Llevo en mí memoria, mapas trabajados en la mente,
lugares que me hablan de sueños y criaturas mágicas,
animales secretos que se escondían de la gente,
buscando ser.
Llevo en mí cuerpo mis marcas,
cicatrices peculiares,
algunas externas y otras que no se muestran a nadie,
haciendo lagunas de recuerdos y sentimientos,
para saber a dónde ir,
a dónde no volver.
Llevo en mí interior riachuelos de agua salada, ahora secados por el paso del tiempo,
de todo lo que fue y lo que no.
De situaciones donde por obra del destino, quizás, alguien se tuvo que ir.
De los agradecimientos por lo que he llegado a tener, y lo que he podido llegar a ser.
De mis pasos dados, llevo en mis pies, a veces cansados, el recuerdo de las sensaciones donde he estado.
Recolecto piedras, memorias, de todas mis andanzas,
y por momentos veo mis colecciones, las admiro,
me ayudan a seguir adelante.
Llevo personalidades de animales en mí cuaderno,
las bestias que en su momento supieron acompañarme,
otras veces sombras, amigas, solían reconfortarme cuando todo dolía.
Y es que a veces la compañía no es la que uno quiere que sea, sino la que está.
Llevo mi pasado de experiencias, mí futuro incierto pero que ciertamente promete ser.
No soy aquel que empieza algo nuevo sin llevarse algún momento anterior.
Me llevo por siempre a mí mismo, verdadero y profundo en mi interior.
