Capítulo 2: Enfrentamiento.

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—¡Es tú culpa, no debí hacerte caso! —exclamaba la mujer de cabello rebelde, mientras caminaba de un lado a otro, intentando apaciguar ese nerviosismo que se había apoderado de ella durante todo el día.

—¿Mía? —preguntó con hartazgo su mejor amiga —, yo solo te hablé de la aplicación. No es mi culpa que gracias a ella te hayas acostado con tu desconocido jefe.

Con solo nombrar el incidente Rin empezaba a sentir cómo su cara se calentaba. Ese día en el trabajo se había enterado de que el muchacho misterioso que había estado dando vueltas en su cabeza, era Sesshōmaru Taishō, el hijo mayor de Toga Taishō, uno de los dueños de la empresa, y para colmo uno de sus jefes. Había escuchado su nombre, especialmente por parte de Osamu en una que otra queja sobre él, pero nunca lo había visto. Cuando ella entró a trabajar, él estaba fuera del país, así que no tuvo la oportunidad de conocerlo personalmente. Ahora que lo pensaba; esos ojos, ese cabello plateado. Había visto a su padre en un par de ocasiones, y esas características eran definitivamente las mismas.

¿Cómo no fue capaz de sospecharlo?, tal vez quedó tan embobada por sus encantos físicos que ni siquiera pudo pensar en eso, mucho menos después de lo que pasó en la habitación de aquel hotel.

—¿Y qué importa si te acostaste con él? —cuestionó la mujer de hipnotizantes ojos rojos—, no es como si supieras quien era cuando pasó.

—Ese es el problema, Kagura. —Detuvo su alterado caminar y se sentó frente a ella—. Él no lo sabe, podría creer que lo hice con el propósito de obtener algún beneficio dentro de la empresa, así como algunas personas rumoreaban cuando era novia de Osamu.

Kagura suspiró algo cansada, sin poder encontrar palabras adecuadas.

—¿Cómo es que siempre terminas enredándote con tus jefes?

—En teoría, Osamu no es mi jefe —se defendió la mujer castaña, con un puchero de descontento.

—Es el hermano de uno de los dueños, es como si lo fuera, aunque no trabajes para él directamente. —Rin suspiró y dejó caer su cabeza sobre la mesa en resignación —. Lo mejor que puedes hacer es enfrentarlo.

—¿Enfrentarlo? —cuestionó levantando ligeramente la cabeza.

—Así es —continuó —. Dile que no quieres que lo que pasó entre ustedes afecte tu trabajo, y que hagan borrón y cuenta nueva.

—¿Crees que funcione?

—Al menos lo habrás intentado. Aunque yo, si fuera tú, intentaría tener algo con él. Después de cómo lo describiste la primera vez, me es imposible creer que te concentrarás teniéndolo tan cerca.

Rin nuevamente se sintió sonrojar. Era cierto, aunque su actitud le había parecido la de un patán, no podía olvidar lo bien que la hizo sentir ese único, pero intenso, momento que compartieron. Pero Kagura tenía razón, debía ir y enfrentarlo, dejar en claro que no quería que su trabajo se viera afectado por eso. Solo esperaba que él fuera a entenderlo.

...

Sesshōmaru se encontraba aquella noche trabajando en el casi desolado edificio de la compañía. Siempre había sido de esa forma y su viaje al extranjero no lo había hecho cambiar en lo absoluto. No es que amara su trabajo, realmente la publicidad era algo que no le interesaba en lo más mínimo, pero tenía una ligera obsesión con la perfección. Esa era, en parte, la compañía de su familia, de la cuál él sería el próximo heredero. Claramente necesitaba ser el mejor en lo que hacía, conocer el área lo suficientemente bien para entender qué es lo que buscaban los clientes.

—¿Todavía trabajando? —comentó una voz conocida. El tono pretendía sonar amigable, pero desde su punto de vista era más que irritante.

—Kibashiya —habló mirando al hombre de cabello castaño y grandes gafas.

—Pensé que llegarías cansado de tu viaje, pero al contrario, te he visto trabajar más de lo normal ¿Hay algún motivo?

—No creí que mi vida personal fuera tema de tu incumbencia —respondió secamente. Osamu realmente le caía como una patada en el estómago. Esa amabilidad que mostraba con todos, se le hacía tan falsa y forzada, que prefería limitar su contacto, independientemente de si era o no el hermano del socio de su padre. Sabía que él lo odiaba, especialmente por su posición en la empresa. Al ser el hijo mayor de uno de los dueños, Sesshōmaru tenía una herencia asegurada, por ende, su puesto lo preparaba para en algún momento tomar la parte de su padre. Osamu en cambio, era solo el hermano menor de Kirinmaru, si bien podía actuar como mano derecha en algunas ocasiones, la realidad era que su hermano no planeaba heredarle el puesto. Dudaba incluso que siquiera tuviera un heredero, pues su única hija, Rion, no estaba mínimamente interesada en la compañía. Siempre había sentido eso como una injusticia. Él era el siguiente en la fila, pero Kirinmaru concluyó que no estaba hecho para liderar, y por ello le dio un trabajo que se le diera mejor. Teniendo como máximo una influencia familiar, y a él y su socio como únicos jefes. Por eso no era de extrañarse que Osamu le guardara rencor a Sesshōmaru. Siendo más joven que él obtuvo un cargo mayor el cual, para su desgracia, desempeñaba excelente. Era evidente la tensión entre ambos, y la verdad para el joven Taishō estaba bien así, en lugar de guardar falsas apariencias. No tenía que agradarle para mantener una relación profesional exitosa, después de todo para él, el trabajo y la vida personal, no debían de mezclarse nunca.

—Solo intento ser amable —aclaró Osamu —. No te vendría mal algo de educación.

—Tu concepto de educación no es algo que me interese seguir. —Apagó su computadora, sintiéndose algo harto de su no deseada compañía y empezó a guardar sus cosas, después de todo ya era lo bastante tarde.

Osamu suspiró, intentando mantener la compostura.

—Sesshōmaru, comprendo que no sea de tu mayor agrado, pero creo que es mejor llevarnos bien. Recuerda que mi hermano y tu padre son socios y tanto tú como yo somos piezas importantes de esta compañía. —Lo observó retirarse con su típica mirada de indiferencia. Le molestaba el hecho de que él tuviera que esforzarse en tener una relación cordial; sin embargo Sesshōmaru ni siquiera intentara disimular que le desagradaba.

Ambos salieron de la oficina y se dirigieron al ascensor, Osamu queriendo dejar todo en buenos términos, hasta que notó que el hombre de cabellos plateados que caminaba ligeramente delante de él se detuvo. Buscó con la mirada el motivo de su parada y pudo observarlo viendo a un monitor que tenían en la recepción de aquel piso, con vistas de las cámaras de seguridad en lugares públicos, como los pasillos, estacionamientos y la salida del edificio. Fue entonces que divisó una figura conocida, saliendo de uno de los departamentos.

—¿Rin? —cuestionó, más para sí mismo, que para Sesshōmaru.

—¿La conoces? —preguntó el peli plata, sintiendo por primera vez en ese día, algo de interés en las palabras de su interlocutor.

—Ah, sí —mencionó algo desinteresado—-. Es mi exnovia.

—¿Tu ex?

—Terminamos hace no mucho —agregó —. Es una chica linda, inteligente y graciosa; casi perfecta, pero ya sabes... Esa perfección aburre luego de un tiempo.

SerendipiaWhere stories live. Discover now