CAPÍTULO XII: DÍA III - TERRITORIO PRICE

Start from the beginning
                                    

O tal vez, solo sea mamá desafiando las normas de vestimenta.

—Nos dirigimos al territorio Price —anuncia mamá.

—Muy bien, ¿qué tienes a cambio del traslado? —Su atención se vuelca en mí y mi corazón palpita a un más acelerado.

No me gusta su inesperada atención.

—Agua —responde mamá.

El bien más preciado de mi territorio.

Mamá saca un envase transparente del bolso que porta Kai para mostrarle al buscador que es verídica su respuesta. El buscador se enfoca en el envase y asiente. Regresa a la rueda y aplasta con sus dedos unos cuadrados que sobresalen a su costado del asiento donde fácilmente puede podría descansar sus antebrazos. No recuerdo bien si se nombra así esa parte del cuerpo que conecta a los codos y las manos. No entiendo cómo mamá nos pudo enseñar los nombres de algunas partes del cuerpo, pero fue incapaz de describirnos cómo se vería físicamente un ser humano desde que nace: su tamaño o cómo se vería su rostro si es femenino o masculino.

—¿Cómo nos llevará a todos en ese transporte? —suelto en voz baja hacia mamá.

—Andrómeda, a partir de este instante no hables ni siquiera para mí —dice mamá, en un tono también bajo, pero con la diferencia que su atención sigue en el buscador.

Decido observarlo.

Al parecer lo hago justo a tiempo para darme cuenta que frente a su asiento se materializa una especie de tabla con luces verdes que a su vez se transparenta. Es la primera vez que veo algo así. Y mi impresión se expande más cuando el buscador toca algo en la tabla que provoca un ruido en la rueda.

El ruido no es casual.

El ruido está ahí para mostrarme lo que me había estado perdiendo del mundo al solo mantenerme dentro de las paredes de mi hogar.

Se despliega ambos costados de la rueda, detrás del asiento, unas puntas que se desdoblan hacia atrás y se convierten en una base con unos tubos verticales y horizontales en sus cuatros puntos que le dan la forma de una caja grande, pero solo con la base del fondo a una distancia prudente del suelo.

—Suban —anuncia el buscador que se coloca en su asiento.

—Vamos —indica mamá, señalando la especie de caja. A su vez, resuelve entregar el envase a Kai para que lo vuelva a colocar en su bolso.

Deseo preguntarle a mamá si es seguro subirnos ahí, pero desobedecería su orden de mantenerme callada así que, solo dejo que nos guíe a Kai y a mí.

Ella avanza cerca de la caja y pasa por debajo de los tubos horizontales para subirse a la base; una vez arriba, se sostiene de los mismos tubos que le llegan cerca de su cintura. Kai sube siguiendo el ejemplo de mamá, pero en su caso los tubos llegan por su cuello. Es mi turno. Creo hacerlo bien para ser mi primera vez subida en algo así.

—¡Sujétense! —grita el buscador una orden que da tan deprisa como el movimiento que hace la rueda.

Avanza.

Va tan rápido que me aferro a los tubos extremos horizontales. O quizás solo exagero. Observo a Mamá que se me mantiene tranquila y lo suficiente lejos de la orilla por la carga que lleva en su espalda, el bebé. Busco a Kai que sostiene con una mano su canasta y con la otra un tubo. Ellos no están tan aferrados a la estructura como yo. Por momentos, siento que me balanceo hacia atrás y si miro al suelo mi mirada se desorbita.

No deseo cerrar mis ojos.

Siento que me perdería cada espacio por conocer, aunque todavía a nuestro alrededor solo se observa el suelo árido. La rueda recorre el suelo que difícilmente hubiéramos aguantado a pie. Observo hacia delante de la rueda.

A los lejos, pero muy a los lejos, se ve especies de asentamientos.

—¡Estamos llegando! —exclama Kai y agrega emocionado: —Mira, Andrómeda, es el territorio Price.

Entre más se acerca, más se resalta un letrero que dice P-r-i-c-e —asumo que se pronuncia como lo dijo Kai— y varias ruedas de transporte hacia un costado como si estuvieran esperando algo, pero sin sus dueños.

—Está silencioso —suelta mamá, dirigiendo su mirada hacia el lugar que poco a poco nos vamos acercando a media que la rueda también disminuye su movimiento—. Debe ser por la recolecta.

Mamá me recuerda la razón por la cual estamos haciendo este viaje arriesgado. Mi corazón acelera sus palpitaciones. Este sabe que esta recolecta es mi última oportunidad y no hay espacio para cometer errores.

—¡Llegamos! —grita el buscador.

Todo se detiene.

Miro hacia arriba dándome cuenta de un detalle. Hay algo interesante volando sobre nosotros. Algo que resalta como negro. Quiero preguntar qué son esas cosas. Deseo tanto hacerlo.

—Son aves —dice mamá, haciendo bajar la mirada hacia ella. Su rostro refleja una clara sonrisa.

Asiento.

Es mi forma de decirle "gracias, mamá".

—Mi pago —solicita el buscador, detrás de Kai.

Mamá agarra a Kai y lo ubica frente a ella para retirar el envase de su bolso. Entrega el pago al buscador.

—Con trueques así... —El buscador abre el envase y lo acerca a su boca. Toma un sorbo y vuelve a asegurar el objeto—. Estoy dispuesto a estar a su servicio —termina con una sonrisa que deja expuesto la falta de dientes en algunas partes donde debería haber uno.

Miro a mamá.

Ella intenta decir algo, pero un sonido que reconozco nos roba la atención.

Volteo detrás de mí.

Hay dos naves del gobierno acercándose.




____________________________________

*Si hay alguna falta ortográfica me avisan, porfis.

Gracias por seguir aquí. 

Debutante ©Where stories live. Discover now