Capítulo XXI

5.9K 818 392
                                    

Atónita, sentía como aquella escena sucedía en cámara lenta, más cuando él comenzó a caminar a donde estaba. No entendía nada. ¿Él hacía todo eso? Su cabeza estaba a punto de estallar.

Cuando menos se percató, ya estaba frente a frente con ella, siendo separados solamente por medio metro de distancia. El rostro de _____ tenía un claro semblante de sorpresa y confusión total, mientras que el de Poseidón, se mantenía neutro. Hasta podría decirse que sereno.

—T-tú...

Balbuceó para asomarse a un lado a ver el mar, que terminaba de juntarse. ¿Fue buena idea de haberse hecho "amiga" de él después de todo?

—Cielos...

Dirigió una mano a su cabeza, flaqueando sus piernas. Sintió como las manos del rubio la agarraron de los brazos, evitando que cayera. Sus cosas, por el contrario, lo hicieron.

—¿Qué... fue todo eso?

Preguntó mientras que la ayudaba a sentarse en la arena de nuevo, aún viéndolo atentamente, pero sin serle devuelta la mirada. Él quedó agachado, con una rodilla en el suelo y la otra en la que apoyaba su codo del mismo costado.

Su corazón latía con fuerza, tratando de encontrar lógica a lo que acababa de ver.

—Soy el dios de los mares.

Esa presentación, hizo que de alguna manera algo tuviera sentido aún sin tenerlo.

—¿D-dios?

Poseidón, por su parte, no podía creer lo que hacía. Apenas descubrió que _____ estaba en el sitio de encuentro a pesar de su desaparición, decidió que era momento de que supiera aquella verdad.

Además, había algo que tenía planeado desde hacía tiempo.

La joven veía cada detalle de su bello rostro, recordando varias cosas de pequeña y su trato hacía él. ¿Se había cansado y finalmente cobraba una especie de venganza?

No podía moverse, mucho menos cuando sintió que tomaba una de sus manos. Una extraña sensación se apoderó de ella y la piel se le erizó. ¿Perdería la mano?

Pero cuando regresó la vista a esta, notó como dejaba algo en ella. Para mayor precisión, en su dedo anular izquierdo. Era un anillo. Sobre este, una piedra preciosa de un azul claro bien pulida, acompañada por otras dos, más pequeñas, una de cada lado.

—Quiero que te cases conmigo.

Esas cinco palabras si que le sacaron el alma del cuerpo. Más cuando los ojos azules del hombre se posaron sobre los de ella. Por primera vez. Además de que su corazón latía con tal fuerza, su piel parecía que perdía el color. Pero de cualquier forma, sus pómulos se habían salpicado de rojo.

¿Un dios... que quería casarse con ella? ¿Qué clase de historia era aquella?

Su mente había quedado en blanco por segundos. Al recobrar, tenía dos posturas principales que se debatían entre ellas.

¿Qué debía hacer?

Al tiempo en que pensaba, el mar detrás de él se agitaba, demostrando de aquella forma los nervios que sentía. Exactamente. Un dios que antes se consideraba perfecto, se sentía nervioso por esperar una respuesta.

Percibía en ella la gran confusión que sentía en esos momentos. Quizás debía de darle su tiempo para pensar, o haber sido menos directo con la entrada.

—Te daré un día para que me des una respuesta. "Sí" o "no", cualquier respuesta— se levantó con cuidado, soltando lentamente su mano y con delicadeza —. Mañana, a esta hora y en este lugar.

Sus ojos seguían conectados hasta que Poseidón se giró sobre sus talones para irse de allí, de la misma forma en que había llegado.

A los segundo de perderlo de vista, miró el dedo que sentía pesado. No podía creer nada de aquello.

¿No pudo haberle dado alguna explicación al respecto de todo aquello?

De por sí, sabía que primero estaba el noviazgo y luego el casamiento. Seguramente para aquel dios, o dioses —cosa que comenzaba a sospechar—, fuera algo distinto a la percepción humana.

Hizo una mueca para retener las lágrimas por todos los sentimientos que se arremolinaban dentro de ella. En medio de un sollozo, atinó a dirigir su otra mano a quitarse el anillo.

—¿Puedo ayudarla en algo, señorita?

Esa voz desconocida y cortés, la sobresaltó. Regresó la vista a la orilla del mar, detrás de una roca. No sabía qué era peor: una persona que pasara por allí, o... eso.

Parecía ser un hombre con rasgos de pez.

—Creo que me estoy volviendo loca...— murmuró, sintiendo algunas lágrimas caer por sus mejillas todavía.

—Si es por todo lo que acaba de pasar, déjeme decirle que realmente es algo difícil de asociar para un humano la presencia de un dios.

—¿Q-qué...?

Antes de hacer otra pregunta, se adelantó a ella.

—Soy el dios de los ríos, fiel sirviente del dios de los mares. Me llamo Proteus, y sirvo a mi amo, Poseidón— hizo una reverencia ante _____, haciéndole olvidar lo que estuvo a punto de hacer.

—¿Po... seidón?

—Sí, señorita _____.

Seguramente sabía su nombre gracias al de cabellera rubia. Y pasó una mano por su cara, tratando de calmarse.

—No puedo creer que todo este tiempo me gustara un dios, y fuera Poseidón...— volvió a murmurar, soltando una risita de ello para sí misma, nerviosa.

Ya no sabía cómo tomar toda aquella información tan abrupta.

Proteus logró oír lo que dijo. Terminó arrodillándose cerca de ella, así demostrarle que no era ninguna amenaza.

—Por favor, déjeme responder cada duda que tenga el respecto. No quisiera que todo esto le haga mal, le preocuparía demasiado a mi amo.

Mencionó a la vez en que _____ regresaba la vista a él. Era una gran oportunidad por lo sucedido. Y dudas tenía de sobra. Solo que necesitaría tiempo para ir desarmando el nudo en su garganta para poder hacérselas.

 Solo que necesitaría tiempo para ir desarmando el nudo en su garganta para poder hacérselas

Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.
VERANO |Poseidón y tú|Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum