Sisoy.

Me terminó mi batido y guardo el libro en mi mochila. Cuando estoy haciendo el ademán de levantarme de la mesa Santiago pregunta:

—¿Ya te vas? Aún falta un montón para que se acabe la hora.

—Sí, quiero irme —soy tajante.

—Voy contigo —Mía hace un gesto para que me adelante para ella seguirme.

—No, eh... puedes quedarte aquí con Santiago. Está bien —finjo la sonrisa que le enseño a todo el mundo cuando me siento mal e intento irme, pero luego recuerdo que tengo la caja con los nombres para el intercambio de regalo del catorce de febrero, en mi mochila.

Me quedo en mi sitio, apoyando la mochila de la mesa y saco la pequeña caja de color rosado con negro.

Me la regaló un pretendiente el día de San Valentín del año pasado. Recuerdo que adentro tenía un chocolate y una galleta. No fue la gran cosa, y aún así me encantó. Pero terminé rechazando al chico porque, como siempre me vive pasando, no me gustaba.

No me gusta romperle el corazón a la gente. Sé lo que se siente, pero tampoco puedo andar con alguien como si lo quisiera cuando en realidad no es así. Eso lo pondría peor. Lo sé. Yo pasé por eso, y aseguro con toda mi alma que es horrible.

Le saco la tapa a la caja y se la extiendo a Mía. Ella saca un papelito y cuando lo desdobla sonríe y me mira.

Le habré tocado yo.

Se la extiendo a Santiago y él revuelve todo y saca uno.

—Diego —dice al desdoblar.

—Se supone que no debes decirlo —lo reprende Mía.

—Oh, lo siento. —Tiene una sonrisa de culpabilidad en el rostro y se me hace muy adorable de su parte.

Es muy lindo.

No, no lo es.

¡Qué sí!

¿Sabes que cuando te gusta alguien tu cerebro ignora todo sus defectos para que se vea perfecto a tus ojos?

Lo sacaste de un vídeo de Facebook.

Komo lo zupo?

Sonrío por culpa de mis pensamientos y vuelto a tapar la caja.

—Adiós chicos —me despido.

—Hasta luego, Layla.

Con los ánimos en el piso, reparto papelitos a la gente invitada: Paola, André, Diego, Alex, Sofía, Ariana —amiga de Sofía con la cual no interactúo mucho—, Gaby y Jhoali.

A Daniel no lo dejaron venir.

Estoy frente a mi casillero viendo la caja destapada que sostiene mi mano derecha. Queda un papelito, y es el mío. Lo saco y meto la caja en el locker.

El nombre de Santiago aparece ante mis ojos con unos cuantos destellos en color azul.

Cinco chicos. Cinco chicos y me toca el que menos quiero.

¿Por qué?

Casi quiero ponerme a lloriquear cuando siento que alguien me pone un mano en el hombro desde atrás y me asustan.

—Lo siento —es él.

Maldita sea. Vete de aquí. Shu, shu.

Guardo el resto de mis cosas en el casillero y cierro la puerta con el candado.

Belleza OscuraHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin