- DIAMOND - || Alice in borderland. [terminada]

008 - la playa.

—-
-Bienvenidos a la playa.
—-

Fue lo único que pude escuchar antes de poder tomar toda mi cordura, el golpe me lo habían dado con ganas. Voltee a ver al señor que nos dio la bienvenida, era alto y portaba un sombrero, junto con un traje de baño.
Más bien, todos traen traje de baño.
Voltee a los lados buscando a las únicas dos caras que conocía, Arisu y Usagi; estaban igual de confundidos que yo.

—¿Esto es la playa? — pregunté dirigiendo mi mirada al señor de sombrero.
—Correcto, esta es la playa. Seré claro, si quieren quedarse aquí tendrán que saber algunas reglas.—Por un momento pensé que nos iba a pedir cosas extrañas o algo así, pero mi mentalidad cambió cuando terminó su oración. —Tienen que darme las cartas que ganen en los juegos.
—¿Mis cartas? Ni en sueños, fácilmente puedes ganar las tuyas con un poco de inteligencia para jugar. — Le dije. Varias personas se quedaron plasmadas o me miraban con cara de desaprobación, era claro que no le podía a contestar así a un desconocido que tiene "militares" detrás de él.
—Aquí pueden hacer lo que se les plazca; drogarse, emborracharse, tener sexo. Disfruten su vida mientras dure. — Dijo el viejo de sombrero ignorando lo que le había dicho sobre las cartas, supongo que ya no hay vuelta atrás.
—Bien, te daré mis cartas. Ahora, ¿cuáles son las reglas para estar en este lugar? —Le pregunté.
—Solo hay tres reglas, todos con traje de baño, todas las cartas serán mías y por ultimo; muerte a los traidores. —Me contestó con entusiasmo.

Que reglas de mierda.

—¿Y si no queremos aceptar el trato? — preguntó Arisu con una voz insegura, Usagi no había dicho nada, simplemente se limitaba a escuchar nuestras palabras y las del viejo.
—No pueden decir que no.
—Perdón Kuta y Usagi, yo los metí en esto. — nos dijo Arisu, se miraba arrepentido.
—Nah, ya no importa. — le respondí sin interés, de igual forma nosotros estábamos conscientes de lo que iba a pasar.
Y así fue; tuvimos que aceptar para que aquel viejo de 40 años que usaba sombreros no nos matara.

—Ahora, permítanme presentarles a los militares y ejecutivos de la playa.

Varias personas entraron a la sala, unas cuantas mujeres con bikinis llamativos, hombres sin camisa, personas con armas. Y ahí, estaba él.

Puse mi vista en la suya, era Chishiya.

Al parecer me reconoció, mire como sus cejas se alzaron, estaba sorprendido.

—Shun. — Mis palabras quedaron en el aire, nadie me respondió, y Chishiya no le dio importancia al apodo.

El sombrerero nos explico miles de cosas sobre los jugadores que entregaban cartas valiosas para la playa, y muchas mierdas más.

—Sigo sin entender el porqué necesitan mis cartas, no le veo sentido.
—Deja de ser inmaduro y dale tus cartas al sombrerero. — Me dijo Chishiya. Y lo hice, le termine dando todas las cartas que había recolectado en los juegos.
—Gracias, necesito las cartas para ver si así podemos volver al mundo original. —Me explicó el sombrerero cuando tuvo mis cartas y las de mis amigos en sus manos, nos explico su teorías y como pensaba llevarla a cabo.
El "sombrerero" terminó por decir que disfrutáramos de la playa, y salí junto con mis amigos a explorar el lugar.
Era un maldito caos. No hay otra palabra para describir el lugar. En todos lados podías ver gente teniendo sexo, como si no les importara que todo mundo los estuviera mirando, habían otros drogandose y otros pocos bailando con la música que retumbaba por todo el lugar.

—Oye, ven, te tengo que enseñar tu habitación. — Deje de juzgar con la mirada a las parejillas que estaban teniendo sexo para dirigir la mirada al chico que me hablo. Era Chishiya.
—¿Y mis amigos? — pregunté
—Déjalos explorar el lugar y acompáñame a que conozcas tu habitación. — Chishiya empezó a caminar y yo hice lo mismo. Llegamos a unos pasillos en donde habían recamaras, en algunas de las puertas salían chicas en bikini, impacientes por ir a divertirse con los demás.
—Aquí es. — señaló el peliblanco. —Puedes entrar, aquí no hay cabezas de caballo que te puedan matar. — bromeó, sacando una sonrisa en la cual podía ver una parte de su dentadura.