Flores en el cielo

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Las personas no eran una excepción para estás características.

—Pido el asiento de atrás— Shikamaru pasó a su lado y abrió la puerta de un jalón, se inclinó para poder pasar por el pequeño pasillo que separaba los lugares e inmediatamente después se apoderó del último sillón del lado izquierdo.

Seguramente su intención era dormir el mayor tiempo posible mientras hacían el viaje.

—Flojo—Ino rodó la mirada—, pero, también me gusta ir atrás— agregó trepando al vehículo para poder tomar el asiento junto al Nara—, hazte a un lado haragán — murmuró empujando sus piernas para acomodarse mejor.

—Tch, eres tan mandona.

—¿Qué dijiste?

Aish, será un viaje terriblemente largo, ya me estoy arrepintiendo...

—Idiota.

—¿Alguien piensa sentarse en medio?— el Akimichi regresó y se asomó por el costado de Naruto—. Yo quiero ir con la comida—declaró emocionado mientras se disponía a tomar uno de los lugares junto a la hielera.

—Creo que iré junto a Chouji-kun, no me mareo tanto en esos asientos— musitó la Haruno mientras soltaba a Hinata suavemente.

—Yo quiero ir enfrente-ttebayo— Naruto alzó la mano y se dispuso a abrir la puerta del copiloto, sin embargo el Uchiha lo detuvo en seco—. ¡Hey, ¿Qué crees que...?!

—Eres demasiado ruidoso y necesito concentrarme—gruñó

Hinata abrió los ojos cuando sintió que su brazo era tomado con firmeza. Giró el rostro velozmente sólo para ver como el moreno miraba fijamente al Uzumaki mientras lo empujaba a la puerta corrediza y a ella la hizo sentarse en el lugar que Naruto había tratado de ocupar segundos antes.

—Bastardo—bufó el de mirada azul haciendo un puchero, pero por una parte comprendió que no sería muy lindo si el Uchiha se enojaba a medio camino y lo expulsaba del auto en plena carretera.

Sasuke era capaz de eso y mejor no tentaba al diablo.

—L-lo siento Naruto-kun—la ojiperla lo miró por sobre el respaldo del asiento y el muchacho sólo atino a sonreírle.

—Que va, no es tu culpa que el Teme sea un idiota— restó importancia al asunto con un pequeño movimiento de su mano.

—Cállate imbécil— gruñó malhumorado.

—Tch...

—S-si hay... a-algo en lo que pueda ayudarte durante el camino, ten la confianza de decirme—ofreció con la cara levemente enrojecida.

Sasuke le miró por el rabillo del ojo.

¿Realmente podría ayudarlo estando tan nerviosa?

—Sólo encárgate del GPS— musitó entregándole su móvil.

La punta de sus dedos rozaron y la chica sintió como una pequeña descarga eléctrica pasaba a través de su piel en un micro segundo. El rubor adornó sus mejillas y apartó la mano instintivamente.

—Va-vale...—clavó la mirada en su regazo y sintió como un calor extraño le llenaba el cuerpo.

Ahí estaba de nuevo esa sensación tan extraña.

Sasuke por otro lado, la miró fijamente por el rabillo del ojo.

No había duda, ella estaba actuando muy raro. Parecía una chinchilla asustadiza en los últimos días. Y aunque de alguna forma bizarra encontraba fascinante todo el repertorio de muecas que solía dibujar, era fastidioso ser evitado de esa forma.

Buenos días, CariñoOnde histórias criam vida. Descubra agora