Capítulo 8

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—¿De verdad crees que nuestras hijas están enamoradas de Morgan? —Alcina volvió a preguntar mientras retiraba las frazadas de su gran cama.

—Tú las viste, Alcina. ¿Alguna vez las has visto aferrarse a alguien como lo hacen con Morgan? —Miranda respondió rápidamente mientras la seguía.

—Sí, pero... ¿Cuáles son las probabilidades de que fuera... amistoso?

—¿En serio, Alcina? —Miranda observó a su esposa soltar un suspiro irónico y algo le dijo que no se trataba solo del dilema romántico de sus hijas—. Tú... ¿no tienes ningún problema con las preferencias hacia las mujeres de nuestras hijas, verdad? —Eso sería ridículo considerando la naturaleza de su matrimonio, pero Miranda aún así tenía que preguntar.

—¡Oh, por supuesto que no! —Alcina suspiró de nuevo. El problema no era solo el interés amoroso complicado, sino que el problema más importante eras tú—. Se trata de Morgan... —La situación habría sido problemática independientemente de cuál de sus hijas se enamorara de ti—. Mi amor... Me temo que hay algunas cosas que te he mantenido en secreto... Se trata de los Cousland, específicamente, Morgan y su conexión con nuestros vecinos.


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Pasaron dos meses y te enorgullecía anunciar que habías terminado la escultura de Cassandra. La gloriosa comandante caballero, protectora del reino. Cassandra miró con aire satisfecho la estatua terminada y Lady Dimitrescu la aprobó. Estabas tan orgullosa de ti misma, pero esa autosatisfacción se desvaneció rápidamente cuando te sentaste unos días después para dibujar un borrador de la estatua de Bela.

Cuando la Reina Alcina te permitió proceder con la escultura de Bela, estabas ansiosa por comenzar, ansiosa por representar a tu primera musa lo mejor que pudieras. Estabas ansiosa por impresionar a Bela porque juraste enorgullecerla. Era hora de mostrarle lo lejos que has llegado. Cómo la viste como tu futura reina.

Esa era la idea...

Pero...

No tenías idea...

—¿¡Cómo podría ser esto!? —murmuraste molesta mientras te rascabas bruscamente la cabeza. Tu cabello estaba desordenado y tu estudio no iba mejor. Los lápices estaban esparcidos sobre la mesa y los papeles arrugados estaban en el suelo a tu alrededor—. ¿Cómo podría no saber cómo representar a Bela? —Dejas caer tu cabeza sobre la mesa con un ruido sordo. Te dolía la frente pero no te importaba. Estaba vacía de ideas y actualmente inútil de todos modos, tal vez unos cuantos golpes más y produciría algo. —¡Bela! Mi primera inspiración y la razón por la que acepté tomar este proyecto. —Seguiste hablando contigo misma como una loca—. Por qué. No poder. Imagino. Una escultura. —Pronunciaste cada palabra después de golpearte la frente contra la mesa.

Bueno, tenías una idea sobre cómo esculpirla, pero no era de la forma en que el reino debería verla. No pensaste que conocerla demasiado bien comprometería tu proceso creativo.

De acuerdo, ¿de qué otra manera podrías esculpir a Bela sin mostrar su personalidad dulce y cariñosa, pero aterradora como la de una madre? (¡Y para nada como los bocetos escondidos debajo de tu cama! Eran inaceptables y debían permanecer ocultos.)

—¡Morgan!

Hablando de Bela, aquí estaba ella, lista para modelar, pero aún no estabas inspirada.

—Podía escuchar el golpe desde afuera. ¿Qué estás haciendo? —Bela levantó suavemente tu rostro de la mesa y lo acunó. Inmediatamente notó las marcas rojas en tu frente—. ¿Qué...? —se mordió la lengua para evitar maldecir—. Morgan, ¿qué diablos has estado haciendo? —Trató de inspeccionar tu herida, pero se sorprendió cuando de repente apoyaste la cara contra su abdomen. —¿M-Morgan? —Sintió que tus brazos rodeaban su cintura, obligándola a acercarse. Escuchó un gemido como 'Bela' y su corazón se derritió por la vulnerabilidad y la ternura. —¿Qué sucede? —Pasó sus dedos por tus mechones mientras su mano libre trazaba suavemente formas en tu espalda.

Divide mi corazón en tres || Hijas DimitrescuМесто, где живут истории. Откройте их для себя