La quinta Shelby. Libro 1

Pastel De Chocolate.

POV'S LILITH.

Era de madrugada y sentí un gran dolor en mi vientre, al poco tiempo también me sentí un poco húmeda.

Carajo.

Me levanté de la cama con cuidado de no manchar más mi sabanas, odiaba ser irregular y no tener fecha certera para prevenirme, aunque los pechos me estuvieron doliendo hace un par de días y se me veían un poco más grandes, debí suponerlo.

Saqué ropa de mis cajones, entré al baño y me limpié, así mismo limpie mi ropa con agua oxigenada para que la mancha saliera de inmediato y afortunadamente así fue, luego volví a la cama.

No pude conciliar el sueño, algo que no me gustaba de estar "en marea roja" como solían decir los chicos, es que tenía muchos antojos y me ponía de malas si no me los cumplía, justamente ahora se me antojaba un pastel de chocolate.

Sin más remedio perdí la batalla conmigo misma y luego de ponerme un pans y una hoddie salí de mi sala común con rumbo a las cocinas con un solo propósito, saciar mi antojo.

POV'S DRACO.

Shelby era una completa maniaca, la muy desgraciada me rasgó mi camiseta sin sentido alguno, luego del partido decidí divertirme un poco con Pansy y fue así que ella se quedó profundamente dormida en la sala de menesteres, un salón bastante grande que sorpresivamente tenía de todo.

Tomé mi ropa y me vestí, miré mi reloj eran las 03:00 a.m., salí de aquel salón y cuando estuve a punto de llegar a mi sala común cierta silueta salió, reconocería esa silueta peculiar en cualquier parte.

No tenía nada mejor que hacer y la curiosidad me carcomía ¿Qué hacía despierta a esta hora? ¿A dónde iba?

La seguí y debo admitir que una parte de mi sintió una especie de alivio cuando la vi entrar a las cocinas, aunque el sentimiento duró poco, algo debió haberle pasado para estar en el lugar con más comida en todo el castillo.

Entré a la cocina poco después de ella y me sorprendí al verla sacar un pastel de chocolate de la nevera, lo dejó sobre una pequeña isla, tomó una cuchara y comenzó a comer, pero al poco tiempo comenzó a llorar, ¿Qué mierda le pasaba?

-¿Qué haces? –Pregunté y se sobre saltó.

-Idiota, me asustes ¿A caso me estas siguiendo?

-No te creas tan importante Shelby, vine por un poco de agua fresca –Respondí mientras me servía un poco en un vaso -¿Por qué estás así?

Ella comenzó a llorar desconsoladamente como si le hubiese dicho lo peor del mundo.

-Soy una estúpida y una débil –Comenzó –Estoy en mi regla y mis malditos antojos me pedían un pastel de chocolate pero ahora me siento culpable porque el pastel me hará engordar y si engordó no lograré triunfar y todas las chicas del equipo se burlarán otra vez de mí y luego estás tú –Su humor cambio y admito que me intimidó cuando me apunto con la cuchara –Eres un maldito bastardo, ¿Quitarme mi broche y dedicarle los goles a Mía? ¿En serio?

-¿De qué estás hablando?

-Tus goles se los dedicaste a Mía.

-¿Celosa?

-Jamás sentiría celos de ti.

-¿Entonces para que te pones así?

-Me siento... frustrada.

-Explícate.

-Es que no puedes ir por la vida quitándole a la gente sus reliquias familiares y triunfar con ellos pero dedicarle tu triunfo a otras personas.

-¿Quieres que te dediqué mis goles? –Pregunté divertido mientras me acercaba a ella.

-Sí, digo no, no sé –Chilló frustrada y yo sonreí de lado.

-Mía prefiere a las libélulas por sobre las mariposas.

-¿Qué?

-¿Me das? –Cambié de tema.

-No.

-Para tener hermanos eres muy envidiosa.

-Tal vez te sorprenda pero a pesar de tener hermanos tengo complejo de hija única, porque eso soy, soy la única hija de mi padre –Yo la miré intrigado y ella se metió otro pedazo de pastel a la boca –Tiene cuatro hijos varones, por ende soy "hija única" –Aclaró mientras aún masticaba el pastel.

Verla en ese estado se me hizo tierno, ropa ancha, el cabello atado en un moño desarreglado, sus mejillas un poco regordetas moviéndose al masticar, ¿Cómo es que pudo intimidarme con una cuchara?

-Creo que ya es un poco tarde.

-O temprano.

-¿Disfrutas de llevarme la contraria?

-Un poco.

-Vamos, tienes que descansar –Le quité la cuchara de la mano y ella frunció el ceño he hizo un puchero tal como si fuera una niña pequeña –Quizá una cucharada más –Tomé un poco con el cubierto y se lo di en la boca.

Al hacer eso me sentí extraño, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Ella volvió a guardar el pastel y lavó la cuchara ¿Por qué lo hacía? Fácilmente pudo solo haberla dejado en el lavabo para que las personas del servicio la lavasen mañana.

Salimos de la cocina y caminamos juntos en silencio, era extraño pero era cómodo; antes de entrar ella se detuvo y me tomó de la manga de mi sudadera.

-¿Y ahora qué? –Pregunté.

-Por favor no le digas a nadie.

-¿Sobre qué?

-No le digas a nadie que me viste llorar, por favor.

-Lo haré con una condición.

-¿Cuál?

-No vayas a vomitar por haber comido el pastel ¿Trato?

-Está bien.

-Y mañana comenzarás a aumentar las porciones de tu comida.

-Oye, no abuses –Reclamó.

-Intenta comer un poco más, es todo.

-Es difícil.

No dije nada más y entramos, no nos despedimos y cada quién se fue por su lado.

Entré a mi habitación y me sorprendí al ver a Regulus despierto, últimamente tenía problemas de insomnio igual que yo.

-¿Dónde estabas? –Preguntó mientras levantaba la vista de su libro.

-¿Qué eres? ¿Mi madre?

-Olvídalo.

-¿Y Arón? -Pregunté al ver su cama vacía.

-¿Qué soy? ¿Su niñera?

-Idiota.

-Por cierto, mis abuelos me enviaron esto –Me entregó una carta y me tensé al leerla.

-¿Lo harás? –Le pregunté mientras se la devolvía.

-Mis abuelos me desheredarían si no lo hago, no tengo opción, ¿Qué hay de ti?

-No lo haré, mi padre ya no tiene poder sobre mí.

-¿Crees que Arón...?

-Sí, a él si le interesa eso –Me cambié de ropa y me acosté en mi cama –Los Riddle...

-Dudo que lo sepan, además ellos jamás interactuaron con su tío, Voldemort no los necesitaría en su audiencia.

-Si tú lo dices.