— Es de Brasil —dijo el castaño y yo seguía atónica—. Te inscribí a algunas becas deportivas que mis antiguos entrenadores me recomendaron, les platiqué de ti y como ellos confían en mi criterio, también te recomendaron a algunas universidades —agregó con una pizca de emoción y curiosidad.

— ¿Brasil?

— No solo es Brasil.

Volteé a verlo con sorpresa y vi que tenía entre sus manos tres sobres más y sonreía ligeramente en la espera de mi reacción.

— Alemania, México y España.

Incluso Valeri estaba atónica viendo la escena, hasta sentí la respiración de Elliot sobre mi nuca.

— ¿Vas a estudiar en otro país? —preguntó Elliot, sobresaltándome.

— ¿Qué no estabas dormido? —dijo Valeri frunciendo el ceño.

— Pero... ¿cómo? —fue lo único que logré decir.

Sebastián sonrió de lado y deslizo los sobre hacía mí. Los miré para comprobar que era verdad. Si, los cuatro sobres decían mi nombre y tenían diferentes logos.

— En un mes o dos vendrá un entrenador brasileño y un español para verificar que mis recomendaciones de verdad valen la pena —agregó.

— ¿A quién más recomendaste? —cuestionó Elliot apoyando su barbilla en mi hombro.

— A Justin y Tang, Marcela me dijo que dejará el voleibol al graduarse de aquí.

No podía creerlo. ¿Podía ir a estudiar a otro país solo por practicar lo que me gusta? ¿De verdad podía hacer eso? ¿Me aceptarían?

Empecé a sonreír, llena de ilusión, miré a Sebastián para cuando mi sonrisa ya estaba ancha y alegre. Me incliné hacía él para abrazarlo, se puso de pie obligándome a mi también a hacerlo y me apretó suavemente de una manera cariñosa.

— Gracias, gracias —dije sobre su hombro y él soltó una risilla a lo bajo.

— Te lo mereces, mi amor.

Mi vientre se alborotó al oírlo. Dejé un rápido beso en la cuminsura de sus labios y él sonrió de labios cerrados sin dejar de observarme de cerca. Su agarré en mi cintura era firme, besó rápidamente la punta de mi nariz y me soltó.

— Auch..

Volteamos a ver a Elliot que estaba sobándose la barbilla junto a una mueca de dolor y Valeri ahogaba una risa divertida.

— Avísame que te quitarás —me dijo y yo me reí, me acerqué a abrazar su cabeza y apoyarla en mi pecho de una manera cariñosa—. Quiero papas fritas.

— Yo también —concordé y ambos volteamos a ver a Sebastián que se limitó a asentir con la cabeza.

— Simi es el mejor —dijo el pelirrojo y tanto Valeri como yo reprimimos una risa porque el castaño le lanzó una mirada seria.

Volvimos a sentarnos y por suerte la bibliotecaria o los estudiantes de ahí no nos habían mandado a callarnos. Abrí los sobres y mi corazón se hinchaba de la emoción al saber que tenía oportunidad de irme al extranjero por una beca deportiva.

— Quise inscribirte en Grecia, pero ellos son más estrictos que mi simple palabra no les sirve de nada —comentó Sebastián y empezó a agarrar los demás sobres.

— Este dice que es para... ¿Rusia? —Elliot frunció el ceño al leer.

— Ah... a los quince años conocí un entrenador ruso.

Casualidad por robo [EN PAUSA]Where stories live. Discover now