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Sin tardar, un auto negro aparcó frente a su apartamento y de el bajó Leonardo, elegante como siempre.

—¿Cómo estás bebé?, —preguntó el hombre, acercándose a ella en la puerta.

—Amm... estoy bien en lo que cabe, no tenías que venir, pudiste decirle a Samuel que me lo trajera, —dijo recargandose en el marco.

Leonardo frunció el ceño. —¿Prefieres verlo a él mas que a mí?, —preguntó con falsa indignación o tal vez no tan falsa.

—No es eso, me refiero a... ah olvídalo, ¿trajiste mi ropa?.

—No, iremos por ella.

—¡¿Qué?!, pudiste fácilmente traermelo, —dijo con algo de enojo, en su estado los cambios de humor eran horribles.

—Sí, pero quiero llevarte, Samanta también quiere verte.

—Oh, también quería hablar con ella acerca del vestido, —dijo en tono bajo.

—¿Por qué?, esos vestidos yo te lo compre, —dijo cruzándose de brazos.

—¡¿Cómo?!, ¿para qué los compraste?, no quiero más deudas contigo. —Ay este humor de mierda que se carga solo la altera.

—Los compre porque quise y no tienes porque enojarte, eso no afecta el contrato. —En cierta parte entendía su humor.

—Ah... discúlpame, estoy bipolar, —dijo con fastidio.

—Entiendo, no te preocupes conozco a alguien que tiene peor humor que tú en esos estados y créeme, tu bipolaridad no es nada comparado con la de ella, —dijo recordando cosas que le dieron escalofríos.

—Muy bien, vamos. —A pasos rápidos paso frente al italiano, él quería reírse pero sabía que si lo hacía su humor empeoraria, las mujeres en ese período daban miedo.

En silencio llegaron a la casa ajena. Samanta fue la primera en recibirla con una sonrisa que Alexa correspondió a medias.

—Uyy, ¿y ese humor?, ¿el leoncito te hizo algo?, —pregunta al notar el cambio.

—No, es que estoy en mis.... —no termino la frase pero Samanta lo entendió.

—Oh, tranquila ya sé, —dijo haciendo una mueca.

A Leonardo aquella conversación no lo molestaba pero para ciertos guardias los incomodaban, ya que estaban hablando cerca de la entrada.

—Señoritas, es mejor que continúen su charla adentro, —dijo haciendo señas hacia los hombres.

Ambas se dieron cuenta y rápidamente entraron. Alexa entró después de pedir una disculpa a los guardias. Cosa que hizo rodar los ojos a Leonardo pero también con una sonrisa, el comportamiento de la mujer variaba a cada momento.

Adentro las mujeres tuvieron una conversación amena de lo que sea, Samanta le recordaba de lo hermoso que le quedó el vestido y que quería volver a vestirla con uno de sus diseños favoritos, alegando que le quedarían muy bien, por no decir perfectos.

Leonardo se imaginaba como se vería con algunos de los vestidos que compró, con el largo ya lo vio y casi le causa una ereccion, si se hubiera puesto uno de los vestidos cortos sin duda se le iba a parar. Sonrió ante el pensamiento.

Recordando que tenia asuntos que atender, solo se limito a despedirse de las mujeres.

—Yo tengo que volver a la empresa, en cuando hayan terminado de hacer o conversar lo que deseen, a Alexa la devolverá a su apartamento uno de mis hombres y no será Samuel. —Eso último lo dijo con cierto enojo y sin más se fue, dejando a las mujeres algo desconcertadas.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) en edición Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon