Espero poder cambiar algún día, lo veo lejos, pero como dicen: La esperanza es lo último que se pierde. Así que hay que mantenerse sereno y dispuesto a cualquier expectativa que nos ofrezca el mundo.

Poético.

Lo sé.

Veo como mientras la chicas terminan de poner todo lo que necesitarán para la exposición, la profesora de esta materia llega y les dice algo que por lo que noto es bueno, porque las tres sonríen. Y una vez que terminan, se van de nuevo en dirección a los baños.

—Qué envidia —dice Daniel.

—Es envidia de la buena, ¿no es así? —bromeo. En realidad no sé cómo se pueda estar llevando este chico con Layla y de verdad sea envidia mala.

—Claro, amigo. De la buena —responde con una sonrisa—. ¿Por quién me tomas?

—Por alguien que no es para nada sincero con lo que dice y es un pervertido de primera categoría —dice Alex con la mayor tranquilidad del mundo y yo no puedo evitar reírme porque sé que es cierto.

Daniel le da una mirada asesina.

—Intento cambiar.

—¿Cómo? —pregunta el mismo—. ¿Siguiéndole mirando el culo a Sofía?

El robusto se ríe.

—Es que Sofía está buenísima.

—Oh, Daniel —me meto—. Una chica buenísima por fuera es que tengo el culo muy grande y grandes tetas. Y, sin embargo, eso no es lo importante. Lo importante son los sentimientos de cada persona.

—Ay, por favor, Santiago —dice André—. No seas patético.

Bueno, no puedo evitarlo. Yo no me fijo en chicas por su culo o grandes pechos, a mí me atrae una chica que sea carismática, de bonitos sentimientos, ojos y sonrisa bonitas. Es lo único que pido. Y no es mucho. De todas formas, aún me cuesta encontrar a alguien me quiera.

Sigues siendo un exagerado.

Cállate.

Veo a Thomas llegar con una maqueta parecida a la de Layla pero más pequeña llegar a nuestro sitio de exposición.

—¡Hola, chicos! —saluda.

—O también puede gustarte un chico —me dice André y yo pongo los ojos en blanco.

—Oigan, que no soy gay. Me gustan las mujeres.

—No seas imbécil, Thomas. —Daniel lo hace a un lado para poder ver lo que el chico tapaba.

Thomas pone la maqueta en nuestro stand y nos quedamos hablando de cualquier cosa hasta que decidimos ir a los pasillos de los casilleros para ir a buscar unos snacks que tengo ahí guardados para poder merendar hasta la hora de irnos, ya que hoy no nos quedamos hasta tarde.

Estamos entrando al pasillo cuando vemos que salen del baño las tres chicas de la gran maqueta con un ojo egipcio maquillado y en su propio ojo y los labios pintados de un color rojo mate. Se han hecho rulos en el cabello, y aunque no se quitaron el uniforme, se ven extremadamente bien las tres.

Layla viene en el medio y se detiene frente a nosotros —que también habíamos hecho lo mismo— dejando que Mía y Paola sigan caminando a la cancha.

Yo me le quedo viendo a Mía un rato mientras camina. De verdad es muy bonita, y siento de todo cuando ella está cerca.

De verdad eres patético.

—Hola, chicos —saluda ella con una espléndida sonrisa en su rostro—. ¿Qué tal me veo?

—Excelente —escucho que murmuran a mi lado y cuando volteo es Daniel, quién la está viendo embelesado. Ni siquiera fui capaz de reconocerle la voz en ese estado.

¿En qué piensas, Harts?

¿Sabes leer mentes?

Pff, por supuesto que no. Sólo quisiera saber en qué piensa cuándo ve a Layla.

Hablando de Layla y pensar... Hasta donde yo sé, ¿no era Thomas el que sería atracción por ella? ¿Dónde está él?

Volteo y no lo veo con nosotros.

Se habrá ido antes de que te dieras cuenta.

No he visto a Layla y a Thomas hablar, pero sí he visto como él la mira y no son miradas para nada amistosas. Aunque tampoco son pervertidas, como la que el chico a mi lado le está dando en estos momentos.

Layla es una buena chica, y una buena amiga. No podría pedir más.

—Te ves muy bien, Layla —le digo y noto como se sonroja. Camino hasta ella y la tomo de la mano para darle una vuelta y poder verla mejor.

Esta chica es en verdad muy linda. Merece encontrar a alguien que la quiera y sepa valorarla. Yo, por mi parte, estoy enfocado en hacerla reír y pasar buenos momentos mientras estemos juntos.

—Gracias —agradece el cumplido mientras ríe y yo la suelto para que deje de girar.

—¿Quién te maquilló? —pregunta Alex.

—Mi mamá —responde.

—¿Tu mamá está aquí? —reacciona Daniel.

—No —ella lo mira raro y no la juzgo. El chico está actuando un poco raro—. Acaba de irse.

—¡Santiago! —exclaman y mis acompañantes y yo volteamos a ver de quién se trata.

Es Nismar.

Una amiga.

Una amiga con la que follé por primera vez.

No puedo evitar verla de forma diferente ya que es la chica que me ha enseñado varias cosas sexualmente.

Es linda, y tiene un buen cuerpo que se puede aprovechar bien, sin embargo, me inclino más por los sentimientos. Y, de todas formas, a ella le gusta un chico de su clase. Lo que hubo entre nosotros en el pasado se queda ahí: en el pasado.

Pasado es pasado, wey. Debe olvidarse.

No, el pasado no se olvida. A mí me gusta conservarlo.

Por eso es que no progresas.

De verdad empiezo a creer que me estoy volviendo loco.

—Hola, Nis —la saludo.

—¿Cómo estás? —Ella llega a mi sitio y me da un beso en la mejilla a modo de saludo y siento como el calor se va apoderando de mis mejillas, inconscientemente.

A mi mente llega la imagen de la cara de Mía y no puedo evitar tomar una fotografía mental del rostro de Nismar y comparar ambas caras.

Sí, en realidad me voy más por Mía.

Espero que esos sentimientos sean correspondidos.

André tiene razón; eres patético.

Oh, cállate.

—Quería que me acompañaras a dar una vuelta, ¿quieres?

—Eh, sí, claro —respondo con nervios.

—Santiago —escucho que me llaman y volteo a ver a una Layla triste.

¿Qué le pasa?

No sé, wey.

Su celular comienza a sonar y con la misma expresión lo saca de su bolsillo y se aleja de mí... de nosotros.

—Vamos —insiste Nismar y me voy con ella dándole una última mirada a la chica con un ojo egipcio maquillado.

«Amarás a quién no te ama, por no haber amado a quién te amó».

Desconozco el autor.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora