—¡Bien!—retumbó la voz del entrenador por todo el gimnasio—Se acabó el recreo, empiecen a correr.—dijo finalizando con un pitido de su silbato.

Empecé a correr al lado de Tyler y Brooke, pero como siempre no tardé en subir el ritmo, y sin darme cuenta no paraba de adelantarme.

—Anda, vete ya a tu ritmo, deja de esperarnos—me dijo Tyler. Le tomo la palabra y avanzo a mi ritmo normal. No tardé en dejarles atrás, ya que ambos odian correr con todo su cora- zón, son el tipo de personas que creen que correr sin una causa aparente es una pérdida de tiempo.

Al ir avanzando me topo con Drake, quien al tener un ritmo similar al mío me hace compañía durante un rato.

—¿Cómo es posible que unas piernas tan pequeñas puedan ir tan deprisa?—me dice Drake, entre respiraciones agitadas.

—Pues que sepas que ser un minion viviente tiene sus ven- tajas—le respondo en el mismo tono burlón.

—¿Cómo cuáles?—me responde—Ah, ya sé. Te puedes meter bajo las piernas de tus contrincantes.

—Ja ja ja—me río sin gracia, entornando los ojos—Punto número uno, no soy tan bajita como para hacer eso. Punto número dos, si pudiese hacer eso todos estaríais celosos, porque conseguiría despistar a cualquiera.

—Bueno—empieza con una mueca de circunstancias—tú ganas.—finaliza, riendo.

—¿Acaso lo dudabas?—le respondo.

—¿Ya estás alardeando otra vez de tus inexistentes cualidades, niñata?—dice el homúnculo parlante apareciendo a mi derecha.

—Ya te gustaría a ti hacer la mitad de las cosas de las que yo soy capaz.—digo, a su espalda mientras sigue dando vueltas. Ruedo los ojos, y de refilón veo como Drake niega ligeramente con la cabeza, ocultando un asomo de sonrisa en sus labios. Escucho que dice algo, pero parecía más un murmullo para sí mismo—Explícame una cosa Drake—comienzo—¿cómo es posible que puedas aguantar a esa cosa?

—Bueno, esa cosa, es mi mejor amigo desde que entramos al instituto.—dice con un deje ligeramente divertido en la voz. Luego su voz cambia a una más seria—Él es quien me apoyó cuando las cosas eran más complicadas de lo que debieron ser.— hace una pequeña pausa, en la que pasa saliva—Nate tampoco ha vivido un camino de rosas, ni mucho menos, pero ¿quién lo hace realmente? Soy consciente de que ese idiota puede resultar algo exasperante en muchas ocasiones, pero una vez le conoces como es, sin armadura de ningún tipo, es una persona a quién merece la pena escuchar y comprender.—dice algo emocionado y nostálgico. Yo me limito a asentir.

Tyler

¿Y yo qué le digo ahora?

Es prácticamente lo único que me ha estado rondando por la cabeza desde la fiesta, desde nuestra pelea, desde nuestro beso. Hemos entablado varias conversaciones, pero ninguna relacionada con el tema que más me interesa.

Mientras damos vueltas alrededor del gimnasio para calentar, Allison nos adelanta después de tratar de esperarnos e ir a nuestro ritmo, como en todos los entrenamientos desde que tengo memoria. Gracias. Dice una vocecilla en mi interior.

—Bueno—empiezo, dudoso—¿tienes algún plan para después del entrenamiento?

—No, creo que solo tengo una cita—dice a lo que me tenso.

—¿Una cita?—digo entre dientes. Y cuando la miro veo que tiene un brillo divertido en la mirada.

—Sí, con la ducha—termina diciendo -. Pero... después podríamos tener una nosotros—dice tan bajito que me cuesta entenderla de primeras.

Por unos momentos me quedo en estado de shock. Hasta que veo como su cara se va transformando poco a poco, en lo que proceso la información.

—O no, da igual en serio, me he precipitado al pedírtela, es que pensaba que—le digo, pero la interrumpo con un fugaz beso en los labios.

—¿Te quieres callar de una vez?—le digo sonriendo, viendo como sus mejillas se han teñido de un rojo intenso—Sí que quiero que tengamos una cita, es solo que me había dejado en shock.—sigo, notando cómo trata de ocultar una sonrisa—Entonces ¿a las 20:00?—asiente.

Nos quedamos en silencio, compartiendo algún roce entre nuestros brazos mientras corremos.

—Tienes que dejar de hacer eso.—termina diciendo.

—¿El qué?—le respondo algo desconcertado.

—Tienes que dejar de interrumpirme besándome, más en medio de un entrenamiento—termina diciendo.

—Pues a mí me encanta—le digo acercando mi cara a ella.

—¡WHITE! ¡WELLS!—grita el entrenador, retumbando en todo en gimnasio—¡¿Qué cojones hacéis que no estáis corriendo?!

Y es que en algún momento habíamos dejado de correr.

Sin mediar palabra, seguimos corriendo.

Nathan

El entrenamiento ya ha empezado y, de nuevo, hacemos los ejercicios por parejas. En este caso me toca con el amiguito del minion.

Te mentiría si te dijera que no me lo he pasado bien. Simplemente no para de sonreír, prácticamente nunca, y siempre tiene un tema interesante de conversación. La niñata no me caerá bien, pero su amigo definitivamente sí.

—Adiós, tío—me dice Tyler una vez fuera del gimnasio cuando ya se ha juntado con Wells y el pitufo.

—Adiós, bro.—le respondo con una sonrisa y sigo mi camino.

—¡Tyler!—oigo el grito poco disimulado de la niñata—No te alíes con el enemigo.—dice casi entre dientes a lo que sus dos amigos ríen, al igual que yo.

Mientras vuelvo a mi apartamento, no puedo evitar darme cuenta de que llevo sonriendo todo el camino.

El silencio entre nosotrosΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα