Todo cambió cuando Enzo comenzó a sobresalir en los karts, fue ahí en donde mi padre mostraba cierto favoritismo hacía él dejándome de lado por completo.

Jamás me importó incluso aveces lo agradecía, porque podía ver la presión que papá ejercía sobre él con la excusa de que quería que fuera el mejor. Pero el resentimiento apareció cuando mi padre aveces prefería ir a las carreras de Enzo que a las mías o estaba ocupado como para tomarse una hora para verme. No culpaba a mi hermano, él estaba cumpliendo sus sueños y nada me hacía más feliz que apoyarlo, pero aveces también deseaba que mi padre hiciera lo mismo por mi. Supongo que esas actitudes de mi padre hacia mi me obligaron a forjarme de una forma diferente a mi hermano, Enzo siempre fue el hermano amable y simpático, tenía al público comiendo de su mano por su increíble carisma. En cambio yo, era muy distinto a él. Era conocida por ser la hija dura y según Enzo "gruñona", los medios me describían como la réplica de mi progenitor. ¿Me gustaba que me compararan con mi padre? Para nada. No éramos iguales.

La relación con papá se quebrantó y dejó de ser la misma desde hace unos años. Alessandro De Santis, el  siete veces campeón del mundo en la Fórmula 1, considerado una leyenda en el deporte y de los mejores pilotos de la historia, él nos introdujo al mundo del automovilismo a mi hermano y a mi desde que éramos pequeños, después, cuando Enzo creció fue ascendido a la Fórmula 1 con Renault, papá estaba vuelto loco y todos estábamos sumamente orgullosos y felices de que escribiera su propia historia y si todo salía bien, un día lo veríamos conduciendo en Ferrari como mi padre en sus años de gloria. Pero ese día nunca llegó...

En 2017 Enzo corría el Gran Premio de casa, Monza. Toda la familia estaba tan emocionada de verlo correr, pues parecía ser su temporada, era el segundo con mejor puntaje después de Lewis Hamilton, prometía ser una gran carrera hasta que en la curva di Lesmo su monoplaza salió dando giros como un trompo y minutos después, nos dieron la noticia de que no había resistido el impacto causando automáticamente la muerte de mi hermano.

Mi mundo se derrumbó ese tres de septiembre. Ese día no sólo había perdido a mi hermano, perdí a la persona que más amaba, a mi confidente, mi mejor amigo y mi hogar. Enzo era la única persona que había estado para mi toda mi vida, él era mi otra mitad y saber que ya no estaba, había dejado un vacío en mi que estoy segura jamás podría llenar.

Uno pensaría que la muerte de un miembro de la familia nos uniría más que nunca, pero no fue así. Para el año siguiente yo estaba en un vuelo rumbo a México con mi familia materna, pues había huido de casa gracias a las constantes peleas con mi padre y sus malos tratos, el desinterés de mi madre y el fantasma de los recuerdos de Enzo que parecían no querer soltarme.

Pensé en dejar de competir, pues el sueño de ser la primera mujer en la Fórmula 1 después de tanto tiempo se alejaba cada vez más. Sin apoyo de mis padres y sin Enzo  en este mundo, ya no le veía algún sentido.

Fueron meses en los que estuve debatiendo internamente y gracias a Enzo y la promesa que le había hecho de nunca rendirme fue que continue persiguiendo mi sueño.

Para cuando cumplí diecisiete mi madre viajó hasta casa de mis abuelos para enmendar la casi nula relación que teníamos, por supuesto jamás volvió a ser la misma pero apreciaba el hecho de que al menos lo intentara. Desde entonces ella ha estado presente en mi vida profesional acompañándome en mis carreras y apoyándome cada que podía. Todo lo contrario a mi padre quien por arte de magia pareció olvidar que tenía una hija.

— Aly cielo, entiendo que estas molesta con él pero de verdad esta muy ocupado, no te imaginas cuantas veces he tratado de sacarlo de su oficina, apenas si lo veo en la cena. Aveces quisiera que aún vivieras con nosotros, así me sentiría menos sola —aprieta los labios y me siento mal de escuchar eso pero era lo mejor para todos.

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