La puerta se abrió de golpe, frente a mi apareció la guapa cara de Bill, sin duda las cicatrices que le dejo Greyback no le habían disminuido el atractivo, además ahora que estaba casado se veía mas feliz que nunca. Aunque cuando nos vio parecía que un dragón hubiera parecido en su casa, Fleur estaba detrás de él con su varita alzada y tenía la linda boca abierta de la sorpresa.  

— ¿Sorpresa?— traté de sonreír. Bill suspiró y envolvió a su hermano en un abrazo de oso, haciéndolo entrara a la casa, Fleur inmediatamente me tomo de las manos, llevándome hacia adelante antes de abrazare con fuerza y darme besos en las mejillas. Quede un poco cohibida por la calurosa recibida pero inmediatamente la abrasé de vuelta, aliviada de ver a alguien más.

Bill, sin embargo vio hacia afuera confundido;

— ¿Dónde están Harry y Hermione?

Ron y yo nos vimos el uno al otro, sin saber quien iba a hablar y si lo hacía no sabíamos que decir y que no, habían cosas que era mejor que Bill y Fleur no supieran por su seguridad y la de los otros. Fleur, notando el debate telepático que Ron y yo estábamos teniendo nos invito rápidamente al comedor a servirnos té y algunos bocadillos.

Mientras yo y Ron hambrientamente devorábamos los sándwiches de mermelada, mi amigo explicó como habiamos viajado alrededor tratando de cumplir la misión de Dumbledore, como Ron decidió abandonar la misión en su frustración. Avergonzándose de sus acciones pero haciéndose responsable, también afirmó que yo solo lo seguí para que no estuviera solo y la gran amiga que era. Que yo no quería abandonar la misión pero solo me fui por él.

— También podrías decir la maravillosa e increíble persona que soy— sugerí con toda mi humildad mientras le daba un poquito de mermelada a Castiel que estaba colgando de mi brazo.

Bill se mostró decepcionado con su hermano por sus acciones, aun así no le dijo nada, pudiendo ver lo mucho que lo sentía, lo arrepentido que estaba. 

Sin embargo cuando se dio la vuelta para verme, su expresión era suave.

— Gracias, por cuidar de mi hermano pequeño.

—  Somos familia, él es mi hermano también.— asentí sonriendo un poco.

— Por favor no le digas al resto de la familia, mamá no puede saber.— Ron lo vio seriamente, una mirada suplicante—. Nadie puede saber.

Bill y Fleur se vieron por un par de segundos, dándose una mirada que solo ellos podían entender, como comunicándose por telepatía. Conocía bien esa mirada, Harry y yo teníamos conversaciones así todo el tiempo.

— Esta bien. No se preocupen. Por ahora solo estamos felices de que ambos estén a salvo.

Después de decirles que en Londres ya no estaban buscando y la confrontación con los mortifagos, Bill nos mostró adonde íbamos a dormir y nos aconsejó que descansáramos por el resto del día. Este sin duda era el peor cumpleaños del mundo, aun así traté de hacer esto a un lado, mi cumpleaños siempre había sido algo muy importante para mi, pero decidí pasar el resto de la tarde en el pequeño jardín de Fleur, cuidando de sus plantas mientras Ron se quedaba dentro hablando con su nuera.

Era lindo tener algo que hacer, meter las manos en la tierra, sembrar, sacar la maleza. Morgana estaba a mi lado, admirando el paisaje que era la playa en la que nos encontrábamos, no había hablado mucho... hasta ahora.

— Vas a matar a mas personas— ella habló mientras veía una flor amarilla que crecía entre las blancas.

— Lo sé. Y matar a esa mortifaga me hizo sentir... bueno... nada. Fue como acabar con una abeja, era ella o yo, no lo encuentro malo  no me siento culpable. ¿Debería sentirme?

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now