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Llego a la última habitación y con las manos temblando abrió la puerta. Inspeccionó el interior... El lugar era un desastre... había sangre manchando la cama y a sus pies también.

Las paredes estaban manchadas con huellas con lo que parecía sangre.

Las manchas marcaban un camino hacia un puerta entreabierta, lentamente entró y sintió su respiración cortarse y sus ojos picarle... no podía creer lo que estaba viendo.

Alexa en la bañera con los ojos vacíos mirando hacia la nada, su piel totalmente lastimada, llena de cortes, moretones y sangrando.

- A-ale... - apenas le salio la voz, sus ojos pincandole por las ganas de llorar. Toco su pálido rostro y se alarmó por lo frío que estaba su piel... - ¿bebé?... soy yo... mírame por favor... - pero ella no respondía, ni siquiera parecía que respiraba, totalmente inerte... - ¿pero qué te hicieron ..?.

Su corazón le dolía como si mil cuchillas lo atravesaran, iba a volver a hablar pero Alexa soltó un pequeño quejido moviendo ligeramente los ojos.

Leonardo acarició suavemente su piel con las lágrimas cayendo de sus ojos,  ella lo miraba sin expresión, sus ojos totalmente apagados sin aquel brillo que él tanto amaba.

- Mi vida... - la nariz de la menor comenzó a sangrar también, no sabía que hacer estaba entrando en desesperación, diviso la cadena que estaba en su tobillo. - ay no... esto es... oh Dios... ¡CARLOS! ¡VEN RÁPIDO, TE NECESITO!. - grito lo más fuerte que pudo.

Su amigo apareció por la puerta y soltó un jadeo al ver tal escena. - oh... no... - fue lo único que pudo articular.

- Carlos necesito que me traigas algo para quitar la cadena, lo que sea, pero por favor apúrate... - sin perder tiempo fue a buscar. - mi amor... mírame, saldremos de aquí ¿si?, vas a estar bien... - a esas alturas no estaba seguro ni de sus propias palabras.

La movió despacio, cargándola con cuidado para no hacer que sangrára más, pero la hemorragia no paraba... seguía desangrándose.

Se sentó en el piso con la menor en sus brazos, sintiéndose tan inútil e impotente... susurraba bajito que estaría bien que no se preocupara, pero Alexa no podía escucharlo, su voz se oía lejano... apenas podía reconocer quién era él, su mente demasiado afectado y cansado, ya ni siquiera podía sentir el dolor punzante en su abdomen bajo... todos sus sentidos se estaban apagando.

Leonardo la miraba con tanta preocupación, Alexa miraba el rostro demacrado del italiano con la respiración lenta, hasta que su visión se volvió borrosa, todo se alejaba, sentía que algo pesaba en su cabeza y la conocida opresión apretaba su pecho, otra vez estaba pasando... otra vez dejó de respirar.

Ya no escuchaba su pausada respiración ni sentía el ligero temblor de su cuerpo. - ¿Alexa?... ¡Ale!..oh Dios, por favor reacciona. - a pesar de su llamado ella no respondía... - bebé... por favor resiste... resiste... - ya no controlo sus lágrimas y las dejó salir en llanto.

Mientras, Carlos seguía buscando la llave de la cadena, después de unos cuantos golpes... el guardia confesó que donde tenía la llave.

Al conseguirlo corrió de vuelta a la habitación, encontrando a su amigo llorando mientras abrazaba el cuerpo inerte de la menor.

Sin importarle la desnudes de Alexa, agarró su pierna para poder quitar la cadena. - listo, ¡Leonardo reacciona! Hay que irnos.

Carlos agarro la sabana que estaba sobre la cama y como pudo cubrió el cuerpo de Alexa con ella, Leonardo se levantó rápidamente para salir de la habitación, afuera estaban sus hombres sosteniendo al guardia.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) en edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora