e inhalo su aroma. ¡Bendito olor! Esto sí que es un libro de verdad. Justo estoy a punto de comenzar a leer el primer relato cuando una voz tras de mí me sobresalta, dando un respingo mientras agradezco no haber tenido en una mano la lata de cerveza o hubiera ensuciado mi recién adquisición.

―¡Joder, Jero, que susto! ¿Te han dicho alguna vez que eres bastante sigiloso? ―pregunto girando la cabeza.

―La verdad es que sí, no es la primera vez que me lo dicen. Lo siento no era mi intención asustarte ―se disculpa amablemente.

―No te preocupes. ¿Qué me decías? ―pregunto cerrando de nuevo el libro para prestarle atención.

Jero rodea el sofá y se sienta junto a mí mientras señala el libro.

―¿Has ido a la feria del libro o ya lo tenías? ―Quiere saber mientras coge una aceituna y se la lleva a la boca.

―Sí. He tenido suerte de haberlo podido comprar antes de que comenzase a llover.

―Ajá. ¿Puedo...? ―me pregunta alargando la mano y yo le tiendo el libro.

Observo como le da un rápido vistazo y lo ojea por encima mientras asiente.

―Interesante ―me dice mientras me lo devuelve.

―Mucho ―digo con orgullo.

―¿Cuándo viene Olivia?

―He hablado con ella y ya mismo está aquí. Además, he descubierto que has hecho canelones y se lo he dicho, así que estoy convencido de que no tardará en llegar.

―Vaya, te has adelantado a la sorpresa ―dice fingiendo un puchero que hace que me ría.

El chico es bastante tímido aunque poco a poco se está abriendo a Oli y a mí. Al principio de conocerle le costaba bastante bromear y mantener largas conversaciones.

Me estoy decidiendo si darle voz a la tele o hablarle del libro que he comprado, pues parece que la conversación se ha terminado y no me gusta la sensación que suele provocar eso, sin embargo, el sonido del portero interrumpe mis pensamientos.

―Parece que la comensal que faltaba ya ha llegado ―digo levantándome del sofá.

En efecto, mi mejor amiga es la que aguarda a que le abra.

―Abre, que me voy a empapar ―me dice al otro lado del telefonillo.

_________________________________________________________

¡Hola! ¿Qué tl? ¡Ya está aquí un nuevo capítulo!

Seguimos con nuestro Eloy quisquilloso  y hemos conocido a Olivia y Jero. ¿Qué impresión os ha dado.

¿Os ha pasado lo que a Eloy cuando habéis visto que vuestras lecturas habían aumentado y en realidad fue cosa vuestra al mirar vuestra historia?

¡Nos leemos en el próximo capítulo, donde conoceremos más a Olivia y Jero! 

Escrito en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora