—¿Cosa uno? —pregunto mientras ellos chocan sus puños.

—Sí, así como ese dibujo del gato curioso ese que ven. Hunter es cosa uno y Hayley es cosa dos.

—No les digas así a mis hijos.

—Aburrida —canturrea volviendo a la cocina mientras yo sonrío y Jayden me mira haciendo que vuelva a mi semblante serio.

—Es una muy bonita foto mis amores —miro a mis hijos—, tiene que ir en el álbum familiar ¿No?

¡Si! —gritan ambos emocionados mientras yo asiento— Mami, sentate con nototos —Hunter da pequeñas palmaditas a su lado, asiento y hago mi mayor esfuerzo para no sentir el perfume embriagador de Jayden a mi lado.

• • • • • •

Mis hijos finalmente se quedaron dormidos después de haber estado jugando con su padre, Jayden me ayudo a arroparlos y no puedo negarlo, pero se ve muy bien como padre, aunque no quisiera que sea así.

—¿Quieres un café? —pregunto para poder cortar el momento tenso que formal por ambos en el pasadizo sin saber que decir o hacer.

—Sí, si... Un café estaría bien —carraspea siguiéndome a la cocina.

Agus y Andrew se fueron hace un rato así que solo somos Jayden y yo en el salón.

—¿Cómo te ha ido en la vida Jayden Harris? —pregunto sirviendo el café con manos temblorosas.

—¿Me creerás si te digo que no tan bien?

KARMA.

No lo digo, obviamente. Me limito a asentir lentamente.

—Lo lamento, supongo.

—No es necesario que mientas, sé que no te causa pena que me haya ido mal, después de todo lo merezco.

—No soy como tú Jayden, no me alegraría de las desgracias de los demás. Pero déjame decirte que una parte de mi sabe que te lo mereces.

—Pues sí, me lo merezco. Me he limitado a ser una mierda estos últimos 4 años.

Me encojo de hombros y le extiendo su café muy cargado con dos cucharadas de azúcar.

Toma un sorbo de este y sonríe al instante mirándome.

—Aun recuerdas como me gusta.

—¿Eh?

—El café —recalca enarcando una ceja.

Separo mis labios y enrojezco de inmediato.

—Claramente lo dices por el café, imbécil.

Me siento como la comida de un depredador siendo ventilada frente a él. Me siento básicamente acorralada y expuesta.

—Vale. Imbécil... Hace tiempo no me llamabas así.

Entorno los ojos y tomo de mi taza relajándome en lo caliente que está el café. Miro el reloj que marca las casi once de la noche y solo pienso en que mañana tengo que ir a trabajar.

—¿Qué has venido a hacer a la empresa Jayden? ¿Qué es lo que estás buscando?

—Déjame empezar diciendo que ni siquiera sabía que vivías y trabajabas aquí, de lo contrario...

—No hubieras venido, lo sé.

—No Heather, no...

—Bien ¿Entonces qué haces aquí?

—Sigues teniendo la mala educación de no dejarme terminar de hablar.

—No me gusta escuchar cosas que no me interesan.

—Bueno.

—¿Qué has venido a hacer?

—Me encargaron un proyecto y estaré viviendo aquí por al menos unos dos o tres meses, aunque creo que extenderé ese tiempo a indefinido.

—El día qué viste a mis hijos por primera vez...

—Nuestros —corrige.

—¿Cómo llegaste aquí? ¿Sabías que yo vivía aquí?

—Vivo al lado de tu apartamento Heather, literalmente. Y no, no sabía que vivías aquí hasta que te vi correr en bata de baño atrás de una niña rubia mientras un niño rubio preguntaba si su hermana estaba bien...

—Es mejor que te vayas a tu apartamento, estoy cansada —murmuro jugando con mis manos compulsivamente.

—Vale —asiente levantándose del asiento y mirándome antes de abrir la puerta.

—Que descanses Heather —sale y cierra la puerta tras de él dejándome con el corazón a mil.

Quizás algún díaWhere stories live. Discover now