Capítulo 3. La daga de Ra.

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   Ante la intranquilidad de los amigos, Sharifa envolvió la daga en un pedazo de lino. Su mirada mostraba horror, miedo e incomodidad. Jabari se le acercó a la muchacha y le susurró algo al oído con la mirada perdida. Tras decir lo que debía decir, miró fijamente a James y a Amin. Había clara preocupación entre los egipcios. Sharifa se levantó y se dirigió a ellos.

-¿Sabéis por casualidad qué es esto?

-¿Una daga maldita que nos ha traído hasta esta época? -interrogó  el compatriota de Sharifa.

-Es una pregunta trampa, no sabemos lo que es, amigo mío.

-Esta es la Daga de Ra. Es un artefacto muy antiguo. Y por si no fuera poco, es de las armas más buscadas de la historia. Antes, era un arma que daba gran poder a sus portadores, pero cayó en malas manos y a través de la magia negra fue transformada en un arma que sirve, entre otras cosas, para viajar en el tiempo. Fue en 1392 a.C cuando la daga fue pervertida con magia oscura. Como los devastadores querían romper la linea temporal, quisieron usar esta daga para matar a personajes históricos que no les correspondía morir aun y de esa manera cambiar la historia. Escondimos la daga para que no la usasen, pero vosotros la habéis traído aquí de nuevo.

-Entonces, lo suyo es que nos mandéis a nuestro tiempo y nos la llevemos con nosotros. Sino, ellos podrán usarla.- Decretó James.

-Sí, es lo mejor. Mandadnos de vuelta a nuestro año, 1837. -continuó Amin

-No es tan sencillo, tardaríamos muchos días, quizás semanas. Es un proceso largo y complicado para cualquiera que haya aprendido esta magia que manejamos.- Explicó Jabari.

   La puerta se abrió bruscamente y entró un hombre enano. Se abrió camino entre los allí presentes, miró a los ojos a Sharifa y alzó la voz.

-Los devastadores están aquí, en Tebas. Se han enterado de la presencia de los dos viajeros temporales. Debemos llevarlos a un lugar seguro.

   Nada más habló el hombre, se pusieron todos en pie para irse de allí. James y Amin estaban realmente asustados. Salieron por una puerta trasera que daba a los extensos campos de cultivo que producían tanto trigo. Montaron en unos caballos y comenzaron la huida hacia el norte. De repente, se oyó el sonido de una especie de cuerno y sobre los tejados había un grupo de hombres cuyas ropas marrones les tapaban todo el cuerpo menos los ojos. Iban armados con arcos y cimitarras. Tenían grandes turbantes púrpura con plumas de gansos sobre sus cabezas, los cuales eran los que tapaban sus rostros. Los ojos de todos ellos tenían heterocromía, siendo en todos ellos un ojo amarillo y otro rojo.

-La magia de la Daga se puede oler desde aquí, la han traído esos dos. Ya podremos usarla tras tanto tiempo. -gritó uno de esos hombres.

   De forma inminente hicieron correr a los caballos. Los ágiles enemigos iban saltando de tejado en tejado mientras disparaban flechas, las cuales tenían la punta de forma levemente curva. Si no fuera por la velocidad de los caballos, los habrían acribillado. Tras una desesperada huida, dejaron atrás la ciudad. Llegaron hasta el templo de Hatshepsut, donde se sentaron a descansar. En total, eran diez personas.

-Saben que estáis aquí, estamos en problemas. Y por mala suerte, saben que tenéis con vosotros la Daga de Ra. Ahora, irán tras vosotros. -Comentó Jabari.

-Mientras que no se enteren que la tenemos, no hay problema alguno. Espero que esa gente no nos haya seguido. -fue lo que dijo James.

-Lo que quiero saber es por qué les interesa a esos hombres alterar la historia en este punto, quedan poco doce siglos para que nazca Jesús. -fue lo que reflexionó Sharifa.

-Bueno, antes dijiste que a los devastadores les gustaba alterar la historia matando a personajes históricos de gran poder. -le comentó Amin

-Sí, eso dije...

-Y también dijiste que Ramsés II, faraón que reina en este tiempo, será el faraón más grande de todos los tiempos. ¿Y si lo que pretenden es evitar que Ramsés sea un faraón de tal prestigio?

-Es lo más probable. A ver, todavía no se han ido esos trabajadores hebreos del país, quizás quieran evitar que aparezcan las tres grandes religiones de vuestra época.- explicó Sharifa.

-¿Las tres grandes religiones? ¿Te refieres a las abrahámicas?-se interesó el británico

-Exactamente, esas. Ramsés es el faraón que se menciona en el éxodo. Aunque el éxodo muestra a Ramsés como un tirano, realmente lo describen así porque los hebreos eran, o sea son, trabajadores poco cualificados y por ellos se les da peores trabajos. No les va a dar los mejores trabajos a gente que no sabe hacerlos, ¿verdad?

-Pero, ¿por qué les interesaría "destruir" al cristianismo, el judaísmo y el islam?-fue lo que preguntó James.

-Esas tres religiones han tenido una gran influencia durante la historia. Si muere Ramsés antes de que los hebreos se vayan por las malas condiciones de trabajo, la historia se habrá alterado completamente. Empezando por la historia de Roma, todo habrá cambiado, y no puedo decir que sea para mejor.

-Tenemos que salvar al faraón entonces. No podemos permitir que cambien de manera tan abrupta la historia.

-Bien, queréis salvar a Ramsés, -dijo Sharifa.- pues entonces debemos hacer un largo viaje hasta la ciudad de Pi-Ramsés, al norte. La ciudad se encuentra en el delta del Nilo, junto a uno de los siete efluentes.

-¿En el delta del Nilo? ¿Sabes lo largo que es el Nilo? -le interrogó Amin, con el corazón acelerado.

-Eran más de setecientos kilómetros. Tardaremos varios días, por lo que creo preciso que nos montemos en un barco. Espero que los devastadores no tengan hombres allí ya.

 -Así haremos pues, la bendición de Egipto será quien nos guíe a las puertas del faraón, y así podremos salvar su vida. Siempre me han gustado los viajes en barco sobre el Nilo- fue lo que dijo James.

-El Egipto del periodo ramésida no es el Egipto que tú conoces. El río está lleno no solo de cocodrilos, sino también de hipopótamos. Y por no hablar de los leones.-explicó el enano que les había avisado de la presencia de enemigos, cuyo nombre era Zuberi.

-Bueno, tendremos que esquivar la presencia de esos animales y llegar a Pi-Ramsés, con o sin la Daga los devastadores querrán matar a Ramsés. -decretó James.

   Esa misma noche, el grupo se dirigió al muelle de Tebas y por un pequeño soborno subieron a la barcaza de unos mercaderes que saldrían esa misma noche a viajar por el Nilo y que habían aceptado llevarles a la capital de Egipto de aquellos momentos. Su misión era sencilla; evitar un asesinato.

La daga de RaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora