"Pero nunca lo había tocado" fue el pensamiento que llegó a su mente.

Agitando un poco su cabeza apartó aquellos pensamientos, y continuó pasando la tela por el trabajo torso de su jefe. Dios Santo, si antes en la oficina ya lo odiaban por ser el favorito de Wang Yibo, ahora sí se llegaban a enterar de esto, lo odiarían aún más.



















Al día siguiente Zhan intentaba dar sus mejores ideas para detener a un castaño que se reusaba volver a su casa. 

— Si quiere lo llevo a casa y me quedo con usted como ayer.

— Hay mucho que hacer después de la firma del contrato.

— Puedo encargarme de eso.

— ¿Y que termine en el hospital por exceso de trabajo como hace un par de años? 

— No me excederé.

— Ya puedo trabajar.

— ¡Solo ha pasado un día! 

— Suficiente como para recuperarme — dijo para salir del ascensor y seguir con su camino a su oficina.

— ¡Wang Yibo!

— Hay mucho trabajo que hacer Xiao Zhan, no te quedes ahí parado. Andando.

Zhan soltó un frustrado suspiro, acomodó sus lentes y peinó un poco su cabello para salir del ascensor. Aceleró un poco su paso y tomó el hombreo del mayor deteniéndolo. Nuevamente suspiró y se dispuso a buscar algo y de su maletín, sacó un cubrebocas, le quitó la funda de plástico que lo protegía y sin permiso, se lo colocó al castaño.

— Al menos no empeorará... 

Su mano se colocó en la frente ajena y ladeó un poco su cabeza.

— No hay fiebre... Antes de salir de su casa aún tenía fiebre.

Yibo rió bajo. Con delicadeza tomó la mano ajena y la quitó de su frente.

— ¿Ves? Debiste creerme. Estoy bien, me siento bien.

— Pero-

— Escucha... Mis padres ya no viven en este mundo como para dejarles el manejo de la empresa cuando me enfermo, estoy solo y ahora todo depende de mi. 

— Es por eso que intento cuidarlo, creo que a sus padres no les hubiera gustado ver lo necio que es su hijo.

El mayor negó sonriendo evidentemente.

— De acuerdo, hagamos esto. Si comienzo a sentirme mal te avisaré de inmediato. ¿Trato?

— Aunque no esté de acuerdo, de todos modos hará lo que quiera... Está bien — dijo dándose por vencido.

— Me alegra escuchar ese entusiasmo. Vamos.

Soltó la mano del pelinegro y se dio medio vuelta comenzando a caminar mientras se acomodaba el cubrebocas.








— ¿Segura que no viste mal? 

— ¡Claro que no! ¡Yo lo vi poniéndole un cubrebocas! 

— ¡Chicos! ¡Chicos! ¡No van a creer lo que acabé de ver!

— ¿No me digas? ¿Al secretario Xiao poniéndole un cubrebocas al jefe?

— ¡¿También lo viste?!

Y fue cuando todos se comenzaron a mirar entres sí con confusión.

— ¿Entonces es cierto?

— ¿Qué cosa es cierto?

Y hablando del diablo, había llegado Xiao Zhan a prepararse un café.

— ¿Pasó algo interesante? — preguntó mirando a sus compañeros.

— No, no pasó nada interesante, solo hablábamos del nuevo karaoke que inauguraron. ¿Cierto chicos? — preguntó una de las mujeres y los demás asintieron con una sonrisa.

— Oh. ¿Van a celebrar la firma del contrato?

—Eeeh. Sí, sí, usted sabe, las noticias se esparcen como el viento.

— Me alegro por ustedes... Me cuentan cómo estuvo — dijo tomando su taza y saliendo de la sala.

En cuanto ya no hubo presencia del pelinegro, nuevamente todos voltearon a mirarse. 

— ¿Ustedes creen que el secretario Xiao y el presidente... sean... algo? — preguntó una chica con una sonrisa traviesa.

— ¿Amor de oficina entre dos chicos?... Me apunto para ver este drama — habló otra de las mujeres dándole una sonrisa cómplice al resto













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