–T-tus ojos –me señala con un dedo tembloroso.

Sacudo la cabeza controlando mi magia y los efectos de los polvos ya desaparecieron como siempre sucede cuando mi magia sale a flote. Estúpida Isabella y sus hechizos inquebrantables.

Hago un gesto con la mano restándole importancia a la mujer y me abro paso entre todos hasta llegar a la entrada del lugar, salgo entrecerrando mis ojos por la luz del sol y me quedo de pie unos momentos respirando el aire limpio.

–Genial ya amaneció –el tono sarcástico de Antón me devuelve a la realidad–. Otra noche sin dormir.

–No sé porque te quejas si tu descansas siempre.

–Lo sé, pero tú no y si tu cuerpo falla no me sirve de nada.

–Wau, gracias por hacerme sentir tan especial –rodé mis ojos caminando lejos del antro y comenzando a dirigirme a la mansión–. Creo que podremos llegar al desayuno.

–¿Aurora estará despierta?

–Es probable, suele despertar junto al sol.

–Vamos entonces –se alegra–. Además, tengo hambre.

Asiento una vez y comienzo a caminar, necesito despejar la mente antes de llegar a la mansión si no tendré que soportar el sermón de Isabella y la mirada acusatoria de Christopher. ¿Qué si me he descarrilado un poco? Quizás.

¿Pero que se supone que haga? Ya no hay misiones, Isabella es mamá, encontró a su mate, ahora tiene toda una vida de familia y como Luna de la manada.

¿Y yo? Me quede aquí. ¿Cómo no hacerlo? Si a pesar de todo Isa es como de la familia, me sentía solo en la manada de Fabian hasta que ella apareció. Si bueno, tuvimos nuestros acostones por sus celos, pero jamás nuestra relación fue algo más allá que eso.

Y si lo hicimos, fue porque ella no quería meterse con ningún otro hombre. Y la opción de sedarse no entraba a jugar porque aún debía entrenar y aprender a manejar bien sus poderes.

Así como también, ella ha sido la única que me ha tocado, no me agrada mucho el contacto femenino, quizás mi pasado me ha jodido más de lo que pienso, pero con ella nunca tuve problemas. Fue algo instantáneo, la seguridad que sentí con ella y como rápidamente le tomé cariño.

Pero honestamente, ya no se si aquí haya algo más para mí.

Pateo una roca con el pie cuando la mansión aparece frente a mí, subo las escaleras con las manos en los bolsillos y saludo a los guardias que me abren la puerta.

Un pie dentro y lo primero que llega a mis oídos son los balbuceos de Aurora que provienen del salón. Rasco mi cuello ante un escalofrió y camino hacia donde todos seguramente se encuentran.

–Buenas –saludo haciéndome notar.

Las cabezas giran en mi dirección viéndome con una sonrisa, pero los ignoro a todos y solo me concentro en la pequeña pelirroja que se encuentra sobre las piernas de su padre mientras juega con una servilleta y golpea la mesa con ella enredada en su puño.

–Hola–la voz de Isa hace que la mire–. ¿Comiste?

Niego con la cabeza avanzando hacia la mesa, Aurora pareciera que recién nota que alguien más entro en su espacio porque cuando llego a mi habitual puesto sus ojos celestes como los de su padre me miran.

Se queda quieta por unos segundos al igual que yo y sin previo aviso suelta un chillido aún más fuerte que los anteriores. Revota sobre las piernas de su padre sin dejar de verme y puedo notar como sus brazos se estiran en mi dirección.

RecházameWhere stories live. Discover now