Anónimo, meeting LTWT 2021

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No supo cómo fue posible que la luz blanquecina del cielo usualmente encapotado de Londres lo despertara. Sin embargo, y no conforme con eso, era la tercera vez que la alarma de su teléfono iniciaba su pegadiza cancioncita; muy pegadiza. Pudo notar cómo su antigua camiseta de Black Sabbath que ahora usaba como pijama luchaba contra las arrugas de un edredón totalmente necesario en una mañana de Enero y un cuerpo cálido a su lado se empezó a remover, también presa de la agonía generada por la ya tan querida melodía, incluso algunos murmullos quejumbrosos le dibujaron una ligera sonrisa.

Aunque no pudo aguantar más una risilla cuando sintió al barullo de rizos desordenados pasar por encima de su pecho con pereza, alargando el brazo, directo al botón de apagado del aparato, y siseando en voz baja:
—Las alarmas no deberían existir los sábados.

Rió bufando, para nada sorprendido cuando, después de que el estridente sonido se detuviera, la mata de pelo acabó apoyada en su pecho y sintió unas manos suaves recorrerle la cintura por debajo de su camiseta. Le abrazó y cerró los ojos, tristemente, no para volver a dormir.

—Amor, tengo una llamada de trabajo en una hora… —susurró intentando perturbar lo menos posible la calma de la habitación.

Le escuchó suspirar. Volvió a reír cuando le sintió aferrarse un poco más a su torso.

—Cariño, sabes que no le molesta a nadie más que a mí tener que dejar el calorcito de la cama y tu calorcito —deja un suave beso en la cabeza del chico—, pero es sobre el tour. No puedo dejarlo correr.

Le escuchó mugir, o algo parecido a ello, pero sintió a su corazón sonreír cuando vio aparecer la cara del amor de su vida de entre sus propias manos, ojos entrecerrados, cejas levemente fruncidas y un puchero que declaró como adorable desde que lo vio por primera vez. Los ojos verdes le miraron con intensidad por unos segundos. Pero fue ínfimo, porque antes de que pudiera darse cuenta, ya se había acercado para darle un beso en la nariz, y regalarle una sonrisa perfecta, no solo por lo magnífica que puede verse, sino por lo enamorado que demostraba estar; llevaba sonriéndole así desde que se conocieron, hace once años y medio. Y nunca había menguado el amor que le hacía sentir por él.

—Buenos días, Lou —murmuró, lo que su voz, ronca y perjudicada por la noche de descanso, le permitió.

—Hola amor.

Compartieron un corto beso y Louis hizo un amago, levantándose de una vez y abandonando la paz del nido que habían podido formar durante la noche. Sonrió cuando vio a Harry acurrucarse de nuevo bajo el edredón en su lado de la cama.

—Perezoso.

—Yo también te quiero… —escuchó salir en forma de un hilo de voz debajo del bulto de mantas.

Soltó una carcajada complacido y fue directo al baño.

Las duchas de por las mañana solían ser uno de sus momentos favoritos del día. Despertar dolorido o prácticamente muerto después de una noche de frío intenso, calor aplastante, sueño pesado o tras un par de rondas de sexo y sentir como sus músculos se relajaban, el champú suavizaba su pelo y el agua se llevaba cualquier rastro de incomodidad por el desagüe. En otros días, con un poco de suerte, contaba con compañía y a lo mejor también con una buena sesión de besos tórridos o solo calidez.

Salió de la ducha suspirando con tranquilidad, se secó el pelo con una toalla recolocandolo con cuidado con la esperanza de que quedara medianamente presentable, su rutina de aseo normal que solo contaba de una rápida lavada de dientes y desodorante y caminó hasta el vestidor con la toalla en la cintura.

Se movió por delante de la cama y sus comisuras se elevaron cuando escuchó un silbido viniendo de su espalda. Pasó de largo negando con la cabeza y se escondió tras la pared de armarios donde guardaban la ropa.

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⏰ Last updated: Oct 18, 2022 ⏰

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𝐍𝐞𝐰 𝐄𝐫𝐚 || 𝙇.𝙨Where stories live. Discover now