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Alexa intentaba apartarse del italiano pero sentía sus cuerpo entumecido, no podía hacer mucho, solo llorar... su corazón latía acelerado, preocupando más a Leonardo.

Unas enfermeras entraron y sacaron a Leonardo fuera, tuvieron que aplicar sedante a la menor para que pudiera calmarse.

Leonardo no sabía que fue eso, no esperaba que la menor reaccionara así, era como si le tuviera miedo... ¿le tiene miedo?. Suspiró frustrado y preocupado.

—¿Cómo está? —preguntó al ver a las enfermas salir.

—Por ahora esta dormida, le recomiendo que la deje descansar... no esta en condiciones para recibir visitas —dijo sin más y se fue.

No permitieron visitas durante unos días, solo le permitían paso a una psicoterapeuta que pudiera tratar con Alexa.

La mayoría de las veces Alexa se mantenía en silencio y se encogía en su lugar, no queriendo hablar, tras varios días de intentar sacarle algo, una tarde explotó.

Se aferraba a sus piernas meciéndose de adelante y hacia atrás, llorando a gritos que se sentía sucia y usada, que su cuerpo le daba asco y no quería que nadie la tocara, no debían ensuciarse con ella.

Y otro tema que se volvía más delicado... su minmi.

—Lo perdí... p-perdi a mi... minmi... lo siento, lo s-siento mucho bebé... lo siento, no p-pude cuidarte, n-no fui una buena madre... perdóname bebé... perdóname... —lloraba mientras se abrazaba a su vientre, se echaba toda la culpa.

Tuvieron que sedarla otra vez, puesto que terminaría arrancándose la piel a rasguños, odiaba las marcas en su piel, las cicatrices... todo le daba asco.

—No siente miedo por ti, lo que realmente siente es culpa y vergüenza... —decía la psicoterapeuta al italiano, que no se aguanto el preguntarle de la situación de la menor. —También un gran sentimiento de asco y rechazo hacia su propio cuerpo... a medida que va recordando los sucesos ella se está encerrando más en sí misma.

—Entonces, ¿no podré hablar con ella? —preguntó, una opresión se instaló en su pecho.

—Puede pasar, yo estaré con ustedes si algo pasa... —Leonardo asintió, tenía miedo de como reaccionaría esta vez la menor.

—Alexa... ¿puedo pasar? —preguntó suavemente, la menor estaba mirando hacia la ventana, solo asintió levemente —hay una persona que quiere verte, solo entrará si tú lo apruebas. —Alexa llevó su vista hacia la puerta, encontrando solo a la mujer con la mitad de su cuerpo tapado por la puerta.

Algo dubitativa asintió, Rocío, así se llama la mujer, dió paso a Leonardo para que pasara.

A pasos lentos pasó por la puerta. Alexa al verlo comenzó a respirar algo agitada, no tenía miedo de él, solo se sentía con mucha vergüenza y culpa por no haber cuidado de su hijo, también inseguridad sobre su cuerpo, su miedo era de la reacción que podría tener Leonardo.

—Tranquila Alexa... —Rocío se acercó a ella al verla temblar— él solo quiere verte, lo reconoces ¿verdad? —ella asintió sin mirarlo.

Rocío se movió, Alexa estuvo a punto de tomar sus manos pero no lo hizo "no debes ensusiarla" pensaba quedándose en su lugar.

Sentía que todo lo que tocaba estaría sucio e inservible, no tocaría nada.

—Hola bebé... —El italiano habló suavemente. Alexa no lo miraba a la cara, apretaba sus labios aguantando sus lágrimas— ¿puedes mirarme? —le hablaba con la misma suavidad, intentando obtener alguna respuesta, pero solo conseguía silencio.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) en edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora