Sofía la mira sorprendida y luego ríe.

— Touché, ha ganado esta partida, señor Iraná

Las voces de dos jóvenes riendo apresuraron a la anciana que se encontraba dentro de la casa, para salir a recibirlos. Ver a la abuela que salía de casa, hizo correr a los jóvenes para abrazarla, ya que, por fin, nuevamente la familia estaba reunida.

La Abuela los apresuraba a entrar. Ella tomaba algunos bolsos que llevaban los jóvenes, para llevarlos al interior, por la felicidad que era verlos nuevamente.

— Qué bueno mis niños que llegaron, el almuerzo pronto estará listo. Me alegro tanto Sofía que pases el verano aquí, no te imagina la alegría que es tenerte aquí.

Comieron y rieron, luego los novios dieron un paseo por el campo y ya por la noche fueron a descansar en la habitación de Jorge, pero ambos habían acordaron que respetarían la casa de la Abuela, así que sus impulsos debían guardarlos para otro momento y lugar.

Durante la tarde del día siguiente, salieron a dar un paseo.

— Jorge, este sitio siempre me emociona, cada vez que camino por aquí, es como llegar al cielo.

— ¿Por qué no vamos al campo de trigo?

— Pero ¿qué tiene de especial ese lugar? Pensé que caminaríamos por la playa.

— El campo de trigo tiene algo especial, ya lo verás.

Cuando llegan hasta el campo de trigo, que estaba cercano a casa de la abuela, ingresan por él, sintiendo como las espigas le acariciaban la cintura, puesto que estaba alto y pronto debía ser cosechado.

Al llegar a hasta el centro de la plantación, Jorge se coloca en cuclillas y le indica a Sofía que haga lo mismo.

— Mira, se puede jugar a las escondidas aquí, si estás bajo, nadie puede verte.

— Nadie puede verme, aunque quisiera, estos campos son desérticos y nunca he visto gente pasar por aquí, así que jugar a las escondidas, es aburrido. — ríe Sofía con su característico buen humor.

— Exacto, este lugar es muy tranquilo — Jorge la empuja para que se recueste sobre las espigas, para besarla tranquilamente.

Para Sofía, estar en un campo de trigo, besando a su novio y sentir el olor a hierba, era muy placentero y relajante, lo que volvía el momento en algo completamente romántico. Mientras pensaba en eso, Jorge metía su mano debajo de su vestido, para retirarle las bragas y poder tocarla.

— Espera ¿qué haces? Eso es vergonzoso.

Jorge la vuelve a besar, sin dejar de acariciarla en su intimidad, hasta que comienza a abrir la parte superior de su vestido para descubrir sus pechos.

— Dijimos que en la casa de la abuela no, así que tenemos que buscar otro sitio. — Sofía trataba de detenerlo y lo aparta.

Jorge había bajado un poco su pantalón y ropa interior, solo para poder liberar su masculinidad, quitándole definitivamente las bragas a Sofía y abriendo suavemente sus piernas.

— Pero, esto no es la casa de la abuela, es campo abierto.

Jorge la abraza, recostándose sobre ella y acomodándose, para volver a ser uno, moviéndose de manera suave y tranquila. Al verla nuevamente, ella estaba sonrojada y suspiraba, pero no se detiene al hacerle el amor.

A Sofía le gustaba estar así, poder ver a Jorge con las espigas atrás en su espalda y el cielo de fondo, algo tan estimulante y romántico, que le llenaba el corazón de alegría.

Mi único pecado, fue quererte.Where stories live. Discover now