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Cuando mi corazón se siente solitario hace un llamado a la tristeza y ella por épocas le ofrece compañía: su estadía varía, pero casi siempre se marcha junto al sentimiento de melancolía que despliega su partida.
A veces deja alguna prenda suelta por si algún día mi corazón la necesita de vuelta, ella pueda encontrar un motivo para regresar hasta que la felicidad de sus vacaciones aparezca.
Ella cuida el hogar donde habita la alegría: cuando el cielo del alma se oscurece hace un llamado a las lágrimas que se encargan de limpiar las nubes grises que provocan la pesadez de mis retinas.
he aprendido que siempre existe una manera de sobrevivir a tantas pérdidas:
y de transformar el dolor en risas,
y de encontrar el valor de levantarse cada día,
y de sentir otra vez el goce de la vida.
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