—¿Ves? A ella también le gustan los caballitos. —Reafirmaba Facundo, intentando contener la risa, lo que molestaba más a su mujer.

—¡Ustedes son tal para cual, parece que se ponen de acuerdo para hacer lo que no tienen que hacer! —Alegaba sin embargo Gabriela. Ahora que Consuelo había llegado a formar parte de la familia Casablanca, Pandora sería relegada en muchas cosas, por lo que debía ponerle un alto y dejar las cosas claras— Tú ya no serás la consentida de los patrones, tu lugar está aquí, en tu casa, con tu familia.

—Pero mujer, no te pongas así de exigente, —Facundo no compartía las palabras de su mujer, pues ambos sabían que prácticamente Pandora había nacido en esa hacienda— no puedes negarle a la niña que se junte con la señorita Consuelo. Son las únicas niñas aquí y Pandora se ha criado como parte de la familia Casablanca, ellos la quieren mucho.

—¡Sí mami, el tío Armando y la tía Beatriz me quieren mucho a mí, —replicaba la pequeña, levantando la mirada y dibujando una enorme sonrisa en sus labios— ah, y la tía Leila también me quiere mucho!

—Si tienes tareas por hacer, hazlas antes que sea más tarde, y tú Facundo, mejor será que no la consientas demasiado, ya suficiente tuvimos con el disparate que hizo hoy.

Malhumorada se reincorporaba para salir de la habitación, sin embargo solo alcanzaba a dar unos cuantos pasos, pues era detenida por Pandora, quien la tomaba por la mano, jalándola.

—¿Mami, me perdonas? —Al voltear la mirada, lo primero que notaba era un par de ojitos llenos de lágrimas, y las muecas que la pequeña hacía con su boca, intentando no llorar. Si había algo que ponía triste a Pandora, era ver cuando su madre se enfadaba con ella— Porfis mamita.

Le fue imposible mantener su postura firme ante la tristeza que emanaba la pequeña, sus facciones cambiaron en cosa de segundos, y tomándola de las manos, se arrodilló frente a ella, mientras en silencio Facundo observaba.

—No quiero que nada malo te pase hija, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida, pero por favor, deja de darnos estos sustos. Prometí cuidarte y protegerte el día que te tuve en mis brazos, y no puedo hacerlo si tú desapareces así como así.

—No lo hice para que te enojaras mamita, solo quería que la niña viera a mi caballito. No te enfades conmigo mamita, eso me pone muy triste y me hace llorar. —La pequeña entre sollozos se lanzaba a los brazos de su madre, y por aquel rostro angelical, finalmente rodaban esas lágrimas que intentó contener en sus pequeños ojitos.

—Intenta portarte bien pequeña, ahora que los señores tienen por fin una hija, muchas cosas van a cambiar, ya no serás la consentida. Ya no eres la única niña aquí. —Sutilmente la apartaba por unos segundos, solo para limpiarle sus lágrimas.

—¿Pero tú siempre me vas a querer mamita?

—Siempre mi pequeña, siempre te voy a amar, hasta el último de mis días y por toda la eternidad.

Ambas se fundieron en un fuerte y cálido abrazo entre lágrimas y sollozos. Facundo permaneció silente mientras contemplaba por segundos la tierna escena, sumándose a ese abrazo tan lleno de sentimientos y mirando a los ojos a Gabriela, quien no podía contener sus lágrimas. Entrada la noche, en el lecho matrimonial, ambos sostenían una pequeña charla, dado lo acontecido.

—¿De verdad crees que las cosas entre los patrones y Pandora cambien?

—No lo sé en verdad, pero hay que preparar a la niña.

—Apenas tiene siete años mujer, no puedes decirle ese tipo de cosas, tú sabes bien porqué.

—Con mayor razón Facundo, nadie nos asegura que el día de mañana, cuando la niña tenga más edad...

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⏰ Last updated: Sep 30, 2022 ⏰

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Pandora (EN PAUSA)Where stories live. Discover now