Cuando JongIn vio desde su escritorio que KyungSoo había llegado a la puerta principal, su corazón empezó a latir un poquito más rápido, quizás por emoción, quizás por nerviosismo, no estaba seguro. Inhaló y exhaló, peinó su cabello con sus dedos, tomó sus llaves y se fue en busca de su compañero de trabajo para avisarle que saldría y que quedaría encargado de cerrar todo. Caminó a paso rápido entre los estantes hasta que escuchó su voz demasiado cerca, por fin encontrándolo luego de unos segundos.

—Taemin...—su voz se apagó tan pronto vio la escena frente a sus ojos—¡Taemin!

El mencionado dio un pequeño respingo, apartándose rápidamente de los brazos de Minho. El más alto se hizo a un lado, sosteniendo una sonrisa divertida en sus labios.

—No estábamos haciendo nada—se explicó rápidamente el menor.

—Solo fue un abrazo—se encogió de hombros, Minho.

JongIn entrecerró los ojos con sospecha. Si, puede que solo haya sido un abrazo, pero no era un abrazo sutil, claro que no, Minho lo estaba abrazando por la espalda y Taemin simplemente se había dejado, ¿acaso no recordaba que estaba en medio de una apuesta? Estuvo a punto de decir algo cuando recordó que ya debía irse, hablaría al respecto después con él, a solas.

—Toma la llaves, quedas encargado de cerrar—le tiró el juego de llaves que el menor rápidamente atrapó, un poco confundido.

—¿Otra vez una emergencia?

—Kyungsoo me está esperando afuera, así que si, podría decirse que urgentemente debo ir.

Minho elevó una ceja y lo miró divertido, parece que su mejor amigo había aceptado dejar su orgullo por un chico. Rodó los ojos y tomó uno de los libros que Félix tenía apilados para empezar a ordenarlos.

KyungSoo, ya gobiérnate, pensó. Creyó que aguantaría más o se haría el de rogar, pero al parecer, JongIn había flechado por completo a su mejor amigo, más que cualquier otro chico al que KyungSoo trató de conquistar a su extraña y vergonzosa manera.

—Bueno, no lo hagas esperar o creerá que lo dejaste plantado de nuevo—dijo Minho, sin mirarlo, dejando uno de los libros en su lugar.

JongIn asintió, alejándose de ahí en dirección a la entrada de la biblioteca mientras volvía a peinar con sus dedos su cabello bajo esa pequeña sensación de que debía verse bien.

—¿Crees que algún día se enamore de KyungSoo?—preguntó Taemin, parándose a un lado de Minho, haciendo su trabajo con los libros.

—No lo sé—suspiró, girándose a verlo—KyungSoo es un tanto especial, sé que sabes su dinámica en cuanto a conseguir parejas.

Taemin rió por lo bajo, todos en la escuela sabían que KyungSoo era un chico demasiado enamoradizo y que no temía a ser el que daba el primer paso, pero al final, nunca funcionaba, muchos chicos creían que solo eran caprichos del castaño o que era muy raro que sea él el que tenga que acercarse de esa forma tan directa, por lo que al final, terminaban rechazándolo o alejándose de él, y cuando eso sucedía, Taemin era el único que le daba consuelo el par de días que su depresión duraba, porque después de eso, volvía a intentarlo con alguien más.

Sabía que ese comportamiento no era algo bueno en el menor, pero él estaba tan empeñado en encontrar el amor de su vida que se apegaba mucho a sus tontos libros en su afán de encontrarlo, dejándose llevar por esos personajes ficticios. Muchas veces quiso hacerlo entrar en razón, pero al final no funcionó, así que se le hacía más fácil solo seguirle la corriente, un día tendría que darse cuenta de que toda esa ficción que leía no tenía nada que ver con la realidad.

—Tal vez, JongIn sea el definitivo—comentó Taemin sin ponerle mucha importancia.

—Ya veremos.

—Ya veremos

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JongIn se acercó a la puerta principal, encontrándose con KyungSoo arreglándose en el reflejo sin darse cuenta todavía de que podían verlo desde adentro. Rió divertido y salió, causando que se sobresaltara, alejando sus manos de su cabello para entrelazarlas frente a él con cierto nerviosismo.

—Llegaste muy rápido.

—Yo... Uhm, vivo cerca—sonrió, balanceándose suavemente sobre sus pies.

—¿Sabías que todos pueden verte desde adentro?—rió el pelirrojo al notar las mejillas sonrojadas del menor.

—¿¡Y me lo dices hasta ahora!?—se avergonzó, recordando todas las veces que se arregló en el reflejo de esa puerta antes de entrar y hablarle.

JongIn negó con la cabeza mientras reía por lo bajo, empezando a caminar mientras KyungSoo tapaba su rostro con sus manos para ocultar sus mejillas.

—¿Vines conmigo o voy solo?—preguntó el mayor en dirección al castaño que seguía parado frente a la biblioteca.

KyungSoo apartó sus manos, arregló sus anteojos y corrió hasta llegar a su lado para caminar junto a él.

—Vamos—sonrió abiertamente, tomando su muñeca para hacerlo caminar más rápido hacia su destino que no quedaba muy lejos de ahí.

JongIn no protestó, simplemente se dejó guiar por ese curioso y emocional chico.

JongIn no protestó, simplemente se dejó guiar por ese curioso y emocional chico

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