ALEXANDER : "Cuando estuve en la escuela, me divertía haciendo bromas. Pero la mejor broma, fue la de robarle un solo beso."
LORYANN: "¡Mentiroso! No fue un solo beso. Y tampoco fue por broma, si no porque no te hacía caso."
ALEXANDER: "¡Ya hubieras...
En primaria le puse un pedazo de pastel en la silla y se sentó en este.
«¿¡Qué!?» Ella empezó, al bañarme de leche apretando la cajita.
—Lo que te pasa es que no entiendes a las mujeres —decía tío August —. De seguro ese beso le gustó.
El tío me pasó una caja llena de adornos navideños.
—Si le hubiera gustado, no me habría pegado en primer lugar.
—Oye. Las mujeres, sobre todo las chicas, suelen jugar un juego llamado: «Me gustas, pero no quiero que estés seguro».
—¿Cómo es eso? —pregunté.
—Es cuando te atacan sin razón aparente —explicó el tío relajado —. Por alguna razón tratan de llamar tu atención haciéndote daño.
—No me digas que tía Marta...
—Tu tía Marta, salía corriendo de la escuela para llegar primero a su casa y al verme pasar, me lanzaba agua.
—¿Por qué? —pregunté.
—Eso mismo le preguntaba. Me decía que por feo.
—Vaya —comenté con desaliento.
—Todos los días intentaba tomarme desprevenido y me lanzaba agua desde su casa. Hasta el día que no fui a la escuela porque estaba resfriado. Le mandé decir que era por su culpa, por mojarme.
—¿Y qué hizo?
—Fue a mi casa a disculparse y me dijo que le gustaba.
—Rara forma de demostrarlo.
—Así son ellas, chico.
—¿Y cómo terminó todo?
La tía Marta fue quién respondió a mi pregunta.
—Se hizo de una pistola de agua con mucha presión y nos echamos una batalla.
—Quedamos empapados —comentó el tío riendo.
—Luego nos besamos —completó mi tía plantando un beso en su esposo.
—Sí, sí. Todo muy bonito, pero no creo que a Lory le haya gustado que la besara.
—Oíste eso cariño —comentó mi tía —. Se llama Lory.
—Y dice que tiene labios sexys — le secunda el tío.
—Ah. Ya veo. Me están corriendo la máquina.
Para desquitarme les tomé una foto.
Mi tía me miró sonriente.
—¿Estás seguro de que no le gustó el beso? —preguntó en un susurro.
—Mi cara es testigo —respondí acariciando mi mejilla.
—Entonces; ¿Cuál de esas chicas es Lory?
Tía Marta señalaba hacia afuera del garaje. Me volteé y ahí estaban, Lory y Marie muy calladas.
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