Pesadillas.

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POV'S THOMAS.

La sortija en entre mis dedos me hacía sentir melancólico.

El viento marino y el atardecer son solo algunas de las tantas cosas que aún me hacen recordar a May, a mi May.

Coloqué de nuevo el anillo en mi dedo anular y me adentre a la cabina del comedor para poder cenar e irme de nuevo a mi camarote.

Llevaba nueve años sin celebrar un aniversario y realmente me dolía saber que nunca más volvería a recibir un reloj de aniversario, ya que May cada año me daba uno con una frase escrita.

De mi portafolio saqué aquella lista con las cosas que May quería hacer en nuestros aniversarios.

*Aniversario 1: Viajar a Francia (Hecho)

*Aniversario 2: Viajar a los alpes suizos (Hecho)

*Aniversario 3: Mandar a hacer un retrato con los niños (Hecho)

*Aniversario 5: Viajar a Atenas (Hecho)

*Aniversario 6: Viajar a Grecia (Hecho)

*Aniversario 7: Viajar en globo aerostático y tener una cena en él (Hecho)

*Aniversario 8: Viajar a Irlanda (Hecho)

*Aniversario 9: Viajar a Sicilia (Hecho)

*Aniversario 10: Viajar a Rusia (Hecho)

*Aniversario 11: Terminar nuestra casa en Rusia.

El último punto jamás pudo tacharlo y a pesar de que logré terminarla tampoco me he atrevido a hacerlo.

Luego de su partida, jamás pude volver a conciliar el sueño un 5 de mayo.

El simple hecho de recordar nuestro último viaje hace que la culpa vuelva a mí, si tan solo la hubiese protegido más...

Dejé de lado aquella lista y a pesar de que quise dormir el sueño jamás llegó a mí, por la mañana tomé mis cosas y bajé del barco.

Mire hacia arriba y una extraña sensación de satisfacción me llegó al leer "Bienvenidos a México"

Caminé por el puerto hasta llegar a una estación de autobuses.

-Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlo?

-¿Cuándo sale el próximo autobús a Querétaro?

-Parte al medio día, ¿Quiere un asiento? –Afirmé con la cabeza -¿A qué nombre?

-Thomas Shelby –Pronuncié mientras dejaba el dinero que ya había cambiado.

POV'S LILITH.

Miedo.

Era lo que sentía mientras corría por aquel pasillo, miedo a ser atrapada por él.

Quería quitarme los jodidos listones del cabello pero por más que los jalaba era inútil deshacer aquel nudo.

Un rayo iluminó el pasillo y vi una puerta, corrí hasta ella y esta se abrió rápidamente.

No me importaba mojarme, solo quería salir de ahí, fue entonces cuando un rayo más hizo que subiera mi vista y sus ojos negros se posaron en mí, no pude hacer nada, ni siquiera me dio tiempo de reaccionar, ella solo saltó.

El liquidó carmesí rápidamente llegó a mis zapatos, apenas pude retroceder un par de pasos cuando mi espalda impactó con su pecho y sus manos me atraparon y sin perder tiempo comenzaron a vagar por mi cuerpo.

Quería llorar, pero las lágrimas no salían; quería moverme, pero mi cuerpo no reaccionaba; quería gritar, pero mi voz desapareció.

Una vez más me levanté en medio de la noche con la respiración agitada.

Cuando logré tranquilizarme, me giré para ver a Bella y agradecí que siguiera dormida,

Me levanté de la cama, me puse las pantuflas y caminé hasta nuestro baño, me vi en el espejo y no pude evitar llorar, por la impotencia y rabia hacia a mí.

Desde que ese maldito me mandó la caja las pesadillas volvieron y el recelo al tacto masculino volvió con él, me enfurecía que ni siquiera mis hermanos pudieran abrazarme sin que mi cuerpo se tensara.

Saqué lo poco que podía e inmediatamente comencé a repetirme que esto pasaría, que era cuestión de días para volver a la normalidad y que debía aguantar un poco más, que no podía arriesgarme a que vieran mi debilidad, no podían verme rota.

Me lavé la cara y cuando salí del baño, miré el reloj de mi mesita de noche, eran las 04:51 a.m., así que decidí darme una ducha y comenzar con mi día, mientras más ocupada estuviese, menos tiempo tendría mi mente de traicionarme.

La quinta Shelby.  Libro 1Where stories live. Discover now