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Sobre Gusu se extendía un cielo azul casi a tono con algunas vestimentas de los Lan. Las nubes con formas variadas se cruzaban de un lado a otro sin señal de que llevaran agua consigo. La lluvia no era extraña en Gusu, pero desde que llegaba la primavera y se acercaban los días verano, el sol radiante, el cielo azul y las nubes blancas eran la norma tanto en lo alto de la montaña como en los pueblos cercanos.

En Caiyi los canales se llenaban de embarcaciones poco a poco. Se acercaba la fecha en que los estudiantes iban a La Profundidad de las Nubes a recibir sus lecciones. Eso aumentaba en flujo de personas que deambulaban por las calles del pueblo. Los mercaderes les esperaban sonrientes; eran los meses con las mejores ventas. Los visitantes no podían resistirse a la tentación representada en forma de frutas y licor. Incluso los estudiantes que debían respetar las estrictas reglas de los Lan encontraban la forma de escapar y dar una vuelta por las calles deleitándose con todo lo que tenían que ofrecer.

Era un día normal, como cualquier otro. Por eso cuando el rayo surcó los cielos como un destello amenazador acompañado de un sonido estridente, más de uno cayó al suelo preso del pánico. Nadie recordaba haber visto algo así... las historias más cercanas podían considerarse leyendas sin fundamentos más que hechos comprobados por testigos de antaño.

Quizás los cultivadores de la montaña pudieran dar alguna explicación. Pero siendo un evento aislado, y ante el silencio generalizado, nadie se atrevía a formular la pregunta.

*

El sonido del trueno hizo estremecer a Wei Wuxian sacándolo de su siesta vespertina con el corazón imitando un tambor. No recordaba haber quedado dormido. Tampoco tenía conciencia del tiempo trascurrido desde que cerró los ojos. Era común que descansara unos minutos después del almuerzo, sobre todo cuando Lan Wangji no estaba allí para acompañarlo debido a sus obligaciones. Sin embargo, justo en esa ausencia, tomaba las precauciones de lugar para que el resto de los Lan no se diera cuenta. Asomando la cabeza por la ventana que estaba junto a la cama, notó que el sol estaba en lo alto, justo como se esperaba de esta época en Gusu. Eran los días más cálidos que se podían vivir entre las montañas, tan escasos como la paz entre él y Lan Qiren.

Desorientado como una de sus brújulas en fase experimental, se levantó de la cama y colocó una mano sobre su pecho. Su corazón seguía retumbando. El temor a las tormentas no era parte de sus fobias, pero esos truenos sin aviso de mal tiempo además del sobresalto empezaban a causarle preocupación. Porque esta no era la primera vez.

En su mente llevaba la cuenta. Una. Dos. Tres.

La primera vez que ese sonido perturbó la paz de La Profundidad de las Nubes, Wei Wuxian casi arruinó uno de sus diseños más preciados. Cuando le preguntó a Lan Wangji si era normal que tronara con el sol en el punto más alto y el cielo despejado, este respondió con un "mn" cuya interpretación seguía siendo un misterio. El segundo episodio ocurrió en plena clase de "Métodos alternativos", una lección incorporada al plan de estudios de los discípulos del clan y de la cual Wei Wuxian sentía un orgullo mayor que el permitido por las reglas de los Lan. Wei Wuxian miró a los jóvenes esperando recibir alguna retroalimentación. Nadie dijo nada.

Quizá era resultado de su paranoia, pero desde el primer evento, el comportamiento de Lan Wangji era un poco extraño. Sumado a eso, avisó que partirían a un pueblo remoto a resolver una serie de casos que escapaba de las manos de los cultivadores locales. Wei Wuxian no quería imaginar cosas, pero su cerebro seguía conectando información que él había elegido pasar por alto para no atormentarse. Los viajes repentinos, los silencios prolongados de Lan Wangji, ese no-sé-qué en su mirada, el titubeo de los jóvenes. Desde el primer trueno el ambiente no era el mismo de antes. Era una realidad que no podía ocultar.

El camino a la eternidadWhere stories live. Discover now