—Amigo que bonito perrito —lo sorprendió una voz detrás de él. —¿Qué tal si nos das tu dinero? ¿O prefieres que nos lo llevemos para venderlo?

    Eran dos sujetos, ambos con camisetas anchas y sucias, el que le habló tenía en su mano un cuchillo de chef. El otro estaba al pendiente de alertar a su camarada por si alguien entraba al callejón. Tyler respiró profundamente. Su mirada era neutral. De improvisto... un recuerdo llegó a su mente.

    Los niños habían salido del salón, excepto él. Mantuvo la mirada en su cuaderno. Admirando los dibujos de los perros que había trazado con colores.

    —Mírenlo —Dijo una voz que lo tomó por sorpresa— está dibujando perritos. —Rió el niño que se encontraba acompañado de tres amigos más. Lo rodearon en su pupitre.

    Tyler alzó la mirada hacia un escritorio situado a su frente, la maestra no estaba. Sabía lo que significaba aquello. Su corazón batió la sangre con presura al sentirse que estaba solo y sin ninguna ventaja ante sus contrincantes.

    Empezó a respirar más rápido, el sentimiento de miedo se apoderó de él. Sus piernas temblaban, sentía como de a poco se le escapaba un poco de pis entre sus pantalones.

    —No sales a jugar a la pelota como los demás. ¿Eres una niñita o qué? ¿Tienes miedo a que te golpeen con un balonazo? —El niño soltó varias carcajadas.

    —¿Tu papá no te enseñó? —Se burló nuevamente en tono de lastima.

    —Su padre debe ser pobre para comprarle una. —Dijo uno de los niños mirándolo con desprecio.

    —Mi padre no... —Replicó Tyler. Pensando que si los trataba de enfrentar lo podrían dejar tranquilo.

    —¿Qué vas a decir? —El niño lo tomó por el cuello de su camisa y logró tumbarlo al suelo de una manera inesperada. Junto a él cayeron sus útiles escolares.

    —Pobre niño raro. ¿Qué hacemos? —Dijo uno de los niños.

    —Hay que pegarle para que deje el miedo. —Sentenció el primer agresor. Juntos, le propinaron varias patadas. Una de ellas le impacto en su nariz. Tyler, tumbado en el suelo, miró con atención varios colores que rodaban frente a él mientras sentía como terminaba de orinarse encima por completo.

    — ¿Crees que puedes amenazarme con un cuchillo? —Le cuestionó Tyler, de vuelta a la realidad.

    El sujeto se abalanzó un poco para intentar cortarle, pero el chico se echó para atrás justo a tiempo.

    —¡Patas! —Dijo el nombre del perro, a lo que el animal se puso atento a sus palabras —Abajo. —le ordenó Tyler. El canino hizo caso con una mirada preocupante. Tyler tomó distancia, pero su espalda ya tocaba la pared, cada segundo se acercaba el filoso cuchillo que deslizaba por el aire con intenciones de herirlo. Sin embargo, algo captó la atención del chico detrás de su agresor.

    —Ese tipo... mira—Mencionó Tyler atónito.

    —¿Crees que somos unos niños? ¿Crees que voy a voltear amigo? —Preguntó con disgusto el atacante, mientras, Patas comenzaba a ladrar deliberadamente hacia lo que veía al fondo. Tyler observó como el sujeto de atrás convulsionaba su cuerpo pegado a la pared. Segundos después, bajó la cabeza mirando el piso, y con pasos lentos y decisivos se acercaba a ellos, sus brazos estaban doblados hacia atrás y sus manos hacían referencia como si fueran garras imaginarias. El sonido de sus pisadas llamó la atención del malhechor que tenía acorralado a Tyler. Se volteó, y con mirada curiosa inspeccionó a su camarada.

    —¿Qué rayos te pasa? —Le preguntó entre una risita.

    Su acompañante de atraco tan solo se mantuvo de pie frente a él, sin mover un solo musculo, creando un ambiente de tensión e incertidumbre. Pero todo cambió al segundo en el que su rostro quitó la mirada del suelo para mirar fijamente a su amigo. Aquel hombre mencionó unas palabras en latín, al terminar, el malhechor que mantenía el cuchillo en la mano soltó el objeto punzante, dejándolo caer al suelo, acto seguido, sus ojos se pusieron en blanco, se dejo caer de rodillas y en un segundo, su cabeza se sacudió rápidamente de lado a lado mientras sacaba espuma de su boca. Tyler no entendía lo que estaba pasando, su corazón latía rápido. Se suponía que lo iban a robar pero al ver una escena tan extraña como esa cuestionó quienes parecían ser ladrones, tal vez eran dos personas con problemas mentales escapados de algún hospital psiquiátrico.

    El perro seguía ladrando. Tyler se acercó, lo tomó por la correa y sin quitarles la mirada de encima a los dos hombres los rodeó con cautela pegando su cuerpo a la pared. Cuando estuvo a punto de terminar de pasar al hombre de palabras extrañas, le tomó por sorpresa en el antebrazo.

    —¿De qué tipo de ángel era la pluma? —Preguntó sin mirarlo a la cara.

    —¿Qué? —se asombró Tyler, con dificultad para respirar. En ese momento recordó lo que le había sucedido la noche anterior. Una pelea a golpes tal vez era su mejor opción en el momento, pero se sentía tan confundido. Se preguntaba qué tanto era la conexión entre lo que le acababa de decir el hombre y la pluma que absorbió su cuerpo.

    —Te estás transformando Tyler. —Dijo aquel ser que al parecer poseía el cuerpo del sujeto. Terminada sus palabras se desplomó al suelo, como si lo hubiesen desconectado de alguna fuente de energía. Tyler revisó su abdomen alzándose la camiseta pero, para su asombro, no tenía ninguna herida. Solo la mancha de sangre en el orificio de su camiseta. Sin querer, su mente retomó el recuerdo...

    Entró a la habitación. Su padre estaba sentado en la cama con una mirada rígida que avisaba que lo que estaba por suceder no sería nada bueno. Tyler dio un par de pasos con mucha adrenalina en su cuerpo. Los segundos le parecían una eternidad.

    —Bájate el pantalón. —le ordenó su padre en tono dominante. Aquellas palabras fueron como una sentencia para él. Tyler obedeció con lentitud, pero al mismo tiempo deseando recibir su castigo lo más rápido posible con tal de terminar aquello que sabía que estaba a punto de resistir.

    —¿Por qué te orinaste los pantalones en la escuela? —La pregunta fue crucial. Al menos para Tyler, fue muy distinto el tono en el que se lo preguntó su maestra a como se lo estaba preguntando su padre, pero este guardó silencio. El movimiento del brazo fue rápido y la correa azotó a las piernas de Tyler unas tres veces.

    —A la próxima... no hagas que se me salga el ángel malo. —Concluyó su acto y salió de la habitación.

LUZ Y OSCURIDAD - METAMORFOSISWhere stories live. Discover now