—Lo siento... —dejo pasar unos segundos para volver a decir—, a veces soy grosera —sigo hablando y pequeñas lágrimas caen de mis ojos.

—¿A veces? —inquiere con ironía.

—¿Qué es lo que quieres Scott? Precisamente hoy no estoy de humor para tus jueguitos —farfullo alzando la voz.

—¿Tengo que querer algo siempre? —cuestiona sacándome del paso, precisamente hoy no es mi día de buenas.

—Mierda, ¡déjame en paz quiero estar sola! —le grito.

—¡Vaya! Siempre a la defensiva, quién lo diría, luces tan buena y inocente. Nadie pensaría que tienes ese mal carácter que te cargas —afirma serio.

—Desgraciadamente hoy hace trece años que fallecieron mis padres. ¿Cómo quieres que esté?¿Feliz como una lombriz? — mascullo.

—Lo siento —habla ahora bajo y siento como se sienta a mi lado en el camino de piedras.

Tras varios minutos sin decir nada más escucho que susurra:

—Hoy también cumple aniversario mi madre.

—Lo siento mucho —le correspondo triste.

—¿Los extrañas? —pregunta.

—Claro , daría lo que fuera por estar ahora junto a ellos —le respondo llorando.

Una de sus manos rodea mi cintura de forma lenta y me abraza, pongo mi cabeza en su pecho y me desahogo, saco todo lo que tengo metido dentro.

—Mi madre me dejó en un maldito orfanato cuando tenía seis años —expresa Scott de pronto.

Debe ser duro pasar por algo así, no sé como una madre podría dejar a su pequeño hijo a la suerte en cualquier lugar, nunca lo entenderé.

—Hace unos años atrás hablé con el hombre que me crió, y me dio dinero para buscarla —sigue diciendo, yo solo estoy callada llorando—. Y solo me enteré que se casó a los tres años de dejarme en ese lugar infernal. No con tipo pobre, al contrario, con un puñetero dueño de casi treinta casinos en Las Vegas. Murió hace solo tres años y jamás me buscó, pasé toda mi maldita vida pensándola y cuando supe sobre eso, solo me dan ganas de escupir su maldita lápida.

—¿Por qué estás aquí entonces? — pregunto.

—Ni yo mismo se por qué —responde con un suspiro.

—Porque tú eres diferente a ella, aún crees que algo puede ser diferente y a pesar de todo la amas —le comento  y él me escucha con atención.

Una de sus manos acaricia mi mejilla de forma lenta, y me sobresalto al sentir su mano sobre  mi piel. Ese pequeño roce lo siento eterno, hasta que baja su mano y nos quedamos en completo silencio.

Tras un largo rato sin decir palabra alguna, escucho que dice:

—Me gustas mucho y creo que podrí... — habla Scott y yo comienzo a ponerme nerviosa otra vez.

—No quiero relaciones ahora —lo corto secamente.

—¿Por qué lo haces?

—No tengo tiempo para sentimientos, ni permitir centrarme en otras cosas que no sea lo importante —le respondo al instante.

—¿Aunque eso vaya en contra de lo que deseas?

—¿Para ti qué se supone que es lo que deseo? Creo que tenemos conceptos diferentes con respecto a eso, y que hayamos hablado par de veces no hace que me conozcas, como para que sepas que es lo que deseo o no —le manifiesto a él.

Más allá de lo que se puede Ver ✔️Where stories live. Discover now