Parte 1 La cortesana Shuishen Shuixian

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"El que manda aqui soy..."

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Era una noche como muchas otras, la oscuridad presagiaba quietud, tanto así, que parecía alcanzar los cielos, los diminutos destellos se alzaban en el manto negro resplandeciendo con una cadencias lentas y armoniosa, un sentimiento hipnótico se acentuaba a quien viera el cielo aquella noche de invierno, el frío se filtraba por los poros de la piel dejando a su paso un sentimiento de sosiego, esta aparente calma nacía con la última nevada del año.

El viento gélido acompañado por el baile de los copos de nieve se hacía presente en la morada de más de uno, no importando si se trataba de una humilde posada, el palacio del rey o algún pabellón del distrito rojo, en este ultimó a diferencia de los otros, alguien se asomaba por la ventana, dejando que apenas una pequeña parte de su ser fuera expuesta al exterior, su cabello negro se mecía ligeramente, mientras su piel se erizaba al exponerse al cambio de temperatura, noches como esta le desagradaban porque entre más calma aparentaba mostrar el cielo, la tempestad que caería sería mil veces devastador.

— Interesante, muy interesantes— susurro para si, mientras daba la vuelta y se adentraba al pabellón.

La última nevada cerró el paso de Han Kong  que conectaba el sur de Chen y el Norte de Yan, ambos países quedaron desconectados y el pueblo pensaba que por fin podrían tener un tiempo de paz después de un largo periodo de guerras, sin embargo, tod...

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La última nevada cerró el paso de Han Kong que conectaba el sur de Chen y el Norte de Yan, ambos países quedaron desconectados y el pueblo pensaba que por fin podrían tener un tiempo de paz después de un largo periodo de guerras, sin embargo, toda calma siempre es en apariencia, pocos sabían que el Imperio de Chen había fingido retirarse por el clima de las fronteras para aliarse con Chu y juntos planean invadir Yan atacando desde el límite entre Yan y Chu con un ejército de 150.000 hombres.

Parecía que ante la visible amenaza, el país de Yan se mantenía tranquilo, incluso el rey sonrió e hizo un mínimo esfuerzo en abrir una convocatoria de reclutas para mandar refuerzos.

La tensión ni siquiera se sintió en Jianguo, una ciudad ubicada en las cercanías de las fronteras con el reino de Chu. Sus ciudadanos continuaban con sus vidas cotidianas, lo único diferente sería una suba de precios en la carne que afectaría principalmente a la clase baja.

Por las noches era más animada que durante el día y eso se debía a que en el pueblo de Jianguo contaba con un atractivo aún más llamativo que las sedas importadas de otras regiones. Todas las bellezas del país podían encontrarse en un único lugar, ni siquiera el harem imperial podía permitirse ese lujo.

Cuando el sol se ocultaba, las lámparas rojas y otros colores iluminaban las calles del distrito rojo y decenas de hombres iban a jugar y pasar un rato acompañados de alguna hermosa mujer, ya sea para entretener una fiesta o en privado para recibir atención.

El bullicio se hacía oír entre las calles de Jiaunguo, parecía que lo acontecido hace algunas semanas hubiera sido borrado de la memoria de sus ciudadanos, tal vez esperanza, o miedo, la verdad era incierta, pero preferían seguir con sus vidas y no pensar en los conflictos entre los países de Chen y Yan

El eden de las FloresTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang