Capítulo 44

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Aitana

La puerta se corre rápidamente y alguien entra dando pasos largos hasta mí. Me toma del cabello y hace un rodete tirándolo hacia atrás.

Apoya sus labios en mi nuca dándome un beso y entonces sé de quién se trata. Yo solo me odio más porque le traigo meros problemas, ante la idea, otra arcada.

—Ya, pequeña, calma.

Mierda, no se lo merece.

¡Está aquí, carajo! ¡Después de todo lo que pasó sigue aquí!

Una vez que termino, él se para y aprieta la cadena en lo que yo me arrastro hasta chocar mi espalda contra la pared. Tengo la ropa con vomito y un olor insoportable.

Intento moverme, pararme, pero no puedo.

—Para—dice él en lo que toma un trapo para limpiar lo que ensucié.

Se va y lo intento nuevamente, pero fallo. Comienzo a golpear mi mano contra el suelo maldiciendo todo y clavar mis uñas en mis palmas.

—Para—regresa Joey—Aitana, para, te harás daño—se acerca hasta mi en dos zancadas.

Pero yo lo ignoro. Clavo mis uñas en la palma de mis manos y cierro mis ojos nuevamente. Aprieto mis dientes y choco las manos contra el suelo fuertemente.

—Para, ¡Aitana, para , joder!—me abraza y yo lloro.

—¡Aléjate!—intento correrlo, pero ambos sabemos que eso no es de ayuda.

—Calma—susurra en mi oído.

Sigo llorando hasta quedarme sin fuerzas y recién ahí, él me suelta.

Toma mi barbilla y la levanta hasta que ambas miradas se encuentran.

Ninguno dice nada y así lo prefiero.

Me aúpa dejándome sentada en el excusado en lo que él llena la bañera con agua.

—A ver—regresa a mí para quitarme el pijama .

Me niego a volverle a mostrar mi cuerpo, no dañado como está ahora.

—Aitana, debo quitártelo, no puedes seguir con esto encima.—sigue pacífico.

—No.

—Aitana....

—¡Soy un asco!—gimoteo— no quieres verme, no querrás. ¡Ya no soy la misma!

Él suspira y menea la cabeza para ambos costados.

—No te toco hace semanas, Aitana. ¡Mierda!— se levanta—No te toco, no te veo, ni siquiera dejas que te acomode un poco la ropa, ¡nada! Llamas a Danna o a Maggie, ¿y yo qué? ¡¿Yo qué?! Si de verdad piensas que porque ese hijo de puta te lastimó, mi visión de ti cambiaría, es que tú— me señala—, no eres la que me conoce—mira hacia otro lado y vuelve a mí—. No cederé esta vez, Aitana. No dejaré que me eches para que alguien más venga a ayudarte, estoy yo, ¡yo! Yo me quedo, me quedo porque quiero, porque sería de muy maldito irme cuando más me necesitas.

—¡No lo hago! ¡No te necesito!—miento.

—¡Sí lo haces! ¡Y yo también! Ambos sufrimos, de diferentes formas, pero lo hicimos. Y sí, quizá muchas cosas cambiaron, pero yo te sigo viendo igual—se pone de cuclillas posando sus manos en mis rodillas—, o quizá hasta mejor....por favor, déjame que te quite la ropa, déjame bañarte, déjame que yo lo haga.

Asiento, su pedido fue más de súplica que de favor. Él me quita el vestido y luego mis bragas dejándome completamente desnuda.
Lo hizo con una lentitud y de manera tan precavida...

Cien momentos ✅  [ Libro 2 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora